⊱ chapter eight࿐

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     —No —negó, tecleando rápidamente a su mejor amiga—. Le voy a pedir a una amiga que me pase a buscar. 

     —Te dejamos en tu casa —interrumpió Lisandro—. No hay drama. 

     —No, no te preocupes. 

     —No pasa nada, dale —insistió nuevamente. 

     Entre tantas insistencias y negaciones, Emilia terminó diciéndole la dirección de su casa a Lisandro. 

     —Oye —murmuró Garnacho. 

     Su voz era cubierta por la voz de Bianca Prada sonando en la radio, y la conversación de la pareja entrerriana. 

     —De verdad que no le he dicho a nadie, tía —repitió por cuarta vez el chico—. No tengo idea de cómo se han enterado. 

     Emilia miraba fijamente, con la mirada perdida, el cabecero del asiento del entrerriano frente a ella. Pestañeó levemente, como respuesta a lo dicho por Alejandro.

     —Quiero solucionar las cosas, Emilia. 

     Aquello pareció atraer la atención de la mencionada. Volteó la cabeza levemente, demostrando que una parte de su atención estaba en las palabras que saldrían de la boca de Alejandro. 

     —Yo no los he llamado.

     —Ya dijiste eso una veinte veces —recriminó cansada, movió su nariz, la cual estaba congelada a causa del frío clima. La calefacción estaba encendida, pero, incluso con el calor de la cafetería, Emilia aún tenía la nariz roja del frío—. Tampoco soy estúpida. 

     —Tengo que repetirlo porque pareces que no estás dispuesta a creer lo que digo. 

     Emilia estaba dispuesta a responderle, pero un nuevo sonido se sumó al bullicio dentro del auto. Desvío la llamada, sabiendo quien era por el tono de llamada personalizado, y se disculpó, diciendo que no podía atender en aquel instante. 

     Sin embargo, aquello pareció no importarle a la otra persona porque volvió a llamar tres veces más. A la cuarta, respondió a regañadientes. 

     —Che c'è, nonna? —Las dos personas, que no estaban detrás del volante, voltearon a ver a la morocha que hablaba en idioma que ninguno de los otros tres manejaban. 

     —Passami il ragazzo al telefono —ordenó. Ninguna de las dos se había molestado en saludar. 

     Emilia observó a Garnacho de reojo.

     El mencionado notó como el cuerpo de la joven adquirió tensión, y su respiración se detuvo brevemente antes de voltear a verlo. Con el ceño fruncido, apartó la mirada de él. 

     —Di cosa stai parlando, nonna? —se hizo la boluda, soltando una risa forzada—. Quale ragazzo?

     —Non fare il finto tonto con me. Questo... come si chiamava? Ay... Garancha? ¿Garchana? ¿Garacha? ¡Garnacha! 

     La morocha rascó su frente completamente estresada. No iba a corregirla porque de esa manera todos entenderían que el chico estaba siendo parte de la conversación. 

     —Sono a casa con Sabrina —mintió. 

     —Allora passami con lei —pidió, sabiendo que su nieta estaba mintiendo. 

     —Lei... sta facendo il bagno —respondió, aunque sonó más como una pregunta. 

     —Emilia, no le mientas a tu abuela —El regaño de su madre se escuchó de fondo en la llamada. 

bejeweled; alejandro garnacho ⁴Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang