PRÓLOGO: En el reino de nada.

42 6 4
                                    

Yacían mis pensamientos, a la par de mis pasos. Los murmuros parecían lejanos y en contra de lo que dictaba mi mente, meramente estúpidos.

Una fecha importante se acercaba, todo el pueblo y los sirvientes corrían de un lado al otro, preparándose para la gran ceremonia del cumpleaños de la princesa de Nada.

O, mejor dicho, mi cumpleaños.

Cerré los ojos y me guié al caminar por las chillonas voces que sonoramente se escuchaban por todas partes.

-Princesa, ¡Mire estás hermosas telas! Que...

-¡Princesa! ¿Le gusta...?

-Miren que bella vista, ¿Aquí...?

-Más...

-Todo lo que escojan será perfecto para mí. Quiero cosas simples...- sin prestar atención mis pocas palabras, seguimos el recorrido donde visualizamos más vestidos y zapatos de gala.

La emoción recorrió en todas aquellas masas que en el fondo, no existían. Al igual que yo.

"Alabemos a la bella dama,

Que en sus hermosos trajes nos da un homenaje

Al su presencia iluminar nuestros corazones...

¡Princesa! Aquí estamos, arrodillados

Humildes ante tu belleza y poder.

Deseándole a usted, el mejor de los destinos

Para guiar nuestro camino."

Se escuchaban los cánticos del pueblo emocionado por mi cumpleaños. Sonreí. No me fue difícil esta vez ya que les había tomado cariño.

Sin embargo mi realidad no se alejaba. Mis pensamientos no huían.

Quería olvidar que estaba aquí, con las incipientes miradas de unas servidoras que festejaban una trivialidad que a mi parecer no era importante.

Pero nadie compartiría conmigo el martirio de esta ocasión.

Hoy lo había vuelto a ver, en mis sueños. Su aire de caballero, su imperito carácter... su perfección... nunca lo había visto, ni en persona, ni en mis sueños. Su apariencia era reacia a demostrarse ante mí, su fiel amada.

Detuve mi andar al recordar el sentimiento de su vacía mirada penetrante, de unos ojos ónix cual brillo especial refulgía de amor por mí. Sus ojos... eran dos joyas preciosas que por milagro y con tiempo, habían aparecido ante mí.

Tuve que seguir con mi camino. Forcé a mis labios a mostrar el atisbo de una falsa sonrisa, la cual llegaba a frecuentar. Mis ojos percibieron de nuevo la luz del sol y mi andar siguió.

Temía la cordura perder con aquella mirada inexistente y al hombre de mis sueños, llevándose a mi normal vida, convirtiéndola en un infierno viviente sin su presencia.

-Princesa, ¿Se encuentra usted bien? Traigan una infusión...

El silencio respondió palabras equivocadas. Al tomar eso como una aceptación me sentaron en una silla y del peso de mi vestido pude descansar.

Una ingrata y desinhibida idea surgió en el caos de mi mente, acallando a las demás por su desfachatez.

"Y si... ¿les dices la verdad? Di lo que estás pensando ahora... hablales sobre él y tu muerte... "

La tentación era muy grande... dejar que aquellas personas dejaran de idealizarme como la dama perfecta, dejar que al fin nada acalle mi oscuro silencio... la idea de contar el problema del joven que ocupaba mi mente y mi corazón, mi suicidio...

-¿Princesa? Tome, está muy pálida.

Sujeté la taza y bebí. La repugnancia dio paso a la desesperación.

-Yo estoy perfectamente, solo...

Mi voz sonó ronca por las pocas palabras que expresaba. Observé aquellos rostros preocupados, unos que otros ceños fruncidos y miradas de esperanza e ilusión.

-Hoy quería comentarles...- de mis ojos, sin poder evitarlo cayeron pequeñas lágrimas de decepción- lo mucho que agradezco que estén conmigo ahora.

En un solo sonido onomatopéyico expresaron su emoción por mis palabras y una maraña de cuerpos se acercó para darme un cálido abrazo. Lamentablemente, solo podía sentir la decepción de mi cobardía.

Si todos supieran que mi vida ya no tiene sentido sin ese desconocido... Que prefería la muerte antes de la triste y desolada existencia sin él...

-Todo esto es muy bueno, y lo aprecio. Sin embargo me siento indispuesta y lo mejor sería que me retirara a mi habitación...- dije débilmente, conteniendo lágrimas y sollozos que expresarían mi verdad.

Y en la soledad de mi recámara, al fin pude dejar ir aquellos sollozos, aquel dolor... y sin miedo a recibir una mala mirada, recordé a mi caballero perfecto.

Sus ojos...

¡Por qué me hacían esto!

¡Por qué! ¡Por qué!

Sabía que nacida de una extraña mente era. Que el reino de nada no existía más que en la mente de un desgraciado que no podía soportar su realidad, su soledad... y me la hacía pasar a mí...

¡Por qué!

Me enamoraba para romperme el corazón con la ilusión... No me dejaba ser feliz ni acabar con la tortuosa vida que llevaba.

Me creó perfecta...

¡Qué falacia!

Tenía los sentimientos más confusos y extraños hechos y por haber.

Enamorada de una ficción... amando a un ser que no existe...

Solo con la soledad en mi pecho.

Con un oscuro vacío.

Canté aquel que de todas las letras, expresaba más la mía.

"Es un amor imposible,

Una barbaridad.

Más eso no impide,

Que te ame de verdad.

Sin tu presencia irradiar mi triste vida,

Sin tu luz en mi oscuridad...

No tengo sentido, nada lo tiene.

No me dejes sola, por favor..."

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 16, 2015 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

En el reino de NadaWhere stories live. Discover now