Multicolor | Demon Slayer • KNY | Tokito Muichiro

¹⁷| Fantasmas

Ayame despertó en una nueva habitación, desorientada miraba a todos lados sin encontrar al demonio mayor.

~Ya deberías salir de aquí, Ayame-chan~

La voz sonó tranquila, tanto que Ayame casi se pone a llorar. La chica volvió a dar una mirada a la habitación y ahí lo vió, él mismo hombre que la recibe en el río de la muerte.

El fantasma sonrió tiernamente, y se levantó de la esquina donde se encontraba.

~Sígueme ~, indicó.

Ayame inmediatamente se levantó para seguirlo, la puerta estaba sellada, pero afortunadamente la ventana no. Logró salir de la habitación, no reconocía nada en ese nuevo lugar.

Siguió al fantasma hasta llegar a la sala principal, donde se llevaban a cabo las reuniones.

Justamente se celebraba una, todas las lunas superiores estaban ahí. Había pasado tanto tiempo con Muzan que el olor a demonio lo tenía impregnado en ella, por lo que pasó desapercibida.

—¡Son tan incompetentes!—, gritó Muzan, —¿Ya tienen el lirio de la araña azul?—.

Douma empezó a dar excusas, al igual que Kokushibo, mientras que los otros temblaban.

Un demonio que tenía bocas en el lugar de los ojos y los ojos en el lugar de la boca, dió información relevante, haciendo que lo enviaran junto a un viejo demonio a ese lugar.

~ Sígueme ~, volvió a indicar el fantasma.

La chica iba rápidamente detrás de Yoriichi, quién le indicaba el camino para salir del lugar.

Los pasillos siempre parecían los mismos, largos e interminables, realmente si no fuera por el fantasma, ella estaría perdida como la primera vez.

Finalmente llegaron a una sala, donde se encontraba una abertura en medio del piso.

~Esa es la salida, te llevará a la montaña y a la mitad, se encontrará con un pueblo ~, decía tranquilo Yoriichi y con una sonriente su rostro.

—Gracias por esto, Yoriichi-san—, dijo Ayame para saltar por la abertura.

La cazadora ahora se encontraba en un túnel, era frío y totalmente oscuro, no podía ver de ningún modo debido a que la madera aún estaba bajo sus pies, camino por varios metros a tientas hasta que la tierra comenzó a aparecer, con ayuda de su poder pudo salir después de un largo tiempo.

Cuando salió de la cueva, los rayos del sol estaban por desaparecer, había tardado mucho en salir de ese túnel. Sus ojos se acostumbraban a la claridad del ocaso.

Tomó un gran respiro, lo necesitaba, había estado tan ansiosa desde que salió de la reunión de los demonios, ¿qué pasaba si la encontraban?¿qué tal si los demonios iban por ella? Sólo esperaba tener la suerte de encontrar una espada.

Caminó entre árboles y veredas que encontró, muy pronto sintió el burbujear de las aguas termales bajo sus pies y el ambiente se sentía húmedo. Pudo distinguir el vapor de una, con suerte en encontraría a alguien que pudiera ayudarla.

No estuvo tan equivocada, en el lugar se encontraba una chica con peculiar cabello, empezando en rosa y terminando en verde como sus ojos.

Caminó lentamente hasta estar a la vista. —Señorita, ayúdeme por favor—. Ayame estaba vestida con un kimono negro un poco roto y sucio, su cabello estaba desordenado y con tierra, su piel estaba más pálida y sus ojos brillaban más.

Mitsuri pegó un grito cuando la vió, ¿De dónde había salido?¿Por qué estaba ahí?¿Por qué no la saludaba con respeto? Entonces reparó en el aspecto de la chica, parecía haber caído de una montaña o algo así.

—Lamento molestarla, señorita, pero ¿puede decirme dónde encontrar el siguiente pueblo?—.

¿El siguiente pueblo? Pero es el de los herreros, no puedo llevarla ahí, sería muy imprudente. Muchos pensamientos cruzaban la mente del pilar, pero jamás contestó la pregunta de la chica.

Ayame al ver qué la chica no le iba a contestar decidió irse, tal vez la estaba molestando o simplemente no quería ayudarla.

Siguió caminando por el risco, esperando encontrar el pueblo que dijo Yoriichi, sin embargo encontró la máscara que le alegró la vida antes y ahora.

— ¡Haganezuka -san, que alegría, por favor ayúdame!—, la chica corrió para abrazar al gran hombre, después de todo, hace tiempo que no lo veía, o más bien, no veía a nadie.

El hombre la apartó del abrazo, tomó su rostro sabiendo que la voz le pertenecía a la chica Chiyoko, pero quería confirmarlo. Definitivamente la chica había cambiado, era un poco más alta, ahora su cabello empezaba en negro pero aún seguía con sus distintivas mechas de colores.

—Llevas tres meses desaparecida, ¿cómo se te ocurre preocupar así a tu familia?—, dijo el hombre y le dió un coscorrón.

Ayame se sobó su cabeza y volvió a abrazar al hombre, pero ahora las lágrimas se hacían presente. Había extrañado tanto a su familia, el sol y sobretodo a Muichiro.

Esta vez, Hotaru dió palmaditas en su cabeza para que se tranquilizara, —Vamos, te llevaré a la villa, ahí podrán cuidarte—.

La cargo en su espalda, pues la apariencia de la chica daba a pensar había pasado por mucho. Tal vez si, tal vez no, pero Ayame aprovechó el viaje para descansar sus pies, pues había pasado toda la noche caminando y al amanecer se encontró al hombre, quién al parecer estaba entrenando.

—¿Dónde están tus espadas?—, preguntó Hotaru.

—No lo sé, cuando desperté no tenía nada conmigo, lo siento —, dijo la chica.

Llegaron a la villa, Hotaru la llevó hasta el jefe de los herreros, a quién le hizo una gran reverencia y éste le entrego unos dulces.

Luego la pasaron a una habitación, en donde recibió atención médica, realmente no tenía nada, pero era para confirmar que todo estaba bien. Le dieron de comer y medicinas para restaurar su energía.

Ahora que todo estaba bien, agradecía encontrar al señor Haganezuka y que la ayudara.

De pronto la puerta se abrió escandalosamente, que le hizo dar un brinco. Y luego sintió como unos brazos la rodeaban.

— Muichiro —.