El peso, La fuerza.

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Ah, quizá aquello no había sido una buena idea, todo era risas y diversión en ese pequeño momento hasta que se le ocurrió la burrada aquella, por en su momento había resultado algo bastante bonito para él, pero Julian tenía una expresión triste en su faz y se cubrió los ojos con algo de pesar. David se disculpó y lo abrazó en silencio, Venezuela dijo que estaba bien, no es como si fuera su culpa, pero aunque David sabía que no lo era, sentía que tenía parte de ella...

Aun recordaba cuando de niños rondaban los ciruelos en abril para jartarse cuando Facundo no estaba, algunos eran demasiado alto con rojas ciruelas de hueso, David con dificultad ayudaba a Julian trepar, cargando de las rodillas con la intención de que alcanzara las ciruelas de allí, Julian subía tan alto que una vez, Sacramento lo vio desde la ventana de la cocina y se le salió el alma del cuerpo del susto, David trepó también al verla correr hacia ellos, asustado de que ella lo atrapara a él y los dos no se atrevieron a bajar hasta estar seguros que ella no les pegaría con el cinturón.

Existieron otras ocasiones cuando David podía llevar a Julian fácilmente en sus brazos, incluso de pequeño; Sacramento escondía la azúcar y los caramelos en la parte más alta del estante, un mueble largo de madera negra y viejo y ambos, cuando ella no estaba cerca lograban hacerse con algunos y culpaban a las hormigas o a los duendes, ya que Sacramento era incurablemente supersticiosa. En ocasiones Julian era más liviano y a veces unos gramos más pesados, a diferencia de David, que Julian sentía que pesaba lo mismo siempre ya que no había podido levantarlo en ninguna de las oportunidades de su niñez y en cierta ocasión decidió no intentarlo.

No fue sino en la guerra que había logrado llevarlo en su hombro algunos metros hacia el campamento, pero ni por la mente se le pasaba que esto había sido posible.

Ocurrió un hecho en los setenta cuando Venezuela frecuentaba visitarlo muy seguido, procuraba traer cuantiosos regalos que David o perdía o rompía por su incesante trabajo en el campo en que se desempeñaba, trabajaba tanto y tan duro que se descuidaba por completo. Julián había logrado identificar está tendencia y se encargó de llevarle ropa nueva y limpia como regalo, carteras de cuero, zapatos de piel de animal, sombreros, en ocasiones joyería, más que contentar a David en cierta forma lo hacía sentir atosigado y extraño...el reloj que le había regalado hace una semana se había roto los primeros días cuando cargaba los cajones en el camión. Colombia no había podido comprar un reloj así ni soñando y ni siquiera lo había podido reparar por qué estos modelos aún no llegaban al pueblo, así que cuando Julián llegó un mes luego y no vio el reloj en su mano le preguntó por qué; tuvo que decirle que no lo usaba por qué se la pasaba metido en la plantación y que todo lo fino era innecesario en su trabajo, así él nunca se enteró que se había roto, entonces Julián se le ocurrió la maravillosa idea de comprarle dos yeguas dos meses después.

Pronto identificó este sentimiento como envidia. Envidiaba la facilidad de Julián de adquirir estos lujos solo por qué debajo de su tierra manaba el oro negro a borbotones y aunque sabía que no lo hacía con mala intención no podía evitar sentirse incómodo con sus pensamientos luego de hacer el amor.

Cuando Julián llegaba siempre chocaba con su aspecto descuidado a diferencia de el que se mantenía perfumado, afeitado y peinado. No soportaba que David estuviera de esa manera aunque a este último insistía en que estaba bien, Julián se había vuelto un especie de maniático de la apariencia; el mismo lo afeitaba y lo peinaba. No sabía que Julián sabía cortar cabello hasta ese día que se ofreció a hacerlo.

Iban a una fiesta religiosa en el pueblo y David insistía en no ir en carro por qué las calles no eran de asfalto, por qué realmente le daba algo de miedo como Julián conducía. Fueron en las yeguas, tomó alrededor de quince minutos llegar a la iglesia, Julián se bajó de la suya y la amarró pero David tuvo dificultades para bajar porque su pie se había quedado atascado en las cuerdas ...mala idea usar ese calzado de ciudad.

Rápidamente Julián se dió cuenta que iba a caer de un lado y se apresuró a socorrerlo. Le quitó la cuerda del tobillo y le tomó de una mano. Luego este se dejó caer y Julián lo atrapó y lo colocó en el suelo y le arregló la camisa. Amarrando a la yegua junto a la otra y entraron a la iglesia. David aún sentía el fantasma de las manos debajo de sus axilas y agradeció que Julián fuera tan fuerte para sostenerlo.

Sus pensamientos se detuvieron abruptamente para mirar a Venezuela sentado a su lado escuchando el sermón y una pregunta dirigió su mente hasta el final de la misa ¿Desde cuándo era tan fuerte ?

Siguió una temporada así, unas décadas más en donde era sumamente consciente de la fuerza de su vecino, le fue imposible no medirlo consigo mismo. Esta bendición parecía ser cada vez mayor, pero Julian parecía no tomarle ninguna atención a esta nueva característica, sino que seguía siendo el mismo de siempre solo que ahora concentraba sus esfuerzo en atormentarlo regalando artículos de todo tipo, que si un televisor a color, la última radio traida de USA, sombreros de piel de animal, algo llamado tostador (inutil si se lo preguntan) entre otras ridiculeces que Alfred se encargaba de hablar maravillas...estas cosas no tenían verdadera importancia, no cuando lo abrazaba en la cama, sentía que podría sacarle el aire sino tenía cuidado...

David jamás lo mencionó, jamás mencionó o se atrevió a mostrar incomodidad por su fuerza, Julian parecía estar feliz y lleno de esperanza y él no sería quien para arruinarla, con el tiempo logró ignorarla.

Hasta que se le había ocurrido la burrada de cargarlo como un juego aquella tarde, Venezuela se alarmó, lanzó un gritó y David recordó cuando era pequeño y podía cargarlo de las rodillas fácilmente, esa vez también resultó algo fácil, Julian se había vuelto ligero, quizá había perdido peso, había perdido fuerza. Se llevó las manos al rostro y dijo algo como "no puede ser" Luego gritó que lo bajara.

La orden dada con aquel tono, le hizo sentir que había hecho algo horrible, casi desesperada. Lo bajó rápidamente, pero Julian no le miraba, ya no jugaban y nadie se reía.

Colombia se disculpó, no era su intención causarle una mala sensación. Venezuela dijo que estaba bien, no era su culpa, es mia, he vuelto al principio. Colombia dijo que eso no era verdad, lo abrazó en silencio y esto parecía ser suficiente. 

 

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⏰ Última actualización: May 08, 2023 ⏰

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