•|CAPÍTULO 11: SRA. DASSAÚLT.

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Salgo en dirección a los baños teniendo el tiempo encima, los recados o mejor dicho, mis notas son un recuerdo de lo que debo de hacer para no olvidarme de nada.

La pérdida de memoria por la depresión me pegó fuerte el año pasado y apenas estoy sobresaliendo. No quiero volver a tocar fondo y por eso mantengo mi cabeza ocupada. De reojo observo como las Caruso me siguen y cuchichean entre ellas.

Jenna mi nueva enfermera, la cual es cortesía de mi "esposo" ha logrado que encuentre un equilibrio entre mi enfermedad y lo que amo hacer, hace tan solo dos horas he ingerido uno de esos geles que sustituyen las inyecciones tradicionales, más no me terminan de convencer.

—¡Adelaine!—Cierro los ojos al oír a Vanessa y aumento mis pasos hasta las duchas.

Mi mandíbula se tensa cuando una de ellas me tomó del hombro con demasiada firmeza que en cuestión de segundos tengo ambas frente a mi.

—¿Desde cuando maldita resbalosa?—suelta Veronica que eleva una ceja desafiandome.

—¿Disculpa?

—¡¿Desde cuándo te acuestas con el que es mi novio?!—Bramo la otra llena de cólera.

Es que esto debe de ser una broma, en verdad.

—En primera, tu—señale a Veronica—, no tienes nada que decir porque la resbalosa fue otra cuando te vi teniendo sexo con Joseph aún cuando era mi novio. Y tu, Vanessa, no es mi problema que Marc no te eligiera.

Retrocedí al ver como ella intentó darme una bofetada pero tomé su brazo.

—Aquí la cuestión es la siguiente—siee molesta—, la señora Dassaúlt soy yo porque él así lo decidió al momento de conocernos. Ahora si me disculpas, tengo una agenda bastante ocupada.

—Cuidate bien esas espaldas, Adelaine.

Ridículas. Pase por su lado entrando a los baños y cerrando con firmeza la puerta que hasta retumbó. Bien, mi mentira salió bastante creíble, quiero creer.

Veinte minutos después termine de tomar una profunda respiración tras haber subido a entregar mi reporte final y volver a bajar las escaleras. Angie ya se encontraba a la salida con Rams que hablaba seriamente con ella y esta, evitaba mirarlo.

Baje la vista a mi teléfono que emitió una notificación y puse los ojos en blanco al ver de quien se trataba.

"Marcus:

Hola belleza de mujer, estoy en casa así que finge amarme cuando llegues porque la abogada está aquí.

Con cariño, el hombre que intentas asesinar."


—Imbécil—susurre con media sonrisa.

—...solo déjame intentarlo, Angelique—aquello llamó mi atención cuando llegué a ellos pero Rams no dijo nada más.

Ramsés me sonrió abiertamente mientras se acercó a dejarme un beso en la frente.

—Después te lo cuento. ¿Sale?—Me susurro con urgencia.

—¿Lo prometes?

—¿Cuando te he roto una promesa?—Me llevo la contra con media sonrisa.

Tiene razón, es la única persona que siempre me ha cumplido sus promesas y es por eso que le confiaria mi vida, es como el verdadero hermano que debí tener.

—Nunca. Saludame a tu madre y dile que pronto iré a verla.

—Te extrañan en casa.

Volvió a sonreír antes de darle una última mirada a Angie que se mantenía con su atención en el teléfono, Rams se acomodo la mochila para después marcharse.

—Bien. ¿Tu me lo dirás?—Me gire a ella.

—No. Ahora debes de ir a casa, mi hermano me mando mensaje preguntando si él mismo debe venir por ti.

Puse mala cara cuando ella elevo las cejas con verdadera diversión y picardía.

—¿Ya se llevan bien?

—No—la seguí saliendo de la academia y viendo al chofer que ahora me sigue a todos lados. Qué decir de los siete hombres que están del otro lado de la calle fingiendo ser personas normales.

—¿Alguno de los dos dará su brazo a torcer?

—Solo nos casamos por conveniencia, aunque no lo quiera a Marcus le daré parte del dinero.

Angie soltó un suspiro lleno de drama.

—¿Marcus?

—Así se llama—me encogí de hombros.

—Eso ya lo sé, pero él no deja que nadie lo llame así. Más porque mamá le puso como el abuelo.

Sonreí imaginando a Marcus molesto por eso.

—Pues no deberías hacerle caso, así se llama. Además, tengo un nombre medio antiguo porque mi abuela así lo quiso y no me quejo por eso.

En realidad me encanta mi nombre más no que me hagan diminutivos porque completo se oye mejor, hasta lleno de elegancia según palabras que decía mi abuela.

—¿Entonces se siguen odiando?—Volvió a preguntar, como si quisiera estar segura de eso.

—Tu hermano solo es amable conmigo porque le caigo mal y le gusta hacerme enojar, Angelique—refute mientras me detuve fuera del coche.

Entonces ella sonrió. Como esas pocas veces donde sabes algo y te emocionas por eso.

—¿Que?—Quise saber frustrada.

—Nada. Me alegra saber eso.

—¿Por qué?

—Me haces saber que no te podrías enamorar de él.

De mi garganta brotó una leve risa que tuve que agarrarme de la puerta del coche. Mi mejor amiga volvió a elevar las cejas sin dejar de sonreír.

—No lo haré. Marcus es todo lo que no quiero en un hombre—dije rápidamente.

En realidad, aunque no lo quiera reconocer, él es un buen hombre más no lo que quiero tener ya que lo único que ha hecho es ayudar y no puedo darme el lujo de pensar otra cosa.

No cuando él podría merecerse algo estable y yo no lo puedo dar.

—¿Te veré mañana?—Quise saber ante su silencio.

—Como siempre, ahora y no lastimes el corazón de mi hermano.

Sin saber la razón de su respuesta y como si mi cuerpo lo entendiera, solamente asentí con la cabeza entrando al coche.

Suspire recargando la cabeza en el respaldo y cerré los ojos.

El amor lastima, rompe lo más profundo de tu ser y después quedas con un vacío enorme del cual salir te cuesta demasiado.

No quiero sacrificar nada por amor.

Para cuando llegamos, el chofer fue quien me despertó pues caí dormida por haberme trasnochado en los ensayos en el salon que Dassaúlt dejo para mi en la finca.

No estaba preparada para el impacto de sus ojos aguamarina cuando baje del coche y solo camine por los jardines al verlo venir en mi encuentro con esa media sonrisa que le causa su hoyuelo.

—Bienvenida a casa, muñeca—dijo con tranquilidad y algo más que no pude descifrar.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Where stories live. Discover now