Primer año: La carta

349 48 11
                                    

Maggie estaba dormida en alguna parte del hogar ya que había olvidado algo por alguna parte del inmeso hogar, se cansó de tanto buscar que se habra dormido en cualquier rincón.

El ruido del silbato de una de las celadoras hizo que se levantara de un golpe. «Que vieja idiota» dijo entre dientes.

No había mucha educación en ella, creció junto a personas mayores, que tampoco tenían un vocabulario refinado. Al poco tiempo de aprender a hablar correctamente también comenzó a insultar.

Tampoco quería mucho al personal que trabajaba en el orfanato. Eran crueles, olvidaban que eran tan solo niños. No enseñaban como ser un ser humano educado, les enseñaban lo peor de las personas. Varios de estos niños ni siquiera sabían que era querer a una persona. Solo había odio en ellos, desprecio hacía la gente y ellos mismos.

Escuchó que la celadora volvía y se escuchaba aún más enojada que antes. Sin pensarlo, corrió hacía el baño de niñas para lavarse la cara y cepillar sus dientes. Sabía que reclamaria por ello, aunque no le presten atención a las necesidades de los niños, procuraba que lucieran un poco decentes. Al entrar a aquel cuarto vio a una de las chicas mayores, estaba fumando, como todas las mañanas. Era mayor, podía hacerlo, mientras la Srta. Kings no supiera. Maggie siempre quizo saber el porqué todos los mayores fumaban, se preguntaba si tenía un sabor, si se sentia como un alivio. Siempre quizo saberlo.

—Buenos días. —saludo escupiendo el humo.

—Hola.

No conversaba mucho a decir verdad, era tímida a veces, más con las mayores. Las más chicas le temían, pensaban que las golpearia. El carácter de Maggie solía ser bastante duró y lucia intimidante algunas veces. Pero ella era lo contrario, nadie se interesaba en encontrar esa parte dulce de esa pequeña y desdichada niña.

— ¿Dónde andabas? Kings te buscó toda la mañana —pregunto quitandose el cigarro de la boca.

A Maggie le parecía muy atractiva esta chica, pero no en un sentido romántico, sino más como una admiración. Era alta, morena, con una personalidad ruda, y una voz muy relajada. Con tan corta edad, sabía quiénes eran lindos y lindas, la ley de atracción fue estudiada por ella al oír a tantos de sus compañeros andar noviando por el orfanato. Pero nunca quizo experimentar nada de eso, le parecía inútil.

—No sé, dormí por ahí —contestó despreocupada, naturalmente siempre hablaba con franqueza, no temía en expresar sus pensamientos.

—¿Dormiste por ahí? —pregunto acercandose más a ella, apoyandose en la pared —¿Qué hiciste anoche?

—Perdí mi resortera y la navaja que me regalo una amiga, las estaba buscando. Llegó un momento donde el hogar se hizo tan grande que deje de buscar y dormí en el lugar más cómodo que encontré —explico encojiendose en hombros mientras se secaba su cara.

La morena sonrió ante la actitud despreocupada de la menor. Parecía una de sus amigas mayores, incluso más relajada.

—Que mal, niña —rió llevando el cigarro devuelta a sus labios.

— Si, como sea, ya deben estar en la basura. —hizo un movimiento de su mano dando a entender que no le importaba la situacion.—¿Qué quería Kings?

— Dice que te llego algo esta mañana, —se movió de la pared y sentó en la mesa de lavamanos, justo más cerca de ella— Una carta.

Arrugo sus cejas y miro hacía la morena— ¿A si? Pero si ni familia tengo.

No mentía en lo absoluto. Nunca había sabido sobre su familia, solo que tenía el apellido de alguna madre que quiza en una ocacion tuvo. Jamás había visto a alguien de su familia, desconocía lo que significaba esa palabra. Pero siempre soñaba con saberlo algún día.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 01 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

The Cold-Heart Lady / Hermione GrangerWhere stories live. Discover now