Cuando sintió que la presencia de Shen Qingqiu era ya irrelevante en su palacio, llevó el baúl de oro hacia la prisión de agua y le devolvió las partes que le había arrancado. Con el tiempo que pasó perdiendo interés en torturar a Shen Qingqiu, también perdió interés en las partes de su cuerpo. ¿Qué sentido tenía quedarse con un par de brazos, un par de piernas y una lengua? No significaban nada, no eran más que la muestra del grado de tortura al que había sometido a su antiguo shizun.

Así que tras quince años bajo su poder, Shen Qingqiu volvió a ser libre, con los parásitos de sangre todavía en su interior. Eso era algo que Luo Binghe no podría deshacer, pero mientras no perdiera el control, Shen Qingqiu debería estar bien.

El antiguo maestro de QingJing miró el cielo luego de quince años encerrado en el palacio de Binghe. El cielo era diferente al que fue hace años, con los dos mundos fusionados era difícil mantener el cielo azul claro. En su lugar tenía tintes rojizos que le daban al paisaje un tono infernal.

Él miró el cielo por aproximadamente un minuto antes de acomodar su túnica blanca y caminar torpemente fuera del palacio. Las costuras de sus piernas y brazos todavía estaban frescas y posiblemente dolerían por unos días más, pero Shen Qingqiu no lo demostró en ningún momento.

Simplemente caminó recto y seguro hacia adelante. Yendo a una secta destruida que no tenía más que soledad para darle la bienvenida.

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Los meses que siguieron, tras la partida de Shen Qingqiu de su palacio, fueron extraños. Luo Binghe creyó que se sentiría en paz, que al fin con el ciclo finalizado podría concentrarse en la expansión de su reino, en los territorios que todavía no estaban bajo su poder. Sha Hualing y Mobei-jun ya le habían dicho que los territorios del norte tenían pueblos que todavía se resistían pero que conquistarlos sería una tarea sencilla. Al menos más que si intentaba conquistar el sur o el este. La defensiva que tenían esos territorios era demasiado alta y aunque Luo podría usar a XinMo para derribar esas defensas, sus hombres bien podrían terminar heridos. ¿De qué servía tener un ejército si todo el trabajo tenía que hacerlo él? Necesitaban una estrategia, pero las que sus generales de mayor confianza daban tenían fallos.

Mobei-jun no era muy hábil con un combate cuerpo a cuerpo, una estrategia que requiriera la cercanía con el oponente no era lo suyo y eso podría causar fallas en el plan. Sha Hualing, por su parte, era más agresiva y sus planes se resolvían con más violencia. A Luo Binghe le había quedado en claro su pobre inteligencia táctica cuando fue a invadir CangQiong y terminó terriblemente humillada. Y él, si bien podía pensar en algo, no era como si tuviera mucho tiempo. Ser emperador de dos mundos era un trabajo complicado. Tenía reuniones con funcionarios de los distintos territorios que conquistó, resolver problemas que no solo abarcaban guerras, sino también temas de agricultura, educación y economía. También estaba su harén, lleno de sus esposas y concubinas, muchas de las cuales habían tenido a sus hijos. Una familia con cientos de mujeres y docenas de hijos. Pasar tiempo con ellos era complicado y había dejado de preocuparse por eso con el tiempo, por lo único que se preocupaba ahora era porque ninguno diera más problemas de los necesarios. Entre los problemas externos, sumar los internos solo haría que Luo Binghe tomara XinMo y matara a todos.

Por eso, cuando su cabeza comenzó a pensar en Shen Qingqiu y no lo dejó en paz con eso, terminó delegando varias tareas. No podía concentrarse y si no quería terminar por perder su reino, entonces debía dejar que otros más capacitados se hicieran cargo.

Creyó que sería cosa de un mes, dos como mucho. Luego de años de tener a su antiguo shizun en su poder, era normal que hubiera desarrollado alguna especie de apego a él. Pero solo sería algo que pasaría pronto, solo debía ser paciente y buscar concentrarse en otras cosas. Quizás cultivar y entrenar lograrían calmar su mente y volvería de nuevo a mandar como el emperador que había sido antes de la partida de Shen Qingqiu.

Tener destino sin destino (BINGJIU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora