Capitulo 1: Un día gris.

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A pesar de estar completamente mojada, con el cabello desprendiendo agua a chorros, el delineador negro corrido por todo su rostro, era incapaz de ocultar su belleza. Aunque muy diferente a su hermana Ruby, reconoció James. En verdad, ellas difícilmente podían pasar cómo hermanas.

Ruby era pelirroja, su cabello tenía el color del fuego y eso no era exagerar. Además de que sus ojos eran celestes y su cuerpo poseía unas llamativas curvas. A diferencia de ella, la que tenía frente a él, que tenía cabello castaño oscuro y parecía que sus ojos eran marrones. Con el vestido mojado, que se le ceñía aún más, podía apreciar su diminuta figura, pero nada de lo que veía le resultaba desagradable, al contrario, podría observarla por horas deleitándose con su cuerpo.

Un trueno hizo que bajara a la tierra. ¿Qué le ocurría? Era bueno que ella estuviese consolando a su hermana, porque de otra forma pensaría que era un depravado. Pestañó y dio un paso adelante.

Juliet no lo había presentado y la entendía.

Al tenerlo más cerca, la castaña pareció notar su presencia y lo miró por primera vez. Directamente a él.

—Oh, lo siento. Este en mi hermano James —dijo la rubia recordando a su hermano cuando lo tuvo más cerca—. James, ella es Olivia.

Olivia intentó sonreír, pero solo logró hacer una mueca con sus labios. Estaba tiritando, lo notó cuando sus dientes chocaron entre sí al curvar los labios.

—Permita que le de mis condolencias, señorita Gardiner —dijo el hermano de Juliet y con cierta precaución le tomó ambas manos entre las suyas dándole un suave apretón.

Oh Dios, ella lo comprendía. De seguro estaba pensando que en cualquier momento ella le soltaría una larga lista de maldiciones, como cualquier otro miembro de su familia lo habría hecho sin dudarlo. Lo culparía a él y a todos los Johnson de la muerte de Daryl y declararían una guerra para vengarlo.

Liv era distinta, ella soñaba con que algún día esa estúpida rivalidad terminase y pudiesen vivir en paz.

—Gra… Gracias —balbuceó con sus dientes castañeando—. Yo siento que… tengan que estar aquí… Lejos de todos —inhaló profundamente antes de seguir. Tenía que conseguir terminar una frase, debía verse patética tartamudeando—. De verdad lo siento.

James arrugó la frente. A esa chica loca iba a darle un ataque enfrente de ellos. ¿Por qué no tenía siquiera un abrigo?

Soltándole las manos se quitó el suyo y sin pedir permiso se lo pasó por sobre los hombros.

—Vas a pescar mucho más que un resfriado si sigues así —dijo a modo de respuesta a esos enormes ojos que lo observaban sorprendido.

—¿Qué hay de ti?

Sacudió la cabeza a ambos lados.  —Estoy bien, tú lo necesitas más.

—Gracias —susurró la castaña aferrándose con más fuerza al saco de abrigo.

—Parece que todos se están marchando —murmuró Juliet.

Y sí, ella estaba en lo cierto. A más de diez metros, por el camino contrario al que habían ingresado cargando el ataúd, todos abandonaban el lugar. Olivia pudo distinguir a su hermana que caminaba abrazada a su esposo, Robin. Ella seguía llorando de forma inconsolable, era visible a pesar del paraguas que los cubría.

Y se suponía que ellos eran su transporte, pero no iba a acercarse a Ruby en ese estado, no quería oír más gritos, no podía soportar otro chillido. Su cabeza explotaría si lo hacía.

Cereza Pasión (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now