Capítulo 2

280 35 51
                                    


Una vez más los planes que hice no salieron como debían. Comienzo a pensar que es cierto aquel dicho que reza: "Dios no cumple caprichos, ni endereza jorobados", ya que mi vuelo fue cancelado por una tormenta de nieve que nadie imagino venir.

No supe como llegué a mi apartamento... pero ahora, y en total soledad, observo con fijación las maletas mal acomodadas en medio de la sala.

La punzada en mi sien, fue un recordatorio latente, de que debía relajarme o me daría una migraña espantosa.

Mi cabeza era un mar repleto de motivos y confusiones para salir corriendo y desear no hacerlo al mismo tiempo.

Aun así, y conociendo a mis padres, atiné a enviar un mensaje de texto a mi madre para aliviar su preocupación, no obstante, si pensé que aquello la dejaría tranquila, me equivoqué...

Veinte minutos... eso fue lo que duramos al teléfono.

Sin temor a errar ha sido la llamada más mortificante que he recibido de su parte. Una retahíla de regaños sobreprotectores por decidir cambiar el rumbo de mi vida en un arranque meramente emocional.

Y no es que nuestra relación sea tan próspera como para que Emma White se encuentre al corriente de los sentimientos que guardo por Albert, no, nosotras no tenemos esa idílica conexión, pero, dejó muy en claro que mantengo un patrón constante de conducta evasiva; en pocas palabras, que tiendo a huir de todo aquello que me mortifica o bien me saca de una zona de confort.

No pude cambiar su opinión por más justificaciones que inventé.

Y es que no las había...

Ella alegó que podía seguir trabajando en donde fuera, y que la invitación de Annie para radicar en Canadá solo era un pretexto para no enfrentar la realidad.

Cuánto sabe Dios que tiene razón en cada palabra pronunciada...

Ahora agradezco su prudencia y distancia al no ahondar más en el verdadero motivo. ¿Qué iba a decirle? Con lo católica que es, la frase: "Me voy porque me enamoré de un seminarista" sería repulsiva a sus oídos. Jamás lo entendería.

Sin embargo — y aunque no sea de mi agrado—, en este punto debo concederle la razón: Sí he salido corriendo para evitar confrontaciones en el pasado.

¿Es lastimero recordar sus atinados reclamos? Sí... pero no es más que la verdad, y no existe ser humano con una pizca de ética que lo pueda negar. Es por eso que su voz continua constante, como un eco en mi cabeza que me grita: ¡No seas cobarde! ¡No esta vez!.

Pero... ¿cómo continuar si me quedo?, ¿cómo hacer de cuenta que nada pasó?, ¿es posible seguir, dejando de lado este amor unilateral?. Sé que Albert no tiene ni idea de lo que provoca en mi, pero... no siento la suficiente fortaleza para mirarlo a los ojos todos los viernes de confesión, mientras espero a que mi madre salga. De solo imaginar esatransparente mirada, me destrozaría...

Me perdí tanto en estos pensamientos, que no me percaté del momento en que las lágrimas encontraron su camino.

Vaya que dolía entregar el corazón...

Aun así, no hago intento por detenerlas, en esta ocasión es mejor dejar que todo fluya, pues si bien no planeo regresar y verlo de nuevo, le haré caso a mi madre y me quedaré a plantarle cara a la vida, pues "él" tiene que ser solo un bello recuerdo, nada más... Quien sabe... la vida da tantas vueltas...

Quiz, con un tanto de suerte, algún día, cuando nos encontremos de nuevo este amor se habrá desvanecido.

Como era de esperarse, el llanto ayudó un poco a canalizar esta angustia que me desgarra el pecho, pero trajo como consecuencia la tan temida migraña; y de una forma tan invasiva, que me obliga a levantarme del sofá en donde me encuentro, para arrastrarme a la cama de la habitación y cerrar todo, evitando así, que ninguna luz del alumbrado nocturno se filtre entre las cortinas.

En Esta Vida NoWhere stories live. Discover now