CAPITULO 45 - ACUERDOS A LA MALA

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El recuerdo viene a mi cabeza tan fresco y claro y ni siquiera se que hago sentada aquí pensando en el pasado cuando no es el momento, pero sus palabras amortiguan otras que resuenan en toda la habitación. Odio cuando las circunstancias son tan opresivas al punto de que no te dejan hacer nada, literalmente nada.

Estoy tan jodidamente cansada de todo, de esto y prefiero actuar como si no tuviera elección, porque si, a veces solo quiero volver a ser Clarissa, la chica que se preocupaba solo por probar de las mejores hamburguesas de la ciudad y su estrés máximo era sacar buenas notas en la universidad, Dios, como extraño eso.

Por el contrario, ahora yazco sentada en un lujoso sofá de cuero, muy caro por cierto, escuchando a una persona en especial gritar demasiado furioso al punto de que sus guardaespaldas y amigos quieren salir huyendo o fundirse en el suelo con tantos reclamos.

—¡Y una mierda! —destroza ese bello jarrón que no le estaba haciendo daño— ¡no puedo irme porque ustedes me demuestran que no puedo confiar!, ¡díganme para qué carajo me sirve tenerlos si se les burlan en la cara!

Si, es por eso que estoy a seis metros fingiendo estar pensando medidas para sobre llevar esto cuando durante todos estos minutos, vino Aron a transportarme a otro lugar, uno más calmado y bonito. Porque su gemelo está ardiendo y por un momento me pregunto si Aron reaccionaria igual que él, o simplemente esperaría sentado a mi lado dejándolo enfriarse. Es posible, después de todo entre los dos, siempre fue más dócil y calmado a comparación de la bomba que es Antonio, porque mientras él heredó el temperamento imponente de su madre, Aron la flexibilidad de Circe y Stoian Barcsay. Completamente idénticos por fuera, pero polos opuestos por dentro.

—Antonio es que... —Ciara intenta decir algo, pero Michel la toma del hombro para que no cometa un error al enardecer más a la hoguera que es Antonio en este instante y aunque la chica busca su mirada suplicante, este la ignora.

Está llorando, temblando como una cría mientras Maze mantiene el mentón en alto al igual que Ethan, Eisak, Daniela y todos los demás que están acostumbrados a esto. Ella es la única ridícula que lagrimea con miedo y el maquillaje corrido e incluso su estado me parece extraño, tiene marcas en las muñecas y su barbilla tiembla llena de sentimiento.

Me le quedo viendo fijamente y al percatarse de ello, parpadea varias veces retrocediendo como si yo le fuera a hacer algo por llorar cuando me da completamente igual, me baja la mirada sin poder soportarla y apoyo el mentón en mi mano mientras permanezco cruzada de piernas observándola, si le aterro lo que vio afuera, no quiero imaginar como se pondra cuando algo mas feo que esto, ocurra.

A su cuerpo la toma un temblor más agresivo cuando intenta mirarme de nuevo a la cara a sabiendas que sigo estudiándola y entonó los ojos sin dejar de persistir, su pavor es indescriptible y la comisura de mi labio se curva ligeramente, viendo ese gesto, no se contiene y se marcha con un afán nervioso, desesperada por huir de mis ojos, Michel intenta tomarla del brazo, pero esta se suelta con rabia. «histérica».

—¡¿Para qué me sirven?! —les vuelve a gritar Antonio «definitivamente no quisiera ser ellos»— ¡yo no quiero gente pendeja trabajando para mí! Necesito soldados eficaces, no imbéciles que se dejan burlar con tanta facilidad.

Recorro el comportamiento de todos, cada uno de ellos asumiendo que esto significa servir a Antonio Barcsay, un hombre cuya reputación y ego no tolera los errores o fallas. Ethan en especial parece perdido en otro sitio con la mirada perdida y al notar mi atención sobre el, desvía los ojos en mi dirección, para después recomponerse y volver a la realidad.

—Señor, podemos rastrear su auto.

—¡¿Y quien mierdas te dijo que quiero el puto auto?! —está muy enojado y su prole se mantiene inexpresiva con la mirada hacia enfrente— ¡quiero al cabrón que se atrevió! No el puto auto, ¡porque me puedo comprar miles de ellos! Eso me importa un carajo.

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