Capítulo 42. Omega

Start from the beginning
                                    

—Supongo que está bien —dijo, intentando conformarse con lo que le tocaba vivir—. Entonces... ¿Puedo volver al trabajo?

—Si, puedes —la mujer de bata blanca y pelo rubio ceniza hizo una pausa—. Pero te asignaremos un tutor que te supervisará durante un tiempo, ¿sí?

Omega arqueó una ceja.

—¿Cómo que tutor? Si soy la líder de mi sector.

—Claro, pero eso no tiene nada que ver. Tu tutor no es de tu sector, sino que se trata de otro líder con más experiencia: Alpha.

Alpha... Había oído hablar de aquel hombre, pero no lo había visto aún. Es más: no había hablado con ninguno de sus compañeros desde que despertó a excepción de Gamma, la encargada de su recuperación y quien la atendió durante el coma. Fue afortunada, la verdad: era una mujer bastante cordial y amable que la convenció para que no perdiese los nervios y se quedase en Apeiro mientras investigaban una forma de curar su amnesia.

La puerta se abrió detrás de la joven y pudo oír una voz grave y ronca pedir permiso para pasar. Gamma sonrió a aquella persona y le indicó con un gesto que entrase. Fue ahí cuando Omega se volteó e hizo su primer contacto visual con el hombre del que le acababan de hablar.

—Buenas tardes, Omega. Me alegra ver que estás mejor.

—Alpha, ¿verdad?

El muchacho asintió con una sonrisa.

—¿Puedo sentarme?

—Claro, claro —indicó la amnésica mientras se echaba un poco a aun lado para que pudiese sentarse en el banquillo.

—Llegas justo a tiempo —indicó Gamma, alegre—. Le estaba comentando a Omega que te responsabilizarías de ella durante unas semanas, al menos hasta que veamos que vuelve a rendir al completo.

—Por supuesto. Será un placer echarte una mano para que te ubiques más rápido. Ser líder de Apeiro... es un marrón ya de por sí, no me quiero imaginar con amnesia.

—Además —interrumpió la doctora—, últimamente todo está un poco revuelto. Se vienen unos meses duros, así que va a tocarte hincar los codos, Omega.

La física miró a Gamma con confusión, asustada por aquel comentario.

—¿Qué ha pasado? ¿Fue por mi accidente?

—¡No, no! Tranquila, lo tuyo fue un caso aparte, pero que contribuyó a que la bola se hiciese más grande. El problema es que llevamos unos meses centrados en un proyecto importante al que le hemos dedicado demasiadas horas. Ahora que ha acabado, tenemos que retomar el resto de proyectos que hemos dejado a un lado. Y no son pocos.

—Entiendo —dijo con calma, a pesar de sospechar que había algo más que aún no querían contarle—. Pondré todo lo que pueda de mi parte para ayudaros a pasar esta... crisis, supongo.

Gamma rió levemente ante la inocencia de su nueva compañera.

—Sí, supongo que podemos catalogar todo esto como una crisis.

Alpha y Omega abandonaron el recinto y se pusieron rumbo al metro de Apeiro: el supervisor quería tener una charla con ella antes de ponerla a trabajar, por lo que se la llevaría a una cafetería de su sector. Tampoco es que por parar a tomar un café Apeiro fuese a explotar.

—Entonces... —dijo mientras tomaba asiento e invitaba a su compañera a hacerlo también— No recuerdas nada sobre ti.

—Nada —confirmó apenada—. No sabría ni cuántos años tengo si no fuera por vosotros.

—Debe ser horrible.

—Lo es. Aunque intento calmarme pensando que quizá he vivido cosas que preferiría olvidar. Así no me apetece tanto recuperar la memoria, ¿sabes? —confesó con una sonrisa algo forzada— De todas formas, sí que me carcome por dentro la duda.

Hijos de DiosWhere stories live. Discover now