La mujer siempre estaba alerta y sus sirvientes más cercanos actuaban igual. Eran desconfiados por naturaleza y más de una vez estuvieron a punto de descubrir su secreto. No lo hicieron, solo por respeto a su legado.

Pues fue ella la que más contribuyó a que David alcanzará su máximo potencial. Juntos fundaron la organización de los Sombras y como su compañera Nastasia se encargó de defender sus intereses por sobre todas las cosas. O así era hasta que cometió el error de enamorarse.

Se enamoró y falló.

***
—Escucha bien mis instrucciones y haz lo que te diga.—susurró en su oído aspirando su olor.

La caprichosa luna brillaba con más fuerza llenando de luz la habitación. Lo suficiente, para que Lucy pudiera apreciar su cuerpo desnudo a través del espejo de cuerpo entero.

—Lucinda.—la vibración de su voz junto a su cuello hizo que se estremeciera.—¿Cómo te sientes?

Lucy no sabía cómo describir algo que no entendía. Ninguna palabra sonaba adecuada para una mente lógica como la suya. La dama era una mujer de datos y evidencias empíricas, pero nada de lo que hacía o decía esta noche tenía mucho sentido.

—Yo...—se removió un poco buscando apoyar su espalda contra su cuerpo, pero él no se lo permitió. Sus manos atraparon sus caderas y la mantuvieron en su lugar. Cerca, pero sin tocarse. Era una tortura.

—Haz lo que te diga.—El leve roce de sus manos sobre su piel despareció y ella se sintió vacía. Bleiston le sostuvo la mirada a traves del espejo antes de hacer la pregunta de rigor.—¿Deseas que te toque?—ella asintió con firmeza.—Muestrame dónde.

Como si careciera de voluntad su mano fue bajando por su cuello hasta llegar a la altura de sus senos. Sus pezones se sentían como guijarros. Tensos y duros cuando sus dedos los rodearon.

Lucy buscó su mirada. Quería asegurarse de que entendiera la fuerza de su deseo. Sus intensos ojos verdes le aseguraron que así era.

—Hazlo.—Lucy luchó por esconder su vergüenza cuando escuchó su siguiente orden.

Era extraño ver como sus propias manos acunaban sus pechos, acariciando en círculos para aliviar la dureza de sus pezones mientras él se limitaba a permanecer detrás de ella como una oscura sombra.

Memorizo cada variación de su mirada, cada movimiento de sus labios, el como su respiración se entrecortaba y se volvía más errática conforme ella exploraba las profundidades de su propio cuerpo. Descubrir que su placer era el placer de ambos le fascinó.

—¿Qué más tengo que hacer?

Una pequeña sonrisa curvo sus labios antes de que tomara su mano deteniendo sus caricias. La dama gimió en protesta, pero entonces él fue guiándola. Los dedos de Bleiston se curvaron sobre los suyos permitiéndole apoyarse en su cuerpo mientras la dirigía a la unión entre sus muslos.

—Estas tan mojada.—su voz sonó como un ronco gruñido.—¿Puedes sentirlo?

—Sí.—jadeó cuando él empezó a enseñarle a encontrar su propio placer. El alivio de sentirse llena luego de la extensa agonía que había atravesado no se podía explicar.

Él la sostenía mientras ella explorada una sensación nueva con cada roce de sus dedos contra su sexo. La respiración del caballero sonaba igual de agitada que la de ella, su cuerpo tirante hasta el dolor haciendo un esfuerzo sobrehumano por no romper cualquier signo de contención y devorarla en ese instante.

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