Desaparece un tiempo, deja que el corazón llore.
Que las lágrimas caigan y llenen ese estanque.
Deja que se rompa en mil pedazos para volver a resurgir entre las cenizas como un ave fénix que resucita y extiende sus alas de un extremo a otro, preparándose para ser libre y volar al ritmo de la fría ventisca que se halla en las cimas de las montañas.
Sus alas está rodeada de una aura brillante tan cálida que parece que se prenderá fuego. Cada pluma que se cae de mi ala, es otra lágrima que sale de mis ojos y recorre mi rostro.
Voluntad de fuego, corazón de hierro.
Voz pacífica que te adormece y sana tus heridas al dormir. Cada pétalo de flor que se desvanece, es un día menos en esta tierra llena
de aves y pestes.
Cada segundo que miro a las estrellas, es otro fragmento de alma buena que mi cuerpo incorpora del exterior. Cada amanecer que veo, es otro medicamento para sanar mi ceguera.
Cada vez que mi cuerpo toca el agua, mi cuerpo se vuelve uno con ella y refleja la bondad y maldad que hay en el mundo.
Se me apaga la voz en el lugar silencioso y oscuro, para así, encender mi voz en la puesta del sol.
Cada " Inhalar y Exhalar" en la meditación, es otro segundo más de vida...
Es otro calmante para sanar el estallido y el dolor...
El ver los paisajes es un motivo para vivir...
Mientras una luz se apague, otra luz se encenderá y brillará en los lugares más recónditos y profundos de los océanos. La luz mía será el relevo de mi oscuridad y de la oscuridad de unos tantos otros.
No hay que dejarse apagar, siempre hay que arder, como un ave fénix.
