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—Con el que Bria casi se besa en el afterparty de la velada.

—¿De qué hablan?

—Dale tiempo —digo yo con una sonrisa al ver la cara de Samira.

Sam es de las que cuando recién despierta aún tiene un pie en el mundo de los sueños, necesita unos minutos para volver a nuestro plano. Es que es piscis.

A veces abre los ojos y se la pasa unos minutos convencida de que es una astronauta que va a salvar la tierra, o cree que hay un león afuera de la puerta. Actúa como su yo de los sueños hasta que recuerda su vida real.

La cara que tiene me dice que justo ahora apenas tiene cabeza para saber quién es ella misma. No sabe ni quiénes somos nosotros, mucho menos recuerda algo sobre aquella fiesta.

Después de incorporarse y mirar alrededor, Sam vuelve a mí y puedo distinguir el momento exacto en que lo recuerda. Parece sacudirse todo el cansancio en pro del chisme. Me mira con una sonrisa y espera a que hable. Yo le muestro el mensaje y Jo le explica lo de la selección.

—Oh, por Dios, ¿es él? —Me arrebata el celular—. Creo que lo conozco de algún lado... Fue uno de los finalistas en los Squid, ¿no?

—Ese mero —asiente Jo.

—Pero tu nunca vez las finales, ¿no, Bri? —Yo asiento. Me conoce bien. Ella continúa mirando fotos y se las enseña también a su marido—. Uh... Es guapo.

—Es un papucho —confirma mi amigo.

—Me gusta su cabello, no es de los que se ven grasosos, es de los que te dan ganas de hacerle así. —Sam procede a sacudir el cabello de su esposo con una sonrisa. Él intenta devolver el gesto, pero no puede por la trenza de ella—. ¡Mira esos labios! Dios. No entiendo como lograste no besarlo.

—Okay, okay. Suficiente. —Le quito mi teléfono—. No estamos aquí para hablar de ningún beso, solo quiero que me digan que le respondo.

—Pues... Si te escribió hasta ahora debe ser por lo del juego, no hay peligro —concluye Joan.

—O a lo mejor quiere hablar de lo del balcón —opina Sam—. Por lo que dijiste no parecía ser un cobarde igual que tú. A lo mejor ahora que te encontró quiere respuestas.

—¿Qué clase de respuesta podría querer? —descarto yo. Intento que no se me pongan las mejillas rojas, el calor que empieza a subir por mi cara, me dice que no funciona.

—No sé. A lo mejor quiere saber por qué te dio su teléfono y luego nunca le escribiste. ¿Te suena? —Sus ojos me acusan y el sarcasmo me golpea.

—Los hombres hacen eso todo el tiempo, ¿por qué yo no puedo? —Sé que mis argumentos no tienen sentido, pero lo intento de todas maneras. Soy de las que se pone a la defensiva.

—Porque eso no lo hacen los hombres, lo hacen los idiotas, y no se supone que tú te conviertas en una idiota en pro del feminismo.

Buen argumento. En cualquier otro momento lo reconocería, pero ahora solo me cruzo de brazos y hago berrinche como una niña regañada.

—Solo pregúntale de qué quiere hablar —razona Joan.

—Escribe tú —pido a Sam.

Ella toma mi teléfono y sigue mis instrucciones para que el mensaje salga con mi estilo. No creo que Aaron pueda reconocer que alguien está escribiendo por mí, tomando en cuenta que nunca hemos hablado antes, pero prefiero prevenir.

Just_Bria: hola

ammm que quieres hablar? 😊

Aaron: Tienes tiempo mañana?

Glitch: del amor y otros juegosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant