Manos Suaves

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(Este relato es entre dos chicas, hago la advertencia porque sé qué hay personas que no les gusta este tipo de contenido.)

Llevaba ya cuatro meses dedicándome a dar masajes en un salón bastante conocido en la ciudad, había pasado unos cursos que me sirvieron de maravilla para iniciar y me estaba yendo muy bien.

Todos los días recibía algunos clientes los cuales se iban muy satisfecho y relajados gracias a mí, eso me hacía sentir muy bien, una tarde calurosa de viernes estaba yo sentada muy aburrida con mi teléfono móvil en la mano jugando un juego muy interesante, cuando entro una clienta alta, delgada con piernas muy largas, traía el cabello suelto, y una sonrisa pintada en su hermoso rostro.

— ¡Buenas! ¿Es usted la masajista? — hablo tenía una voz dulce.

— ¡Sí!

— Vengo a por un masaje

— Por supuesto, pase por aquí para que se cambien de ropa y se ponga una toalla

Hizo caso a mi orden y atravesó la puerta de la sala, yo en seguida saqué los productos y encendí un incienso relajante. La chica salió en toalla y la dirigí a la camilla donde ella se acostó y retiró la toalla yo la ayude a cubrir su trasero y quedó acostada boca abajo. Nunca había sentido ningún tipo de atracción por los clientes y mucho menos por una chica, pero no sé qué me había pasado que desde que esta mujer entró por la puerta y verla unos segundos así tan desnuda ya que incluso no llevaba pantis, ningún cliente hasta ahora lo había hecho ya que no están permitido masajes en zonas íntimas, no en este salón al menos.

Sacudí mi cabeza quitándome de la mente la imagen de ella y comencé con el masaje en la espalda, su piel era exquisita suave como la de un bebé.

— Tienes unas manos muy suaves— espetó en un gruñido de placer, ese sonido tan sexy que hizo activo una alarma en mi cuerpo ¿Que me estaba pasando?

— Gracias— respondí algo nerviosa.

— Se que este salón no hace masajes en zonas íntimas, pero— hizo una pausa tal vez esperaba mi reacciones, pero yo solo me quede callada y ella continuó hablando— si te pagara un dinero extra y no le contara a nadie me harías uno— trague grueso.

No sabía qué hacer esta mujer me pedía un masaje en zonas íntimas, eso no sabía que significaba ni lo que quiera realmente, pero necesitaba el dinero y no podía negarlo tenía deseos de tocar esas zonas en el cuerpo de ella.

Ni siquiera respondí solo quite la toalla que cubría su trasero, era un buen trasero, lo observé y me lamí los labios, esto era raro pero me gustaba lo que mis ojos estaban mirando.

Mis manos se dirigieron a sus glúteos, comencé a masajearlos con lentitud, suavidad mientras también los separaba un poco y observaba esa área mientras me lamía los labios inconscientemente, le ordene a la chica luego de unos minutos que se pusiera boca arriba, ella hizo caso y así boca arriba pude deleitarme con una vista aún más hermosa. Comencé a masajear áreas del abdomen y me acercaba a sus senos que no eran muy grandes pero si perfectos, quería tocarlos e incluso lamerlos y no sabía porque, nunca me había gustado alguien de mi mismo sexo era la primera vez que experimentaba algo así.

Al parecer ella noto en mí una mirada de lujuria y habló— Puedes tocar lo que quieres y hacer lo que quieras.

Esas palabras incentivaron la llama en mi cuerpo y sin pensarlo dos veces apreté sus senos con ambas de mis manos, de manera suave y acariciaba su punto sensible, la chica gimió y eso me puso más ardiente y poseída por el deseo me acerque y me lleve uno a mi boca, Dios moría por hacerlo y sabían tan bien que no sabría cómo describirlo, seguí lamiendo sus senos mientras mi mano derecha acariciaba su abdomen y fue descendiendo hasta su zona íntima, al llegar ahí mis dedos fueron a su punto sensible y la chica gemía aún más y movía sus caderas de deseos, entonces me aleje de sus senos y me movió a sus piernas las abrí para mí y mi vista se deleitó, estaba tan húmeda que no pude evitar llevar mis labios ahí y lamer en todo su esplendor, ella gemía como si estuviera poseída, lleve uno de mis dedos a su interior mientras seguía lamiendo su zona, ella movía sus caderas con desespero y note su cuerpo tensarse hasta que explotó y vi su esencia correr, me aleje de ella y la observe levantarse y con una sonrisa se dirigió al vestíbulo a cambiarse, luego de unos segundos salió, me dio una sonrisa y me entregó un rollo de billetes.

— Nada mal— hablo y salió por la puerta.

Observe el dinero en mi mano y me sentí rara, me habían acabado de pagar por mi primera experiencia con una mujer, era una locura.

23 Orgasmos © [Relatos Eróticos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora