•|CAPÍTULO 16: ANACRONÍA.

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—Trevor me ha dicho hasta el cansancio que esto no es mi culpa...—digo entre el llanto mientras mis manos tiemblan—, pero siento que no es así.

—¿Por qué sientes eso?

Una sonrisa llena de diversión se ancha en mi rostro ante su pregunta.

—La ví morir, Marcus—por fin revele y él entró al oír aquello—, me paralice por el miedo de ver a la persona que más amaba en el mundo estar muriendo al tratar de respirar. Yo sabía lo que se debía de hacer para al menos darle tiempo en lo que llegaba la ayuda y no lo hice.

No tengo queja alguna en cuanto sus brazos me rodean con suavidad subiéndome a su regazo en cuanto se sienta en la cama junto a mi. Mis manos rodean su pecho mientras mi rostro queda a la perfección en su cuello y él no hace más que estrecharme en silencio con un poco de fuerza.

—Tome cursos para estar preparada y no hice nada. Fue mi culpa.

—Ver a la persona que más te importaba en el mundo sufrir es un shock, muñeca. Sé que mis palabras no valen nada en estos momentos porque tienes un juicio propio sobre este tema, pero, tal vez así debían de pasar las cosas. No podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos decidir sanar y seguir adelante aun con heridas.

Trato de quedarme en su cuello por más tiempo aspirando su aroma a menta que ya es muy común en él antes de elevar el rostro y ver que tiene una media sonrisa, lo que le causa hoyuelos. 

—Las heridas no son sinónimo de agotamiento o derrota, por el contrario, estas te hacen saber que has ganado todas aquellas batallas de las cuales nadie sabe. Eres tu propia heroína y mereces que todo lo bueno gire a tu alrededor—musita con suavidad haciéndome estremecer mientras me acaricia el rostro—. Estás sanando poco a poco aunque creas que no es así.

—No lo creo.

—Lo sé. En ocasiones las personas no ven las cosas buenas de sí mismas, pero por algo dicen que los diamantes son apreciados por quienes realmente saben su verdadero valor.

Algo que no logro reconocer hace que todo mi cuerpo se sienta en calma ante las palabras que dijo. Que su presencia es algo que ya busco inconscientemente ya que me he dado cuenta de eso durante los días en los que él viaja cuando hay semana de carrera y yo me quedo aquí para asistir a la academia.

—Gracias por oirme.

—Angie me enseñó a amar el chisme.

Deja salir una carcajada cuando lo golpeó sin fuerza del brazo y después pasa a hacerse el sentido.

—Soy bueno en la cocina. ¿Deseas que te haga el desayuno mientras te arreglas y te llevo a la academia?

Una de mis cejas se eleva y asiento a lo que Dassaúlt me guiña un ojo.

Se levanta conmigo en brazos para dejarme en el colchón y por tan solo unos segundos me pongo tensa al sentir sus labios en mi frente.

—Muy bien, tomate el tiempo que necesites.

Sale de la habitación cerrando la puerta pero sin llegar a que lo haga por completo, suelto el aire que no sabía que había retenido y el suspiro tembloroso que sale de mis labios hace que me levanté yendo en dirección al baño.


[.....]


Cuando salgo casi diez minutos después y de haberme puesto la dosis, el pequeño cuerpo de Scarlett está cubierto por mi edredón tras haberse pasado a mi habitación como es su costumbre desde que tenía tres años.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Where stories live. Discover now