—Por supuesto que no. No tengo que perdonar a personas desleales como tu, no quiero eso para mi vida. ¿Sabes? Pensé que eras solamente mio, pero creo ahora estas confundido. La peor parte, es que Draco ni siquiera me lo iba a decir y se que tu tampoco. Vayanse a la mierda los dos. 

Se queda en silencio.

***

Esperaba con ansias el invierno para poder patinar. Planeaba hacerlo luego de beber el café, así que llevaba conmigo mis patines. Es que amaba ese deporte desde la profundidad de mi alma. Me quito el gorrito para que el frío despeje mi mente. Me duele Theo, pero me duele mas la traicion de mi hermano. 

Practico unos cuantos giros, antes de que mi cerebro se congele. Me detengo en dirección al bosque. Hacía tiempo que sentía tan poca libertad, no podía ser yo misma y tenía la sensación de que alguien me estaba observando todo el tiempo. 

Una pequeña tormenta de nieve me hace caer sentada. Mi vista se dificulta para poder observar aquellos ojos verdes del bosque, aunque se trata de una sombra negra muy similar a un humano. ¿Iba a salir? ¿Se acercaria a mi? 

Tal vez, debí haber vuelto a la sala común. Cubro mi rostro con mis antebrazos y el viento frío me envuelve. Espero unos segundos en esa posición y después, una mano se extiende frente a mi. Abro los ojos para poder ver su rostro.

—¿Estas bien? —me pregunta Ron, con una sonrisa estúpida. 

—¿Esperabas que la nieve me enterrara y muriera? 

—Tal vez mueras si no te levantas antes de que el hielo de rompa —se encoje de hombros. 

Acepto su ayuda y nos dirigimos a las dos grandes piedras del centro del pequeño lago. Ron es el primero en subir y al notar que se me complicaba hacerlo con los patines, sujeto mi brazo. Se queda mirando a la nada y sus dientes rizan.   

Usa un suéter de Lana y encima, una gran capa de color gris. 

—La hizo mi madre —me dice al notar que la miro fijamente. 

<<Yo quiero una como esas>> Me contuve a decir. 

—Rigel, ¿Por que me golpeaste frente a todo el comedor? —vuelve a mirar a la nada— Siempre te insulte y nunca reaccionaste de una manera tan violenta. 

—Llegue a la enfermería por culpa de una sustancia a la que soy alérgica. Por la noche, apareció Comarc con alguien más. Los escuche decir que me golpearian porque se los pediste y tuve que esconderme bajo la camilla. Cuando creí que se habían marchado, alguien me golpeo. 

—Rigel, jamás envíe a nadie a golpearte. Me caes mal, pero no soy estúpido —hace negaciones y frunce el ceño. 

—¿Por que te caigo mal? 

—Eres hermana de Draco e hija de Lucius, ellos han humillado a mi familia desde que tengo memoria —su vista está en el lago. 

—Bien —asiento, serena—Pero, ¿Qué es lo que he hecho yo, para caerte mal?  

Se gira a mirarme. 

—Mis actitudes tu las causaste —le digo mirando directo a sus ojos, luego, detallo sus pecas— Estoy segura de que nunca me metí contigo porque quisiera. Todas las confrontaciones que hemos tenido... 

—Han sido mi culpa, si —interrumpe y al final, suelta un suspiro— Pero aquí todo el mundo te odia, Rigel. Pudo enviarte a golpear cualquiera, sobre todo el amigo de Harry. Su actitud cada vez que está cerca es irritante. Es como tu, version hombre. Más silencioso. Solo habla de ti. 

—¿Como se llama su amigo? —interrumpo. 

—Dominik. No se su apellido —Ron se frustra— Parece que le está lavando el cerebro. Argumenta que hay un tercer Riddle y que robaste su varita, en un enfrentamiento. 

No tengo idea de quién es Dominik. 

—Ron —le interrumpo— Creeme, nadie conoce el origen de Gael. Ni siquiera el mismo Ministerio. 

Ron entreabre los labios para hablar, pero sus palabras no salen. 

—Gael, no solo podría ser un tercer Riddle —aclaro— Es una mente maestra del engaño. Piensa a niveles demasiado altos, es ágil y exageradamente peligroso. Hasta donde se, tiene fichados diecisiete asesinatos. Harry debe estar lejos de él y de su gente. 

—Me hace recordar al chico que vi cerca de la enfermería, el dia que estabas dentro. Como fue un fracaso mi fiesta, volvi. Solo pasar al lado suyo, me hizo erizar la piel —muestra un escalofrío.  

—¿Viste a alguien ahí? 

 —Varón. Sin uniforme, de hecho —sorbe un poco del café de mi termo—: Estatura media-alta, quizás uno o dos centímetros menos que tu. Pálido. Mandíbula marcada y mirada penetrante. 

—¿Que usaba? 

—Colores demasiado oscuros, en su mayoría, grises en diferentes tonos y negro. Justo como... —se queda boquiabierto— Rigel... es similar a ti. 

Tal vez, porque Gael y yo, usamos los mismo colores.   

—Ron, tengo que asegurarme de que la varita este en donde la he escondido —coloco mis manos sobre sus hombros— Si quieres que Harry Potter viva, tendrás que hacer que no esté cerca de Dominik. Mucho menos de Gael. 

Sus ojos están bien abiertos. 

—Mantengamos esto en secreto —me pide— Tu me odias y yo te odio. No podemos contárselo porque ellos se encargaron de lavarle el cerebro, pero sí podemos hacer que el mismo lo descubra.    

—Avísame cualquier cosa pelirrojo, pero no interfieras notablemente en los planes de Gael o te matara —le advierto. 

Asiente. 

—Antes de que te vayas, ¿Por qué debería confiar en ti? —por un segundo me arrepiento de haberle contado sobre Gael, hasta que sus carcajadas hacen eco—: Es broma. Aquí vamos: una rubia y un pelirrojo, tratando de salvar a la esperanza del mundo mágico. 

Ruedo los ojos. 

—Eres un imbécil, Ronald. 


  

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