Lover of mine | George Russell

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La casa era un caos por donde miraras.

En medio de las luces brillantes, las personas con ropa elegante y la música de fondo, escondida en las sombras, estaba ella, luciendo como si quisiera estar en cualquier lugar menos allí.

Intente acercarme, pero unos ingenieros de la escudería interrumpieron mi paso para ponerse a hablar de mi desempeño en las prácticas.

Suspire con frustración.

Pero no me rendí, en algún momento de la noche, sin darme cuenta, la comencé a buscar con la mirada.

Cuando empecé a sentirme fastidiado me escape de todas aquellas personas que intentaban hablar conmigo y subí las escaleras del hogar, entrando en la primera habitación que se cruzó en mi camino para poder respirar al menos unos segundos.

Una habitación completamente blanca y sobria, todo estaba minuciosamente colocado en su lugar, salvo varias pilas de libros en el piso que parecían no caber en ninguna de la bibliotecas de la pared de la izquierda.

De un momento a otro me encontré husmeando todos los pequeños detalles de la habitación, como aquel peluche sobre la cama con forma de camaleón o esa taza manchada con labial rojo sobre la mesa de luz.

Pero mi atención se detuvo en la gigante colección de películas en DVD sobre una repisa, la mayoría parecía ser películas animadas y estaba casi seguro de que las otras eran comedias románticas.

Había una película que se repetía muchas veces y de la que parecía haber varias versiones, así que, la tome para poder observarla mejor.

Peter Pan.

Cuando de repente, la puerta de la habitación se abrió dejando ingresar el ruido de afuera y también a una hermosa chica de vestido azul, por suerte el ruido volvió a ser amortiguado cuando cerró la puerta detrás de ella.

Vi cómo se relajaba dejando escapar todo el aire acumulado antes de notar mi presencia y tensarse por completo, abriendo los ojos con sorpresa.

―Lo siento, ¿Te conozco? ―pregunto, deteniéndose en seco en su lugar.

Busco el interruptor de la luz para encenderlo y cuando todo el cuarto se ilumino, pude reconocer a la chica frente a mí, sintiendo como mí corazón se volvía a saltear otro latido, como la primera vez.

―Hmm, no lo creo. ―sonreí con encanto y luego fruncí el ceño con confusión. ―Oh, ¿Es esta tu habitación? ―mis ojos se abrieron cuando me di cuenta de que claramente estaba irrumpiendo en su habitación. ―Lo siento, solo intentaba escapar de ese bullicio, aunque sea un rato...

Sonrió.

Y podría haberme desmayado ahí mismo.

―No te preocupes, estaba haciendo lo mismo.

Me reí suavemente, extendiendo mi mano hacia ella.

―Soy George, ¿Tú eres...?

Y en el instante que tomo mi mano para estrecharla sentí una chispa correr por mis venas ante su toque y ahí mismo supe que esa chica seria mi perdición.

―Saya. ―murmuro con voz tímida.

―Saya. ―repetí con voz ronca, disfrutando decir su nombre por primera vez.

Ella bajo la vista a mis manos, las cuales aún sostenían el DVD de Peter Pan en ellas.

―Así que... ¿Qué opinas si vemos Peter Pan? ―propuso con cierto entusiasmo.

Levante una ceja, un poco sorprendido tal vez.

―Iré por una botella de vino.

Y así fue como pasamos el rato, ambos perdimos la noción del tiempo mientras nos emborrachábamos y veíamos la película.