Cuando llegaron al predio, las tres mostraron sus identificaciones para corroborar de que estaban dentro del grupo de visitantes. Justo cuando ellas llegaban, también lo estaban haciendo Carolina y Agustina acompañadas de la pequeña Nina, que se emocionó al ver a Allegra. De esa forma, el grupo de mujeres ingresó charlando, hablando de como había ido el viaje de Gianna y Alle, de donde se estaban quedando y de que tenían que organizar para salir a recorrer juntas.

— Pau dijo que iban a estar todos en el patio de atrás, que teníamos que pasar por el costado. —explicó Oriana, mientras pasaban por el lateral del edificio. Gianna tenía su mirada en Allegra, que caminaba unos pasos más adelante con Nina, abrazada a sus peluches de Pascal y Sullivan, no queriendo dejar ninguno en el departamento.

Y así era. Cuando las mujeres llegaron al patio trasero, ya varios de los jugadores se encontraban con sus familiares, hablando, tomando mate y riendo. Algunos se habían juntado con otros jugadores, por lo que se habían juntado varias familias, como era el caso de los Messi y Di María, o el de los Otamendi y los Gómez.

— ¡Tío Pau! —Gianna sonrió viendo como Allegra salía corriendo hacia donde estaba Paulo hablando con Leandro. Con rapidez, Paulo se levantó de su asiento para agacharse con sus brazos abiertos, recibiendo a la nena con un gran abrazo.

— ¡Hola princesa del tío! —Paulo la alzó, dejando muchos besos en sus cachetitos provocando que Allegra riera— ¡Hola Gia! —el cordobés abrió uno de sus brazos para que Gianna pudiera acercarse, rodeándola en un fuerte abrazo, cargado de amor y cariño— Dios, las extrañé muchísimo. —murmuró dejando un beso en la cabeza de Gianna.

— Nosotras también Pau, teníamos muchas ganas de verte ya.

El resto de los jugadores que estaban ahí se encontraban mirando a los hermanos Dybala sonriendo, al igual que sus familias que ya conocían a Gianna y Allegra, mientras Paulo y ella se ponían a hablar con Oriana, Cathy y los Paredes. Entre esos estaba Julián, que miraba sobre todo a Gianna y la nena, sin poder evitar sonreir al verlas reír felices.

Julián tenía ganas de acercarse y saludarlas, de darles un abrazo y disfrutar de la compañía de las dos, pero no daba. Le daba cosa porque no quería molestar, quedar como un pesado, cuando se suponía que eran amigos nomás.

— ¿Viendo algo que te guste? —le preguntó Enzo, llamando la atención del cordobés. Su mejor amigo estaba sentado a su lado mientras sus familias hablaban y tomaban mates— ¿Por qué no las vas a saludar?

— Porque voy a quedar como un pesado, boludo.

Enzo chasqueó la lengua— Si esas dos te adoran, dudo mucho que les joda.

— Igual, no quiero joder, hace banda que Paulo no las ve, viste que se la pasaba hablando por videollamada con ellas dos.

— Como vos, Julián. —el cordobés se puso todo rojo ante las palabras de su mejor amigo, provocando que este riera— Creo que no hubo día desde que dejamos Argentina donde no hablaran, tas re enganchado pa'.

— ¿Quién está enganchado con quién? —los dos jugadores giraron sus cabezas para ver a Rafael Álvarez, que le tendía un mate a su hermano.

— Nadie, chusma de mierda.

Enzo ahogó una carcajada al ver la cara indignada de Rafael— ¿Nos levantamos con la tanga cruzada hoy?

Julián estaba dispuesto a responderle, cuando escuchó que alguien gritaba su nombre. Rápidamente, el cordobés dejó de ver a su hermano para ver la pequeña figura de Allegra que se acercaba corriendo a él con sus peluches, mientras Gianna se acercaba por detrás a paso rápido diciéndole que no corriera.

DELICATE | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora