—Solo por si acaso.—le guiñó un ojo y cerró la puerta del coche con uno de sus amigos dentro. El extraño la obligó a sentarse a su lado y la rodeó por la cintura como si quisiera cubrirla con su cuerpo.

El carruaje empezó a andar mientras ella analizaba el panorama asustada. Era claro que sus oportunidades para escapar eran escasas, pero debía haber algo que pudiera hacer. Trató de liberarse del agarre de forma discreta, pero lo único que consiguió fue herir sus muñecas en el proceso.

—¡Alto!—gritó entonces el líder.

El carruaje volvió a detenerse. Más voces se escucharon en las afueras y luego un disparo. Las voces se convirtieron en gritos y entonces ella vió una salida. Se apartó de un empujón de su secuestrador y trató de abrir la puerta impulsando todo su cuerpo contra esta.

—Quédese quieta.—advirtió el hombre arrastrándola de regreso a su asiento. Ella fingió que obedecía, pero al menor descuido le asestó un cabezazo en el rostro para que la soltará.

Volvió a empujar su cuerpo contra la portezuela, pero esta vez consiguió que cediera. Lucy pudo ver lo que parecían rastros de un enfrentamiento y sin pensárselo mucho trató de saltar del carruaje  cuando sintió un fuerte golpe en la nuca. En segundos todo se tornó oscuro para ella.

***

Minutos antes

El carruaje se detuvo en medio del bosque. Era una parada inminente antes de llegar a su destino.

—¿La tienen?—preguntaron sus dos secuaces que habían aguardado en los alrededores. Su misión había sido cerciorarse de que nadie los siguiera.

Hace unos días Grinford les encomendó la tarea de raptar a la hija menor de la familia Murgot y traerla a su residencia antes del amanecer. Y por ahora, el plan era un éxito.

—La tenemos.—contestó el hombre que llevaba el mando del carruaje. Y también dirigía la misión.

—Perfecto.

—¿No habido intrusos en la zona?

—Todo tranquilo...¡SEÑOR!—sus palabras fueron reemplazadas por un grito ahogado cuando la bala impactó contra su pierna botándolo al suelo.

—¿Dónde?

—En los árboles, señor.—se escucharon varios murmullos y dos disparos más.

Era una emboscada.

Sus hombres trataron de ocultarse y defenderse de sus atacantes, pero su rango de acción era limitado por la espesura de la hierba y por la oscuridad que se cernía sobre ellos.

—¡Por aquí!—se oyeron más gritos y con horror tuvo que presenciar como uno a uno sus compañeros iban cayendo alrededor del carruaje, algunos con heridas de bala, otros inconscientes.

Al final solo quedó él de pie.

Sacó entonces su pistola y achicando los ojos trató de acostumbrarse a la poca luz del lugar.

—¡Den la cara!—gruñó mientras rodeaba la zona agazapado. Quería llevarse por lo menos a uno de ellos.

—Lady Lucinda es nuestra.—oyó una voz masculina a sus espaldas. Se giró de prisa y buscó al responsable con la pistola en alto. Al verlo quiso dispararle, pero antes, fue noqueado.—Ustedes la tenían y nosotros los teníamos a ustedes.—canturreó Victor que había servido de carnada para que el líder bajara la guardia.

—Amárrenlos.—ordenó Connor en el momento exacto en el que la portezuela del carruaje se abría y un agotado Raphael descendía masajeando su mandíbula.

Prohibido AmarteWhere stories live. Discover now