Capítulo 2

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Definitivamente este no era el mejor día para Takemichi. Porque no solo había arruinado la salida con sus amigos, también se había olvidado de la llegada de su celo y ahora al llegar a casa se dio cuenta que ya no contaba con ningún supresor. Busco en su botiquín de emergencia y tampoco había, dios, ya lo recuerda, lo había utilizado en su anterior celo, y olvido reponerlos.

Salir a comprar mas ya no era una opción, en el tiempo que había pasado buscando a la beta y el camino de regreso a su departamento hicieron que alcanzara una etapa en la que su cuerpo ya estaba muy débil y el olor de sus feromonas era casi incontrolable

Es por eso que le envió un mensaje a Wakasa para que le hiciera el favor de comprarle algunos supresores y se las llevara a su departamento, y es que a pesar de lo peligroso que era, que un alfa estuviera tan cerca de un omega en celo, Takemichi no conocía a alguien que tuviera más autocontrol que Wakasa, a él no le afectaba en lo más mínimo un omega en celo, además ayudaba el hecho de que el alfa nunca lo vería de esa manera.

Wakasa le contestó con el emoji de un pulgar hacia arriba.

Todo lo que podía hacer ahora era formar un nido y arroparse en el, como odiaba esos días, y es que la verdad, los supresores no aliviaban del todo los malestares de su celo. Takemichi sabía que lo mejor era encontrar un compañero alfa que lo ayudara sobrellevar esos tortuosos días, pero, no podía hacerlo, y no solo era culpa de sus sentimientos por Shinichiro, sino que su caprichoso omega interno era el que no aceptaba a ningún otro alfa, ya lo habia intentado antes, como una manera de olvidar sus sentimiento, pero era imposible, su omega rechazaba completamente a cualquier alfa o beta que se ofreciera a pasar la noche con él, y le tocaba encerrarse en su cuarto acurrucado en su nido mientras que su omega lloraba por su la presencia de Shinichiro, mierda, es por eso que aun a los 26 años seguía siendo virgen.

Con todo el dolor de su corazón, maldijo el día en que se enamoró de Sano Shinichiro.

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Mikey no tardó mucho en llegar al departamento del omega, (para eso tuvo que infringir mínimamente 5 leyes de tránsito), ni siquiera se molestó en tocar la puerta, sino que descaradamente entró en la propiedad del omega, y es que ya era costumbre que Mikey se refugiara en el departamento de Takemichi, lo había hecho desde que era un cachorro, luego de descubrir la deliciosa esencia de sus feromonas.

—Takemitchy, estoy a... —cuando entro al departamento un golpe del dulce aroma a melocotón golpeó su nariz, aturdiendo por unos segundos sus sentidos. El aroma de un omega en celo (y no cualquier omega, únicamente de Takemitchy) hizo que algo (oscuro) despertara en lo profundo del alfa.

Mikey sabía que lo correcto en ese momento era dar media vuelta e irse, que debía controlar sus instintos y regresar a casa y una vez encerrado en su cuarto podría complacerse a sí mismo, pero sin poder controlar su cuerpo, lo que hizo fue cerrar la puerta del departamento y buscar el origen de ese delicioso olor que lo llamaba.

"Solo entrare para confirmar que Takemitchy este bien y luego me iré, solo mirare un poco y me iré" intentó convencerse a sí mismo.

De la manera más silenciosa camino hacia donde sabía era la habitación de Takemitchy, su mano temblaba al momento de tomar la manilla y le tomó unos segundos abrirla.

Si antes el aroma del omega lo había paralizado esta vez el cantidad de feromonas que se había concentrado en la habitación hicieron que la mitad de su sangre subira a su rostro y la otra mitad descendiera a sus pantalones, mierda, se hubiera desmayado en ese momento, pero luego del aturdimiento fijo toda su atención a la persona en medio de esa habitación.

CULPA A LAS FEROMONASWhere stories live. Discover now