Jaehyun tomó aire, su interior estaba estremecido, su rostro no lo reflejaba, pero quería darle paso a todo lo reprimido, quería por fin darse la oportunidad de tomar un poco de las pocas cosas que lo hacían verdaderamente feliz; cuando se invierte mucho esfuerzo, la recompensa es anhelada profundamente, y él trabajó duro, lo hizo durante todo ese tiempo en silencio, y ahora estaba listo para escuchar el ruido de su éxito.

—Ya no soy un niño, hyung — lo dijo en un murmuro, uno calmado con su tenue voz, pero al mismo tiempo detallado y conciso. La seriedad y la tensión que se generaron, además también de la nueva cercanía que de repente se había establecido entre ambos, provocaron un estremecimiento en el mayor. Él lo sabía, y no lo había preguntado.

Jaehyun apretó sus manos sobre la cadera de Doyoung, acto improvisto, siendo un reflejo del temor que de repente lo atravesó en una oleada, temor a que en cualquier segundo Doyoung de nuevo desapareciera de su alcance. Sus manos lo tomaban con firmeza, haciéndole saber claramente al mayor que no le permitiría ni la más mínima posibilidad de escaparse de entre sus brazos, no otra vez. Ya no quería hacer eso de nuevo, y estaba también situado en un límite que hasta un punto era doloroso; que Doyoung no recordara su promesa, que lo creyera un niño. De nuevo lo mismo, y necesitaba deshacerse de eso en cuanto antes.

Doyoung tenía sus ojos abiertos con inquietud y un atisbo de impresión. Lo que escuchó lo intrigó, porque ya lo había escuchado antes, no de la misma manera, pero ahí estaba de nuevo. Y esa forma, le incomodaba de una extraña manera, ¿a qué se debía eso de repente? él en realidad lo sabía, sabía que Jaehyun ya no era un niño, pero aún así no podía evitarlo, sentirlo como tal, porque esa contemplación jamás cambió con el pasar del tiempo, y era tierno, de un hyung, sí que lo era, pero algo sobre eso parecía estar mal, y Jaehyun estaba molesto por eso. Intentó convencerse de que más que incomodidad, lo que invadía su cuerpo era sorpresa, estaba sorprendido de la manera tan repentina en la que Jaehyun había cambiado su amable actitud, para de repente volver su mirada firme sobre él.

Esta bien, si había hecho algo mal, quería saber qué era y solucionarlo, porque podía jurar que Jaehyun se miraba enojado, incluso decepcionado, ¿era por su culpa?

—Recuerdo que dijiste que no podíamos, que en ese entonces yo era simplemente un niño... — la voz del menor era decidida, sí lo era, pero para alguien tan observador como Doyoung, era obvio el tinte de ansiedad en ella, un matiz de algo muy parecido al dolor y al imploro; pero no sabía porqué ni cómo en conjunto con la forma firme en la que lo sostenía, lo hacía sentirse  inferior aún siendo mayor. Jaehyun juntó su frente con la de Doyoung, obligándolo a que afrontara su estupefacción para que lo mirara a los ojos, Doyoung se quedó rígido en su lugar, intentando procesar las recientes actitudes de Jaehyun, no era normal que se le acercara tanto, no de esa forma que para él era demasiado íntima, no diciéndole esas palabras, ¿seguía hablándole de la carta? ¿de aquel "juego de niños"? —ya han pasado ocho años, hyung... y me sigues gustando tanto, incluso un poco más ahora que sé lo que puedo hacerte...

Jaehyun jamás se había sentido tan valiente en su vida, y era una sensación demasiado intensa, peligrosa hasta cierto punto, estaba siendo guiado por su impotencia, por su sentir, e incluso por su irracionalidad, porque la expresión en el rostro de Doyoung le estaba avisando que todo lo que decía y hacía estaba mal. Pero ¿cómo podía estar eso mal si su corazón revoloteaba tanto de emociones? ¿cómo podía estar equivocado su amor si por Doyoung se había vuelto alguien tan fuerte y preparado? lo había decidido, y nadie podría convencerlo de lo contrario.

Jaehyun no era consiente de los pasos que había dado hasta alcanzar la pared, esa pared que le había dado la primera impresión de que caería ante cualquier roce, ahora más que nunca, se asemejaba a toda su estabilidad; relamió sus labios, porque tener a Doyoung presionado contra su cuerpo y la pared era una fantasía que toda su juventud soñó con realizar, ahora esperaba que todo terminara como esos sueños solían acabar, ahora sólo esperaba recibir lo único que a  la vida se había atrevido a pedir.

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