Considerando que Shen Jiu valoraba su espacio y disfrutaba de la tranquilidad, decidió visitarlo una vez a la semana, sacando de lado sus visitas para hablar sobre los planes que el erudito tenía.

Cada visita no tenía el objetivo de enamorar a su antiguo shizun, sino de conocerlo y al menos llevarse bien con él. Forzar algo que el destino no tenía planeado para él solo generaría más dolor. Era mejor permitir que fuera el destino quien lo guiara todo esta vez. Desafiarlo no le trajo cosas buenas a su vida.

Durante sus visitas, normalmente jugaban weiqi. Jugar con Shen Jiu era divertido porque al haber sido maestro de QingJing su habilidad en el juego era realmente buena. Sus partidas podían durar horas y difícilmente sabían quién ganaría.

En sus primeras partidas, apenas y hablaban algo, haciendo vagos comentarios por la tensión del ambiente. Pero a medida que avanzaron los meses, esa tensión desapareció y ambos se acostumbraron a jugar en silencio, a veces cortándolo con conversaciones casuales. Nunca hablaban sobre nada lo suficientemente profundo sobre el otro. Nunca nada del pasado íntimo del otro. Solo algo que habían visto o descubierto días anteriores. A veces Shen Jiu comentaba sobre los avances de las niñas con los instrumentos musicales o la pintura, incluso solía hablarle de sus avances en el cultivo. Luo Binghe, en cambio, le hablaba sobre los nuevos secretos descubiertos en una aldea o pueblo conquistado. Pequeñas cosas que no sabían pero que podían mejorar mucho lo que ya tenían. También le hablaba sobre lo ruidosa que eran algunas de sus esposas. Era entonces cuando Shen Jiu se burlaba de él y le decía que ese era su castigo por lujurioso. Binghe aceptaba la burla y reconocía que sí, ese era su karma.

No obstante, ocho o nueve meses después, cuando fue para una partida de weiqi, se encontró con que Shen Jiu no estaba. Buscó a las niñas, tocando las puertas de sus propias habitaciones, pero ellas tampoco estaban. Extrañado por la repentina desaparición, y preocupado porque alguna de sus esposas estuviera involucrada nuevamente con algún plan contra alguno de ellos, Luo Binghe prácticamente corrió por todo el sitio que habitaba Shen Jiu y las niñas, terminando en el enorme jardín.

Un suspiro de alivio salió de sus labios cuando los vio ahí, las cinco niñas practicando la espada. Caminando lentamente, se acercó a Shen Jiu que estaba sentado en el pasto observándolas practicar.

—Veo que has comenzado a enseñarles la espada—comentó llegando a su lado y sentándose en el suelo también.

—Creí que ya era momento—respondió Shen Jiu sin sacarle los ojos de encima a las niñas—. Además, el día hoy es inusualmente hermoso.

Binghe asintió y observó a las cinco niñas, que ya no eran del todo niñas, practicar movimientos de espada. Los mismos movimientos que alguna vez vio en Qing Jing. Lo mismo que alguna vez enseñó en la secta, Shen Jiu se los estaba enseñando a ellas. Era justo, en un mundo donde la mitad de su población eran demonios, cinco muchachas como ellas tenían que tener las herramientas justas para poder defenderse.

Un mundo donde tanto humanos como demonios convivían, era un mundo de caos. Solo pocos lugares eran seguros y solo eran aquellos cercanos a sus palacios. Las demás aldeas o pueblos eran un desastre diario. Binghe no se había interesado en eso antes, pero ahora que lo pensaba, quizás se había equivocado al permitir que los demonios habitaran con los humanos. Eran dos razas completamente diferentes que habían estado bien conviviendo cada quien en su mundo, juntarlas solo había sido una receta para el desastre. Incluso el mundo y sus tierras habían cambiado demasiado al fusionarlos. Todo destruido para ¿qué? No había conseguido nada haciendo todo esto.

—Tao-er es muy buena—elogió viendo a la joven de trece años realizar los movimientos de espada con precisión.

—En algo debía serlo. Su caligrafía todavía es muy pobre y su técnica de guqin no es muy fluida. Al menos se lleva mejor con la espada y la meditación.

Yuanfen (BINGJIU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora