El piso frío bajo mis piernas me hacía temblar más eso me ayudaba a no perder la consciencia pues esa era la razón de que yo durmiese tanto.
Me espabilé cuando escuché que tocaban la puerta.

- Vale, soy yo.- Habló detrás de la puerta, me arrodillé ante ella y la abrí con esfuerzo, no quería siquiera pensar en mi estado actual, pobre de él que se había ofrecido a venir.

- Pero que haces en el suelo.- Se quejó, me movió apenas para poder cerrar la puerta y posteriormente me alzó en brazos como si pesara dos gramos.

- No me puedo mantener parada más de dos minutos, no era una broma.- Le miré la cara, él me sostuvo upa mientras me quitaba algún que otro mechón que se me había salido del rodete, me quiso dar un beso pero le corrí la cara.- No solo te voy a enfermar pero debo tener un olor a moco en la boca.- Él solo me sonrió antes de abrazarme y enterrar su cara en mi cuello, tenía la nariz fría.- Te diría que no hagas eso, con la gripe hace tres días que no me baño.

- Estaba por decirte que olías rico.- Se rió en mi cuello, sin bajarme camino a la cocina y me dejó sentada en la isla, temblé gracias al mármol, estaba helado.- ¿Tienes ibuprofeno o algo?-

- No se tomar pastillas.- Le recordé.

- Ya lo sé, iba a hacerte tu té medicinal.- El tecito de remedio era básicamente lo que me mantenía viva en las épocas de gripe desde pequeña, un secreto que me había contado mi madre, esos tés que me daba ella siempre que me enfermaba traían un ibuprofeno o paracetamol bien diluído, no eran mágicos.
Gracias a ella me había vuelto adicta a esa forma de tomar pastillas, puesto que era incapaz de tomarme una entera.

Mihail calentó agua en una taza en el microondas y tiró un paracetamol para que se disolviera, luego le encajó un saquito de té y le mandó tres kilos de azúcar, le sonreí antes de tomarmelo todo de un saque.
Luego de eso me subió upa a mi habitación, me sentó en un sofá y recorrió mi pieza como buscando algo.

- Dónde están tus sábanas.- Exigió saber, le señalé con un dedo un cajón de mi armario, sacó todas las sábanas de mi cama y las cambio por unas nuevas, luego salió de la habitación con las sábanas sucias y no lo ví por unos minutos, justo cuando me estaba por dormir lo sentí sarandearme por un hombro.- No te duermas, ve a pegarte un baño.-

- No me puedo mantener parada te dije.- Soné mucho más brusca de lo que quería, la fiebre me ponía mala.

Sin tenermelo realmente en cuenta me alzó en brazos y me llevó al baño donde abrió el agua caliente, lo miré con la mejor cara de orto, hablaba en serio cuando decía que no me podía mantener parada.- Vas a ver que el agua te espabila un poco.- Dijo mientras comenzaba a sacarme la ropa poco a poco, comencé a temblar de frío.- Venga, que me meto contigo.-

Y así lo hizo, fue un baño corto pero necesario, me lavó el cuerpo, el pelo, me enjuagó y luego hizo lo mismo con él, en otro momento hubiera tenido vergüenza de que me viese así, debía traer unas ojeras tremendas y el sin embargo me sostenía y miraba a la cara como si fuese la persona mas bonita del mundo.- Gracias, por venir a cuidarme.- Le agradecí una vez me terminó de secar el pelo y me ayudó a vestirme con ropa limpia.

- Siempre que necesites voy a estar ahí.- Y como acostumbrado, me llevó en brazos a mi cama, no iba a quejarme realmente, me hacía acordar a cuando era pequeña y mi padre me recogía dormida del auto en brazos para llevarme a mi cama, a veces solía fingir dormirme solo para que lo hiciera.- ¿Comiste algo?- Yo negué con la cabeza mientras el ojeaba en su teléfono tiendas de comida.- ¿Hace cuánto no comes?-

- Unos tres días, picoteaba lo que agarraba de vez en cuando al bajar.- Él asintió con la cabeza.

- ¿Estás mala de la tripa?- Yo negué.- ¿Te apetece un Kebab?- Esta vez asentí.

Cenamos con muchas ganas, la verdad que los Kebabs de dónde los compraba estaban muy ricos siempre, una lastima realmente que mi estómago los rechazara a solo cuatro horas de haberlos ingerido puesto que tuve que correr al baño y vomitar.
Me miré al espejo luego de limpiarme la boca y tirar la cadena, por el esfuerzo que hice para vomitar me habían salido todas manchitas en la cara, vasos sanguíneos rotos.

Arrastré los pies camino a mi cama, un Mihail sin camisa se sentó de golpe en esta, rascándose los ojos con el pelo enmarañado.-¿Te encuentras bien?-

Negué con la cabeza mientras me metía en la cama, tapandome hasta el cuello, se acomodó a mi lado y me apartó el pelo de la cara con la mano, ya no tenía fiebre, solo estaba débil.- Vomité.- asintió con la cabeza.

- ¿Estás mejor?- Le sonreí brevemente en la oscuridad, se recostó a mi lado y me atrajo a su cuerpo.

Me acurruqué en su pecho, le podía escuchar perfectamente el corazón, latía tranquilo. Me rodeó el cuerpo con su brazo y me acarició el cabello de manera superficial.

- Ya te vas a poner mejor...- Murmuró apretujandome un poco.- Yo voy a cuidarte hasta que lo estés.-



NOTA DE LA AUTORA:

Si estoy bien para ir a la escuela y subir una historia haciéndome la linda también estoy bien para actualizar.

Un día normal de yo estando enferma, no me costó nada escribir este capítulo porque así lo viví yo estos últimos dos días.
Está narrado con poca descripción y nulo sentido del tiempo porque así vivo yo los días con fiebre, está todo fríamente calculado

Nuevamente agradezco a mi significant other por existir.





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Los leo

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now