→ 01: smile.

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Él papeleo en la milicia era algo que nadie quería hacer, un dolor de trasero horrible, por lo que siempre le delegaban esa clase de tareas a los soldados de rangos inferiores.

En este caso, Valeria y Alejandro.

Aunque ambos habían terminado, estaban disfrutando de la soledad de aquella oficina.

Valeria reía despacio, sintiendo los besos que Alejandro repartía por su cuello lentamente. Los encalofrios que sentía eran increíbles, todo gracias a la sensación de poder ser atrapados en algún momento.

A ella le encantaba eso, aunque él muchas veces parecía disfrutar de otra clase de cosas.

En tres años de relación se aprenden demasiadas cosas del otro.

La mujer frunció sus cejas cuando escuchó unos golpeteos en la puerta y Alejandro se separó de la misma manera, acomodando despacio el cuello de la camisa de la mujer.

Ella se bajó del escritorio y lo rodeó, apoyándose cómodamente en él mientras Alejandro iba a abrir la puerta.

Era el Sangento José acompañado de una mujer.

Valeria la miró de arriba a abajo con sus cejas fruncidas. Rostro delicado, cuerpo menudo y una sonrisa brillante en sus pomposos labios.

Ella la miró devuelta y Valeria pudo ver sus ojos brillantes. Transmitía una ternura y felicidad que no eran fáciles de ver precisamente allí.

- Alejandro, la soldado _______ fue trasladada y necesito que alguien le dé un recorrido por la base.

- Claro que sí, Sargento. Yo me encargo.

El hombre asintió, marchandose en la otra dirección.

- Alejandro, encantado. - murmuró con una sonrisa. La mujer extendió su mano, pensando que iban a compartir un saludo normal pero en cambio el hombre tomó su mano y la dirigió a sus labios, dejando allí un suave beso caballeroso.

- Encantada también. - sonrió, desviando su mirada hacia la mujer que la miraba con sus cejas más fruncidas que antes y sus brazos cruzados. - Encantada de conocerla a usted también.

- Valeria. - respondió Alejandro ante el silencio de su novia. Supo que estaba celosa otra vez.

- ¿No tiene boca, señorita Valeria? - murmuró despacio, acercándose a ella solo un poco. Le extendió su mano suavemente. - ¿Usted no me va a dar un beso en mí mano de bienvenida o no es una costumbre por aquí?

Valeria le tomó la mano con brusquedad y la apretó por solo unos segundos en señal de saludo.
La soltó con fuerza hacia abajo y caminó a la salida.

- ¿A dónde vas? - preguntó el hombre.

- Te dijo que le des el recorrido tú.

________ sonrió al escuchar tan bonita voz.

- Puede dármelo usted, Valeria. - dijo la chica con una sonrisa coqueta, llamando la atención de ambas personas. - O bueno, los dos si quieren.

Alejandro guardó silencio, mirando a la pequeña mujer de arriba abajo.

Había algo extraño en ella... ¿Le estaba coqueteando? Valeria iba a ponerse celosa.

- Los dos serán entonces. Andando. - murmuró él, comenzando a caminar.

Las mujeres lo siguieron, Valeria sin descruzar sus brazos mientras escuchaba como los otros dos hablaban.

¿Qué se supone que era ese coqueteo indisimulado entre Alejandro y ella? ¿Por qué el correspondía a su tono sugerente?

- Esta es la ducha comunitaria de mujeres y sus dormitorios están por allí. Si logras subir de rango vas a tener el privilegio de tener habitaciones individuales. - explicó, finalizando el paseo allí.

- Voy a esmerarme entonces. Gracias por el recorrido, chicos. - dijo feliz, dirigiendo su mirada hacia la mujer. - ¿Me enseñaría los dormitorios?

- Sí... - murmuró. No veía la hora de sacársela de encima.

Se adentró a pasos rápidos al edificio, enseñándole a la mujer aquella grande habitación llena de camas dobles.

- Esta sería tu cama. - murmuró, señalando el primer colchón.

- ¿Dónde duerme usted? - preguntó curiosa y la mujer señalo una de las camas del final.

- En aquella, en la de arriba.

- ¿Y duerme alguien abajo? - preguntó, encaminándose a esa cama.

- Si. De hecho ahí está mí compañera. - murmuró, viendo cómo la chica se adentraba entre las camas con rapidez.

- ¡Hola! - dijo alegre, encaminándose a la mujer. - Soy _______, soy nueva.

- Hola. Maria Fernanda. - se presentó simpática la otra, terminando de colocarse su bota. - Es bueno ver gente nueva aquí.

- Si... Bueno, me preguntaba si estabas dispuesta a cambiarme tu cama. La mía es aquella, la primera.

Maria Fernanda vió la cama. Tener una individual siempre significaba un beneficio, se podía dejar los bolsos con mayor tranquilidad.

- Claro. - dijo, viendo a Valeria. - Tengo que irme muchachas. Que bueno ver qué Valeria ahora tiene una amiga.

La mujer iba a hablar, pero la otra se marchó apresurada probablemente a entrenar.

La mujer iba a sentarse en la cama de abajo cuando Valeria habló.

- Ya que me quitaste a mí compañera, ¿me das la cama de abajo? - murmuró y la mujer se giró. Su sonrisa era muy bonita, pero Valeria no podía ignorar la manera en la que había estado coqueteando con su novio.

- Claro que sí, solo si me deja tutearla.

Valeria asintió, viendo cómo la mujer trepaba hacia la cama de arriba y la probaba.

- Que rico perfume tienen las sábanas, ¿así hueles tú? - dijo con una sonrisa, mirándola desde arriba solo asomando sus ojos.

Valeria suspiró, girándose y saliendo de la habitación.

Sentía algo en su pecho, algo extraño que nunca había sentido con nadie.

Un mal presentimiento, seguro.


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QUE EMOCIÓN viva el amor homosexual

Anoche escribí esto y dije tENGO QUE SUBIRLO

Tengan lindo día!! <3

Choose me | Valeria GarzaWhere stories live. Discover now