City of Lights

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El matrimonio no fue idea suya. Kim Jong-In era un tipo lo suficientemente educado ante los rostros de su familia, pero a puerta cerrada la agarraba del brazo y la amenazaba con cosas inmundas, su saliva rozando sus mejillas. Todo su ser la repugnaba. Apestaba a codicia, impotencia y rabia.

Sin embargo, a su madre no le importaba. La familia de Jong-In era nueva en la sociedad, pero no lo suficientemente nueva como para ser malos candidatos. Eran aceptables en el Montgomery Club. Moldeables, de fácil manipulación.

Por supuesto, lo que más le gustaba a su madre era su dinero. Eso era evidente. Jennie creía en silencio y en privado que ella la casaría con una familia de simios si pagaran lo suficiente por el privilegio. Así de pobres se habían vuelto.

Después de la muerte de su padre, su hermano mayor asumió el control de las finanzas, invirtiendo en empresas arriesgadas, pero viviendo como un rey antes de ver las ganancias. En poco tiempo, el muchacho salía a cenar todas las noches, asistido por sus aduladores amigos, y hacía grandes apuestas en las mesas más importantes de Londres. No duró mucho. Los crupieres de canasta y blackjack de toda la ciudad pronto empezaron a quejarse y tocar puertas.

Su hermano evitó alegremente hablar de ello durante al menos seis meses.

Cuando, por fin, sus deudas se volvieron demasiado grandes y todas las lenguas de la sociedad londinense se movieron, huyó a Barbados, dejando que Jennie y su madre resolvieran el lío. La mujer mayor había tomado las riendas con brutal eficiencia y había despojado de su palaciega casa de Hyde Park todo excepto sus necesidades más básicas, despidiendo personal y vendiendo reliquias tan rápido como pudo. Pero todavía no fue suficiente. Comenzó a hacer preguntas entre -buenos jóvenes caballeros- de cierta edad, estatura y crianza, así como riqueza, y he aquí, Kim Jong-In estaba ansioso por ofrecer su ayuda.

- Tú eres una mujer - Su madre siseó, pellizcando su cintura mientras extendía sus brazos miserablemente para que el sastre le ajustara a su vestido de novia. - ¿Qué otro valor podrías ofrecer a nuestra familia? Sé sensata, Jennie. Este es tu deber.

Deber. Lealtad. Ambición. Estos eran los rasgos que valoraba su familia. Ella los conocía bien, sabía el dolor que podían infligir estas palabras. Su madre las empuñaba como espadas.

Ella se estremece pero no dice nada cuando el sastre descuidadamente la pincha con un alfiler.

La firma del compromiso se realiza en el St John's Club, donde la familia de Jong-In ahora eran miembros recién nombrados, y los Kim podían recuperar su posición después de que su hermano gastara su credibilidad. Jong-In desliza un diamante brillante en su dedo y Jennie hace ruidos apropiados de falsa admiración.

Es una cosa fea y rechoncha. Jennie nunca lo elegiría para ella misma.

Mientras el notario habla con su madre y el padre de Jong-In, el muchacho le agarra la muñeca con brusquedad y la guía hacia la parte delantera de sus pantalones. Ella trata de apartarse, pero él solo le sonríe, se clava en su muñeca y se frota contra su mano inmovilizada. Ella puede sentirlo presionando contra ella, moviendo la banda del anillo hacia arriba y hacia abajo en su dedo con sus movimientos, y quiere gritar.

- Solo estoy imaginando nuestra noche de bodas, querida esposa - Él le susurra antes de dejarla ir y se endereza, sonriendo beatíficamente justo cuando el notario se da la vuelta.

Jennie sostiene su muñeca, siente que su piel arde como si hubiera tocado metal caliente, y piensa que nunca podrá borrar la sensación de su toque.

Cada impulso de su cuerpo rechaza lo que Jong-In planea para la noche de bodas.

Ella yace despierta, en la cama de su infancia, esa noche. Su boda es en tres días. El vestido de novia cuelga en su armario, austero y blanco marfil. Jennie lo odia. Odia su anillo, que su madre insiste en que usa, y odia que los sirvientes ya hayan comenzado a murmurar.

City of Lights (Jenlisa G!P)Where stories live. Discover now