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Miraba a traves de la ventana del autobús las nubes grises que cubrían el cielo, por el ruido de los truenos y el olor a lluvia podía deducir que habría una fuerte tormenta. Mal día para dejar su paraguas en casa.

Miró su reloj impaciente: 2:45 pm

Tenía que llegar en quince minutos o terminaría la hora de visitas en el hospital, su vista se posó en la pantalla al frente del autobús. Quedaban unas cuatro paradas para que su viaje terminase.

Volvió a encogerse en su asiento, no le gustaba la gente del transporte, lo ponían nervioso. Había demasiado contacto y socialización.

Cerró los ojos mientras dejaba toda la ansiedad salir de su cuerpo, no quería llegar y preocupar a su compañero con cosas tan simples como su pánico a las multitudes.

Repasó la lista de pendientes: tarea de matemáticas, proyecto de química, cuadro de artes y gráficas de geografía. 

Una mueca se posó en su rostro, era demasiado para la condición de su amigo, los profesores debían tener más comprensión con el otro, el doctor lo había dicho: nada de presiones.

Suspiró acomodando mejor la mochila en su regazo, abrió sus ojos cuando escucho su estación ser anunciada, por fin vería a Macaque.

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Leía su libro favorito, su pequeño gusto culposo, un romance entre dos adolescentes que buscaban la manera de encajar.

No podía leer por mucho tiempo, así que aprovechaba los pocos minutos que tardaba su querido Wukong en subir al cuarto donde se hallaba. Si no estaba equivocado la puerta sería tocada en exactamente minuto y medio.

El tiempo exacto para terminar su capítulo.

Un suspiro enamorado salió de sus labios, que lindo. Su alma rebosaba de alegría al pensar en su querido amigo y él protagonizando una de esas escenas cursis y tontas que mostraban los libros de romance. Rio cerrando el libro, quizá su cerebro estaba más dañado de lo que el doctor decía.

Escondió su pequeño tesoro debajo de su almohada y se acomodó lo más que pudo el pelaje de la cabeza. Su postura se volvió erguida y una suave sonrisa se postró en sus labios. La puerta su abierta.

Justo a tiempo.

- Buenas tardes, señor, vengo a hacer una entrega especial. 

Macaque dejó salir una risilla al escuchar las palabras de su amigo.

- Oh, me pregunto de qué se trata esta vez.

La cabeza de Wukong se asomó por el marco de la puerta, su ceja estaba levantada en señal de duda. 

- Es usted acaso el señor...¿Macuack?

El mono naranja dejo ver una libreta entre sus manos, fingiendo que de ahí leía el nombre del otro, diciéndolo mal a propósito, solo para molestar un poco, riendo cuando el ceño de su amigo se fruncia.

- No conozco a ningún señor Macuack. 

Macaque sabía que Wukong solo lo molestaba, pero no pudo evitar hacer una mueca ante la mala pronunciación de su nombre. 

- Que raro, aquí dice que esta es la dirección, bueno, entonces deberé irme y aclarar este asunto en la oficina de correos. 

El mono negro observó a su amigo alejarse de la puerta con un paso muy gracioso. Rodó los ojos ante el pequeño juego del otro. Pronto lo vio regresar con pequeñas risas.

- Es bueno verte de nuevo Wukong.

- Es más un deleite para mí Mac. 

Ambos se abrazaron con cariño, la cabeza de Macaque se quedó a la altura del pecho del otro debido a su posición en la cama, lo que aprovechó para restregar su rostro en el otro y aspirar su olor a durazno. Wukong se limitó a envolver en un agarre delicado al otro y aspirar el aroma de su pelaje en la cabeza, olía a ciruelas.

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⏰ Last updated: Jan 03 ⏰

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