Llegada ☆

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Messi y Ochoa se acurrucaban juntitos en su asiento, estaban dormiditos puesto que su viaje había sido muy largo.

Volaron de Barcelona (Su lugar de residencia) a Cancún (El lugar de sus próximas vacaciones).

Cada uno tenía un air pod en el cual reproducían algo de música para poder dormir.

Una gran mantita peludita los cubría dejando salir solo algunos rizitos de Guillermo.

Las luces fueron encendidas y una horrible turbulencia los despertó.

-¡Guille! ¡Guille! ¡Me da mucho miedo! ¡Te dije que pasáramos el verano en casa!-

Messi cerró los ojos y apretó fuertemente la mano de Ochoa.

Las ventanas estaban cubiertas de una espesa niebla que imposibilitaba ver algo más que una espesa oscuridad y las luces del avión.

-¡Pasajeros Volaris! Estamos pasando por una pequeñita zona de turbulencias, por favor permanezcan sentados y con los cinturones abrochados-

Ochoa también tenía miedo pero no lo tenía que demostrar, abrazó a Messi hundiendolo en su pecho.

El avión temblaba y se balanceaba de un lado al otro.

Algunas lagrimitas salían de Messi y suaves
"LA PUTA MADRE", se aferraba al cuerpo de Ochoa con todas sus fuerzas.

La niebla pasó y una brillante luz los aturdió, se giraron por la incomodidad pero después de unos segundos miraron a la ventana.

La niebla pasó y una brillante luz los aturdió, se giraron por la incomodidad pero después de unos segundos miraron a la ventana

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Messi se repegó a la ventana y palmeó con emoción a Ochoa del brazo.

-¡Guille! ¡Mira el agua! ¡Creo que vi una tortugita!-

-¿Te gustan? En estos días veremos más ¡Te lo prometo!-

Una hermosa sonrisa achinó los ojos de Messi, amaba los animalitos.

Ochoa le cambió el asiento para que pudiera mirar mejor por la ventana.

El hermoso azul del agua se convirtió en un verde natural y vivo.

Habían llegado a Cancún.

Unos maravillosos hoteles crecían desde la arena hasta el cielo.

Cientos de personas se apreciaban en la hermosa costa.

Messi se exaltaba con cada cosa nueva que veía y se la enseñaba a Ochoa.

El avión lentamente descendió, Messi también odiaba los aterrizajes.

La velocidad le tapó los oídos y de nuevo tomó con todas sus fuerzas a Ochoa.

-Tranquilo Leito ya pasó... ¡Bienvendio a México mi vida!-

Un besito tronado calentó la mejilla de Messi.

-¡Muchas gracias por traerme a tu país mi Guille! Aún ni me bajo del avión y ya me enamoré-

"𝙲𝚊𝚗𝚌ú𝚗" 𝙼𝚎𝚜𝚜𝚒𝚌𝚑𝚘𝚊 ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora