Veo que sonríe y con el cañón vuelve a apuntarme.

—No, ¡Joder! No lo hagas —le digo con la respiración entre cortada

— Lo siento

Un sonido seco sale de su arma y me dispara en la frente. Siento el chorro de tinta roja recorrer mi frente. Cierro los ojos, duele, duele mucho.

— Eres buena, pequeñaja.

La voz de Caín me hace abrir los ojos de nuevo y ver a los dos casi militares, mirándome con una sonrisa en la boca. Sonrío y me incorporo.

— He estado a punto de llegar ¡Joder! —digo con rabia.

— Nunca te confíes princesita, no sabes dónde pueden estar escondidos los malos —Velkam me tiende la mano y con su ayuda me levanto del suelo.

Miro la mancha de pintura de mi pecho. Si esto hubiese sido una persecución real, estaría muerta. Al menos hoy, he conseguido llegar a la puerta de la base. Llevamos cinco días aquí metidos, haciendo entrenamiento de supervivencia. Apenas en un mes he conseguido, disparar, luchar y hacer supervivencia sin morir en el intento.

Y a pesar de lo que pueda parecer, me siento toda una ganadora.

— Estoy muy orgullosa de ti —la voz de Sila me hace sonreír y mirarla.

Viene vestida con un traje pantalón perfectamente limpio, planchado y brillante. Su pelo, como siempre bien peinado, en esta ocasión suelto. Y su característico aroma que siempre me envuelve. Detrás de ella están Gabriel y Kaleb. Kaleb me sonríe y Gabriel, simplemente me mira con sus fríos ojos. Últimamente es todo lo que recibo por su parte.

— Gracias —contesto a Sila y siento el brazo de Caín rodear mis hombros.

— ¿Ha visto cómo aprende la pequeñaja, jefa?

— Ya veo, Caín. Bianca, ven conmigo —asiento con la cabeza mientras me retiro del abrazo de Caín. Los ojos de Gabriel me siguen y parecen penetrarme.

Sigo a Sila al interior de la enorme fortaleza. Llegamos al salón y Sila me tiende un trago.

— Me alegro mucho de ver cómo has llegado hasta donde estás. Empezaste floja pero veo que te esfuerzas. Pareces una recluta más.

— Estoy orgullosa de haber llegado hasta aquí. Además, me gusta saber que puedo protegerme sola.

— Bueno, de todas formas mantendremos la seguridad cuando dejes esto.

— ¿Dejar esto? —la miro estupefacta— Yo no quiero dejar de entrenar. Necesito aún aprender mucho.

— Bianca, te necesito en el club.

Veo a Sila cambiar la mirada por una más fría, algo está pasando por su mente, pero, no sé que pensar.

— Pero...

— Llegaremos a un acuerdo —me corta—, entrenarás una hora al día, no más —asiento—. Luego estarás en el club, te enseñaré cómo funciona todo y el resto del día te centrarás en tus estudios. ¿Cómo los llevas?

Lo pienso, llevo casi todo el mes sin acudir a clase. Consigo los apuntes por Michael, que está pendiente de mantenerme al día. De eso y de verme casi todos los días.

Desde que recibí su mensaje a principios de mes, uno que no me esperaba, hablamos todos los días y hacemos video llamadas. Como no voy a clases, más por protección que por otra cosa, él me prometió mandarme los apuntes y ayudarme con los estudios.

— Empezarás a asistir de nuevo a las clases —Sila continua hablando ante mi silencio—, Gabriel te llevará y te traer...

— Prefiero que me lleve Kaleb —me apresuro a responder.

— Lo siento cielo —Sila bebe de su copa y yo hago lo mismo—, Kaleb no podrá estar pendiente de ti los próximos días, será Gabriel quien se encargue.

— Pero, yo no necesito que estén detrás de mí, Sila, lo he demostrado con este entrenamiento.

— ¿Crees que si tu marido apareciese en la puerta de la facultad serías capaz de reaccionar y matarle?

La observo atentamente y pienso en sus palabras. En realidad tiene razón, no sé la respuesta, si lo tuviese delante, no sé si sería capaz de enfrentarle. Solo pensar en él me provoca un temblor en todo el cuerpo.

— No... no lo sé —dudo.

— Gabriel estará por si acaso pasara algo. Necesito que sobrevivas —la mano de Sila me toma del mentón y me hace mirarla.

— Yo quiero sobrevivir —le digo casi en un susurro.

— Bien —sus fríos dedos acarician mi mejilla y me estremezco—. He pensado que como en dos días estaremos en navidad, quiero que te quedes en el club a dormir conmigo. Las chicas se pueden quedar también en la zona del servicio, si quieres estar con ellas, pero me gustaría ponerte al día y puedo aprovechar estos días. ¿Cómo lo ves?

Su pregunta me hace pensar que tiene razón, mañana es veinticuatro y pasado mañana es navidad. No había caído en ese detalle.

La época de la navidad es una de las más tristes para mí, desde que me raptaron junto a mi hermana, saber que llega esta época me hace ser consciente de todo lo que he perdido o no tengo en esta vida.

— Me parece correcto —le digo sin vacilar pero con un deje de tristeza.

Intento evitarla, pero, me es imposible.

— Toma —me tiende unos papeles que dejo sobre mi regazo—, leelos tranquilamente, son algunos de los negocios que dirijo además del club. Quiero que si llevas las finanzas, sepas de dónde sale el dinero que manejo. Creo que la transparencia en este negocio es crucial. Quiero que cuando te vea el veinticinco podamos hablar de lo que veas ahí y me preguntes todas las dudas que tengas.

— V... vale —contesto.

Toco con las yema de mis dedos el rugoso papel de la carpeta que tengo sobre mis piernas, todos los negocios de Sila están en esta carpeta. Todo su mundo en mis manos. De repente me doy cuenta de que en el centro de la carpeta hay un logo en relieve. Es una especie de relieve en forma de círculo rojo, con un romboide negro y sobre estos símbolos una corona dorada.

Ya he visto antes este símbolo. Pero hay algo más, en la esquina inferior izquierda aparecen unas letras escritas a mano.

Agrupación de empresas Irina Ivanova

Irina... mi mente vuela entre recuerdos y uno se va haciendo cada vez más nítido. El pecho desnudo de Gabriel mientras duerme plácidamente y mis dedos recorriendo una y otra vez, ese tatuaje en el pecho.

Irina.

Recuerdo que él me dijo que era alguien que había muerto.

Y aquí se forma mi primera pregunta. ¿Quién es Irina Ivanova?

 ¿Quién es Irina Ivanova?

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Blood White I (La historia de Bianca) #PGP2023Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu