-Primero, no grites, que te escucho perfectamente bien y segundo, ¿puedes hablar en un idioma que entienda?- sus manos estaban aferradas al volante mientras conducía -Además, créeme que cuando te escucho hablar en español me pones más fácil que cualquier domingo por la mañana- curvó sus labios en una sonrisa coqueta sin despegar los ojos del camino -Te ves bonita cuando te enojas- soltó una pequeña risa logrando que me molestara un poco más con él, haciéndome rodar los ojos y soltar un bufido.

-No creas que estoy muy feliz contigo- me crucé de brazos en mi asiento.

-¿No lo estás?¿No crees que yo debería estar molesto? Entraste a la oficina sin permiso cuando estábamos en medio de algo importante

-¿Eso era más importante que la ecografía de tú hijo?- sin darme cuenta mi voz salió quebrada y mis ojos empezaron a aguarse, ahora tenía una mezcla de sentimientos que ni yo misma entendía.

-¿Estás bien?- Chris buscó mi mirada con la suya, pero yo solamente intentaba ignorarlo -¿Estás llorando?- su voz sonaba preocupada, sus ojos iban del camino a mí y viceversa.

-No- sorbí mi nariz y me limpié las lágrimas con el dorso de mi mano. Me sentía demasiado tonta, ni siquiera sabía porqué estaba llorando.

-Ally, yo...lo siento, no sé en qué estaba pensando. Claro que la ecografía es mucho más importante que cualquier otra cosa, en verdad lo siento- su voz estaba tan calmada, de verdad sonaba a estar arrepentido y por algún extraño motivo logró hacer que mis lágrimas pararan.

-Está bien- sequé las lágrimas que quedaban en mis mejillas -Descuida, creo que... exageré un poco, las hormonas no ayudan, sabes?- ambos sonreímos ante mis palabras y en un acto de querer tranquilizarme, sentí la mano de Chris tomar la mía que reposaba sobre mi pierna izquierda, para luego darle un ligero apretón.

Durante todo lo que restaba de camino, Chris nunca apartó su mano de la mía, solo lo hacía cuando era necesario y ocupaba las dos manos para conducir.

Al llegar a la clínica me registré y nos pasaron a la sala de espera. Estuvimos ahí menos de cinco minutos cuando una enfermera me dijo que podía pasar.

-Disculpe señorita, pero su padre debe esperar aquí, el padre del bebé no la acompaña?

¿Mi padre?

Vi cómo Chris llevó una de sus manos al cuello de su camisa para aflojar su corbata debido a lo incómodo del momento, mientras yo intentaba matar a la enfermera con la mirada.

Tomé un par de respiraciones intentando contar hasta diez, pero no funcionaba, mis ganas de abalanzarme sobre aquella rubia enfermera solo aumentaban. 

-¿Mi padre?- apreté los dientes y di un paso hacia aquella chica, y solo Dios sabe lo que pasó por su cabeza en ese momento, porque se alejó de mí como si hubiera querido matarla. Las manos de Chris me tomaron por los hombros intentando detenerme y suavemente me atrajo hacía él -No es mi papá, él es el padre de mi bebé- volví a respirar profundamente logrando tranquilizarme para después entrar al consultorio junto con Chris.

Cuando entramos, la obstetra ya nos estaba esperando. Cambié mi ropa en el pequeño baño que me indicó y después subí a la camilla.

Dejó un poco de gel sobre mi vientre y empezó a pasar el aparatillo por aquel lugar provocándome un escalofrío.

Conforme iba moviendo el aparato por sobre mi vientre, en la pantalla se podía apreciar la forma de nuestro bebé. Giré un poco mi cabeza y vi a Chris con una enorme sonrisa adornando su rostro, inconscientemente sonreí al verlo y tomé su mano dando un ligero apretón.

-¿Quieren escuchar su corazón?

-Si- Chris se adelantó a mí y de inmediato la doctora movió un par de cosas en el ultrasonido. La siguiente vez que volvió a pasar el aparato por mi vientre lo pudimos escuchar. Era un sonido muy fuerte, era parecido al galopeo de un caballo, pero fue de los mejores sonidos que pude haber escuchado en toda mi vida.

Miré a Chris y pude confirmar que ambos estábamos sonriendo como idiotas al escuchar el corazón de nuestro bebé por primera vez. Podría jurar que vi sus hermosos ojos azules aguarse por la emoción del momento y no lo culpaba, yo también había soltado un par de lágrimas al escuchar el corazón del bebé. 

Chris no había soltado mi mano y se acercó para besar con ternura mi frente provocando que mi corazón diera un brinco de felicidad.

Después de salir de la clínica ninguno de los dos quiso regresar al trabajo, por lo que decidimos ir a casa. Una vez dentro nos recostamos en el sofá, aún seguíamos sonriendo intentando procesar el haber escuchado a nuestro bebé. La doctora dijo que estábamos en la semana 17, el bebé tenía el tamaño de una pera, también nos dijo cómo debía cuidarme, entre otras cosas que pasarían en las siguientes semanas, pero lo más importante era que él bebé estaba sano.

Volteé a ver a Chris, que se encontraba a mi lado en el sofá, y pude verlo sonreír como nunca. 

Algo se movió dentro de mi pecho, era como un pequeño calorcito que se expandía dentro mío cada que sus ojos se hacían chiquitos cuando sonreía, o cuando me miraba de manera tan intensa que podría jurar que sus ojos podían ver mi alma.

-Lo siento- solté de repente haciendo que me mirara confundido -Por lo de la oficina

Me sonrió despreocupado -No te preocupes, tampoco actué muy bien al poner primero al trabajo, no volverá a pasar- ambos sonreímos, pero sentía que debía disculparme por lo de la clínica. 

-También siento mucho lo que la enfermera dijo, no sabía que las personas de ahí fueran tan juzgonas- rodé los ojos soltando un suspiro.

-Eso no es tu culpa- tomó mi mano dejando pequeñas caricias en mis nudillos -No lo sé, es algo que sabía que pasaría, pero, para ser sincero no esperaba que pasara tan pronto. No debes culparte por algo que no puedes controlar, de acuerdo linda?

Sonreí no muy convencida de sus palabras, pero tenía razón, el que la enfermera nos juzgara no había sido mi culpa, además, algo dentro de mi me decía que eso sería solo el comienzo.

No me digas que me amasWhere stories live. Discover now