—Bebé, soy Zee. Despierta, por favor.

Nunew cerró los ojos. No quería despertar y encontrar que todavía estaba vivo en un mundo sin su pequeña y dulce Janis. No podía manejar eso. Era mejor estar acostado ahí y dejar que los recuerdos de una vida donde su familia era feliz, se reprodujeran a través de su mente.

— Nunew, por favor. —La voz se quebró en un sollozo—. Janis está bien. Despierta, bebé.

A Nunew no le gustaba el hecho de que su ángel de la guarda estuviera llorando. Eso parecía no estar bien. Los ángeles de la guarda no deben llorar.

— Nunew, amor, ¿tomaste estas píldoras?

Nunew escuchó la voz mientras lentamente comenzó a hundirse de nuevo en la oscuridad.

—Bebé, por favor, respóndeme.

Nunew sintió pura angustia comenzando a emerger. No quería sentir más. No podía permitirse sentir nunca más. —Se supone que los ángeles no mienten. ¿Por qué estás mintiendo? El ángel tenía que estarlo haciendo. Janis estaba muerta, y a Nunew no le gustaban los ángeles mentirosos. Tal vez estaba en las profundidades del infierno por ser gay y esto iba a ser su eterna tortura. Todos pensaban que era el lugar donde iba a ir porque él amaba a un hombre.

— Nunew, soy Zee. —Una mano acarició su cabello. Nunew quería llorar por el gentil toque—. No estoy mintiendo, amor. Janis está bien. Por favor, amor, dime, ¿tomaste las pastillas?

Sí, el ángel estaba llorando. Nunew envolvió el adormecimiento de nuevo a su alrededor como un capullo seguro mientras desaparecía en las profundidades de la nada.

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Nunew parpadeó sus ojos abriéndose hacia las muy brillantes luces. Tratando de enfocar y recordar dónde se encontraba. ¿Dónde demonios estaba? Trató de voltear su cabeza, pero cuando esta dio una palpitación baja, Nunew se quedó quieto.

— Nunew, bebé.

— Zee. —La garganta de Nunew dolió y se sintió rasposa al tratar de mencionar el nombre de su amante. 

Un sollozo sonó mientras Zee reía, sus dedos cepillando de nuevo el cabello de Nunew. —Sí. Soy yo, amor.

—Q...

—Ssshhh, no trates de hablar. — Zee resopló mientras quitaba un mechón de los ojos de Nunew—. Te encontré en nuestra destrozada habitación. Un frasco de pastillas estaba quebrado, y las pastillas estaban esparcidas por todas partes. Yo no sabía si las tomaste o no. —El aliento de Zee se contuvo mientras se secaba una lágrima que caía de sus ojos—. Así que el hospital te hizo un lavado de estómago —terminó Zee.

Nunew no había inadvertido la agonía en la voz de su amante. Él quería desesperadamente alcanzar y calmar a su gentil gigante. Pero...

—Pero no las tomaste. Lo sé. Infortunadamente, en ese momento no lo sabía. Tuve que tomar una decisión, cariño. Yo no estaba dispuesto a arriesgar tu vida por la remota posibilidad de que las hubieras tomado. — Zee atrapó la mano de  Nunew levantándola y besó el dorso de esta—. Tu estómago estaba vacío, sin píldoras. Lo siento, Nunew. Tuve que tomar una decisión en décimas de segundos, y salvar tu vida era la única opción. — Zee se inclinó y besó su cabeza.

—¿Janis?

Los ojos de Zee se iluminaron ante la mención de su pequeña hada. Eso le dio a Nunew esperanza, una esperanza que había estado ausente al principio cuando pasó todo.

—Ella está en la sala de recuperación. Los doctores lograron disminuir la presión en su cerebro, y ellos están monitoreándola. Dicen que ella es una luchadora. Se ve bien, bebé. Ella podrá recuperarse por completo, Nunew.

Un sollozo se arrancó de su pecho al darse cuenta de que su pequeña y dulce Janis se recuperaría. Ella estaba viva. Ella iba a vivir. Janis se iba a quedar con él.

Zee jaló la parte superior del torso de Nunew a sus brazos, frotando dulcemente abajo en su espalda. Nunew podía sentir la humedad en sus hombros. Zee estaba llorando.

—Te amo, Nunew.

—También te amo, Zee.

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Nunew abrió la puerta de la habitación de Janis en el hospital y poco a poco caminó dentro. Zee había ido a ver a Nat, dejándolo para que visitara a su hermana. Se estremeció cuando vio su rostro magullado e hinchado mientras él se sentaba junto a su cama. Lucía tan pequeña y frágil yaciendo con la cabeza envuelta en montones de gasa. Nunew notó que su hermoso cabello  ya no estaba flotando a su alrededor. Supuso que la habían rapado durante su cirugía. Era una triste pérdida, pero no tanto como la pérdida de Janis hubiera sido. Nunew contuvo el aliento mientras los ojos de Janis comenzaron a revolotear abriéndose. Acercó su silla y se inclinó para que ella no tuviera que voltear la cabeza para verlo.

—Te amo, pícara.

Los ojos de Janis se llenaron de lágrimas mientras lo miraba.

—No, no. Tú no tienes permitido llorar — Nunew dijo mientras corría sus nudillos suavemente por un lado de su mejilla—. Sé exactamente por qué estás llorando, y la mejor manera de pedirme disculpas por no usar el cinturón de seguridad es recuperarte por completo.

Una sonrisa apareció en su rostro antes de que ella cerrara los ojos una vez más. Nunew se sentó allí por un largo tiempo, mirando a su pequeña Janis dormir. Ella ya era una niña bonita, pero Nunew podía ver cómo se iba a transformar en una mujer impresionante un día. Al igual que su madre. Se inclinó sobre la cama y tomó la pequeña mano en la suya, frotando su pulgar en el dorso mientras miraba por la ventana. Su familia no había sido destrozada. Nunew siempre estaría agradecido por ello. Él tenía a sus hermanos a su cuidado y el amor de un hombre fuerte. Reflexionó sobre cómo drásticamente su vida había cambiado en el transcurso de un año. Parte de ella había sido una tragedia, mientras que otra lo hacía querer ser un mejor hombre. Por sus niños y por su Zee.

Nunew se sentó en su silla, preguntándose qué habría ocurrido si nunca hubiera dado ese paso de fe y cedido a un hombre que era ahora el centro de su universo. Sonrió. No importaba cuán duro luchara, él sabía que Zee no lo dejaría. Y por eso, él estaría siempre agradecido.


Fin


El Vicepresidente de NuNew - ZeeNuNewWhere stories live. Discover now