EnJie lo recibió como un cubo de agua helada, y yo lo disfruté.

— Eso es porque no has conocido a nadie mejor. Como yo. -EnJie se enroscó un mechón de pelo en un dedo-. Xiu EnJie. Pronto oirás hablar de mí -O tenía un tic en el ojo, o le lanzó un guiño.

QiuJing no respondió y continúo escogiendo a los miembros de su equipo, mi valoración respecto de él aumentó unos puntos. Un hombre inferior habría caído de rodillas e implorado por la mínima atención que EnJie estuviera dispuesta a concederle.

— ¿Vamos a quedarnos aquí toda la mañana esperando a que llueva o nos ponemos a trabajar? -terció la señorita QingYang.

Una vez formados los dos equipos, QiuJing llevó a los nuestros a la caseta de jugadores y decidió el orden de bateo. Me entregó un bate y me colocó un casco.

— Tú serás el primero, Wang. Todo lo que necesitamos es un imparable para llegar a la base.

Mientras practicaba mi swing, a punto de darle a QiuJing con el bate, dije:

— Pero yo tengo ganas de hacer un cuadrangular.

— También marcaremos un jonrón -Me envió al home-. Ve a ocupar tu posición y practica tu swing.

Me puse el bate al hombro, pensando que quizá debería haber prestado más atención durante las Series Mundiales. Vale, quizá debería haberlas visto. Mi casco se deslizó hasta taparme la vista y yo lo levanté tratando de divisar el campo interior, perdido entre macabras volutas de niebla.

Xiu EnJie ocupaba su lugar en el montículo del lanzador. Sostenía la bola delante de su rostro y advertí que me enseñaba el dedo corazón levantado. Me dirigió otra sonrisa de las suyas y me lanzó la bola.

Le di a una parte de ella, enviándolo hacia el lado equivocado.

— ¡Strike uno! -gritó la profesora desde su posición entre la primera y la segunda base.

— ¡Esa bola tenía mucha curva, lánzale una buena! -gritó QiuJing desde la caseta. Tardé en darme cuenta de que le hablaba a EnJie y no a mí.

EnJie volvió a lanzar y la bola trazó un arco bajo el cielo sombrío. Intenté golpearla, pero esta vez fallé por completo.

— ¡Strike dos! -anunció Byul detrás de su máscara de receptor. Lo miré con dureza.

Me aparté de la base del bateador y practiqué mi swing repetidas veces. Casi no vi que QiuJing se acercaba por detrás. Me rodeó con los brazos y colocó sus manos sobre el bate, alineados con las míos.

— Deja que te enseñe -me dijo al oído-. Así. ¿sientes eso? relájate. Ahora gira las caderas, el truco está en las caderas.

Sentía un intenso calor en el rostro mientras toda la clase nos miraba.

— Creo que ya lo tengo, gracias.

— ¡Vayan a un hotel! -nos gritó EnJie.

Los jugadores se rieron.

— Si tuvieras un lanzamiento decente, él golpearía la bola -le respondió QiuJing.

— Yo sé lanzar.

— Y él sabe batear -Y me susurró-: Pierdes el contacto visual en el instante que lanza la bola. Sus lanzamientos no son limpios, así que tendrás que esforzarte para alcanzarlos.

— ¡Vamos, están retrasando el juego! -nos gritó la señorita QingYang.

Fue entonces cuando algo en el aparcamiento, más allá de la caseta de jugadores, me llamó la atención. Me pareció oír mi nombre. Me di la vuelta, aunque sabía que nadie me había llamado en voz alta. Mi nombre había sido susurrado en mi mente.

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