-Supongo que por haber ayudado a mi hija os escucharé, hablad- prácticamente me ordena con desconfianza

-Acudo a usted en busca de ayuda, he sido exiliada por toda mi familia tras descubrir que yo poseo cualidades que nadie más tiene excepto usted, majestad, tal vez usted pueda ayudarme- digo tras hacer una reverencia

-¿Qué cualidades son esas?- me ve con desconfianza mientras empuña con más firmeza su arma

-Poseo magia, majestad, por eso pude curar las heridas de vuestra hija, pero no los controlo puesto que hace poco los he descubierto- explico mientras consigo hacer un par de cosas simples y veo como que cada vez se siente más amenazado

-Eres una bruja- sentencia con voz mucho más grave de lo normal y levantándose del trono con tridente en mano- en este reino no queremos más brujas, ¡guardias lleváosla!- ordena enfadado, antes de que se acerquen nado todo lo rápido que mi cola me permite- ¡que no escape, atrapadla!- consigo escuchar que grita, no sé porqué lo hace, no he hecho nada malo

Retomo mi huída sin ningún rumbo puesto que no conozco esta parte y mientras trato de evitar a los guardias que vienen persiguiéndome. Me alejo del castillo y veo como un desfiladero y al borde de este dos morenas que tienen la parte de arriba brillando de un color dorado poco común. Algo en mí me dice que les siga, cosa que hago y descendemos a los huesos de una criatura enorme muerta, me encuentro frente a una enorme gruta con unas peculiares plantas o seres que intentan atraparme a pesar de tener un ojo en medio, pero yo consigo evitarlas y llego a lo que parece una especie de cueva que tiene pinta de estar ocupada, pero no veo a nadie.

-¿Hola?, ¿hay alguien aquí?- pregunto con timidez

-Seas quien seas, si quieres un conjuro o algo, dilo y ya pensaré en el precio- escucho una voz femenina venir de alguna parte de la caverna y trato de buscarla

-No quiero ningún conjuro, mi señora, sólo un poco de resguardo para despistar a los guardias que me persiguen, no pido más- trato de convencerle

-¿Por qué te persiguen?-

-Supongo que al rey no le ha gustado que yo tenga magia tras haber curado a su hija y ha ordenado mi captura cuando ha visto un poco de lo que consigo hacer, pero pierdo el control y cada vez que esto pasa acabo dañando a alguien sin querer, he ido por muchos sitios en busca de ayuda, pero todos me temen- explico apenada- prometo no molestar y controlarme todo lo posible si me concede un poco de resguardo por un rato- termino de explicar mi situación y juego con mis manos encogida de hombros

-¿Por qué no has venido con tu familia?- la escucho más cerca pero sigo sin verla

-Estoy exiliada de mi familia, sin querer estando enfadada con mi familia perdí el control y le hice daño a mi hermana, desde ese entonces he estado vagando por todas partes en busca de ayuda para poder controlarme y así no dañar a nadie más- agacho la cabeza con culpa- también he salido al mundo exterior, pero allí soy juzgada por un monstruo o una bruja, no tengo otro sitio- aguanto mis ganas de llorar

-¿Has dicho que has ido al mundo de la superficie?, ¿cómo?- 

-Poseo el extraño poder de cuando salgo al mundo humano mi cola cambia a unas piernas humanas, por eso puedo salir y entrar cada dos por tres a pesar de pertenecer al mundo marino-

-Impresionante- logro escuchar que dice por lo bajo- ¿cómo has encontrado este sitio?-

-Estaba huyendo de los guardias cuando encontré al filo de un desfiladero dos morenas muy grandes y con la parte de arriba brillando de color dorado, es algo poco común en ellas y algo en mí me dijo que las siguiera y eso he hecho, y así es como he llegado hasta aquí, de verdad, no quiero ser ninguna molestia para usted, creo que ya se habrán ido lejos de aquí y podré seguir mi búsqueda de refugio- aseguro que mi pequeño bolso esté intacto y no se me haya caído nada

-De acuerdo, si decides irte puedes hacerlo, pero si necesitas ayuda puedes recurrir a mí, pero sólo en caso extremo, ¿entendido?-

-Sí, gracias mi señora, y nuevamente, perdón por mi intromisión- sonrío levemente antes de irme por donde mismo entré y salgo de la gruta, miro a mi alrededor y no veo a nadie, así que un poco más tranquila sigo nadando alerta a lo que me rodea y entro en un bosque de algas altas para pasar así desapercibida, consigo salir pero cuando lo hago me encuentro con la gran sorpresa de estar rodeada por varios soldados junto al mismísimo Rey Tritón que me apuntan con sus armas

-Ahora no podrás escapar, bruja- dice uno de los soldados haciendo que mis nervios se noten más

-Por favor, no avancen, no quiero herir a nadie más- trato de convencerles pero no hacen caso, dos de ellos se aproximan a mí dispuestos a dañarme pero de mis manos salen como unos rayos de color negro que chocan contra ellos haciendo que retrocedan aturdidos, el rey enfadado manda al resto y yo sin querer acabo dañándoles hasta no quedar ninguno más salvo el rey

-Esto se acaba aquí- de su tridente sale un rayo dorado dispuesto a herirme pero al poner mis manos frente a mí hago como si fuera un escudo que bloquea cualquier ataque de él, sigue intentando acabar conmigo mientras siento mis fuerzas decaer cada vez más por el uso de magia y exhausta me dejo caer al suelo por falta de energía y eso parece satisfacerle puesto que se dispone a dar el golpe final, que cuando lo lanza me sorprendo al ver a una figura frente a mí impidiéndolo, no consigo ver bien quién es puesto que estoy empezando a ver borroso- ¿tú tienes algo que ver con ella?- le pregunta encolerizado

-No es más que una niña que puede ser una de tus hijas que sólo pide ayuda- trata de hacerle entrar en razón- ¿acaso no eres ese que se hace llamar un rey justo y compasivo y que brinda ayuda y protección a quien lo necesite?, eres un hipócrita- reconozco la voz de la mujer propietaria de aquella cueva

-No con brujas como tú y como ella que no merecen la entrada a mi reino para destruirlo, ambas tienen la entrada a mi reino prohibida y acercarse a mi familia- 

-¿Y yo que soy?, ¿acaso no soy también tu familia, hermanito?- le reclama enfadada mientras yo trato de mantenerme todo lo consciente posible

-Ya no, así que largaos de aquí, si os vuelvo a ver por aquí no seré tan compasivo- 

-Menuda compasión estás mostrando ante alguien inocente- 

-¡Ya basta!- le exige lanzándole un ataque con su tridente que le va directo a ella, reúno todas mis fuerzas y me muevo quedando frente a ella y haciendo uso de lo que me queda de energía consigo bloquear el golpe haciendo que rebote y él se aleje de las dos, pero yo caigo pero no toco el suelo gracias a unas ¿extremidades?- que no os vuelva a ver- creo que se ha ido dejándonos solas

-Hay que ver lo estúpida que eres mocosa, pero no has estado tan mal, descansa, te lo mereces-

Amor bajo el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora