─ chapter twenty-two

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— Me acaba de avisar la aplicación que ya están los dos autos esperando afuera. —Oriana apareció con Allegra a upa ya que había estado en la pieza mirando dibujitos con ella y Paulo hasta que él se levantó para ir al baño.

— Momento de irnos entonces. —murmuró Gianna con una sonrisa nerviosa, mirando a su alrededor para asegurarse de que tenía todo lo que necesitaba y que había dejado todo apagado y desenchufado— ¿Tus peluches, hija? —cuestionó viendo que la nena no tenía ni a Pascal ni a Sully en brazos.

Allegra abrió sus ojos con sorpresa, removiéndose para que Oriana la bajara y corriendo hasta su pieza para volver con los dos peluches en brazo— ¡Listo! —exclamó alzándolos para que los tres adultos los vieran, provocando que rieran.

— ¿Venís a upa con el tío? —cuestionó Paulo tirando sus brazos a la nena, pero Oriana lo detuvo dándole un golpe que le robó un quejido.

— No querido, ella viene conmigo, ¿o no Alle? Así el tío Pau no se hace el tonto y no deja a la tía Ori llevando todas las valijas. —Gianna soltó una risa al ver como Oriana se alejaba con una de las valijas de Gianna, dejando atrás a Paulo que la observaba incrédulo con las cuatro valijas que les correspondían a ellos.

— Dale Paulo, que nos van a dejar los autos. —le dijo Gianna tomando las dos valijas que quedaban con sus cosas y las de la nena, y el bolso donde llevaba las cosas de Allegra y los documentos.

— Pero, boluda, tengo dos manos, no puedo llevar todo esto solo. —se quejó el cordobés comenzando a arrastrar dos de la cuatro— Se piensan que soy el pulpo manotas.

Gianna colocó sus ojos en blanco mientras salían de la casa— Dios mío, menos mal que no te tengo que aguantar todo el viaje porque me tiro del avión antes que escucharte así más de diez horas.

— ¿Qué te haces? No va a pasar ni un día y ya me vas a extrañar maricona, después no me hagas videollamada.

— Si sos vos el que anda haciendo videollamadas porque nos extraña. —le respondió Gianna riendo mientras uno de los choferes la ayudaba a guardar las valijas en el baúl y el asiento trasero— ¿Cuánto apostamos que no llevamos ni cinco horas en Manchester y ya nos vas a estar llamando? —Paulo chasqueó la lengua dando a entender que nada que ver, provocando que la chica riera.

Para ser un viaje de unas catorce horas, el vuelo había estado bastante tranquilo teniendo en cuenta que viajaba con una nena de casi tres años. Gianna agradecía completamente que Allegra disfrutaba de viajar en avión y que se entretenía con facilidad con las cosas que le llevaba, como libros para colorear, capítulos de sus dibujos favoritos o que incluso aprovechaba a dormir un ratito de tanto en tanto.

Y había tenido razón cuando le dijo a Paulo lo de llamada, porque recién acababan de bajar del avión y su hermano, que había llegado a Roma una hora antes, ya la estaba llamando— ¿Y? ¿Quién tenía razón, Paulito? —le preguntó con burla mientras caminaba con Allegra hacia la zona de las cintas que pasaban con las valijas. Ambas estaban ya completamente abrigadas, pudiendo percibir incluso ahí el frío de Manchester, llevando incluso gorros y guantes.

— Sí, sí, tenias razón insoportable. —le dijo Paulo— ¿Cómo llegaron? ¿Todo bien?

— Todo bien, Allegra se portó de diez y ahora estamos esperando que pasen las valijas y el cochecito por la cinta. —Gianna observó con una sonrisa dulce a su hija, que estaba sujetando su mano mientras con la otra agarraba sus peluche, observando todo con curiosidad.

— ¿Hablaste con Rafa?

— Para Pau, dame un minuto que ahí vienen las cosas, habla con Allegra mientras. —la escritora le dio el teléfono a su hija que sonrió emocionada al escuchar la voz de Paulo, mientras Gianna agarraba tanto el cochecito como las valijas de la cinta. Una vez que había armado el cochecito, alzó a Allegra para sentarla en el mismo, volviendo a tomar su teléfono— Ya estoy, ya hablé con él, dijo que ya estaban en el aeropuerto y que esperaban en la puerta de desembarcos. —explicó mientras empujaba el coche y las valijas con un poco de dificultad debido a la cantidad— Alle, si ves al tío Rafa o a la tía Agus me avisas, ¿sí? —le pidió a la nena que miraba toda la gente que había esperando en la zona de desembarco. Paulo continuaba en el teléfono, esperando a que Gianna le dijera que ya estaba con los Álvarez para quedarse tranquilo de que su hermana y su sobrina estaban seguras.

DELICATE | julián álvarezWhere stories live. Discover now