Que yo no mentía, ni mucho menos la estaba poniendo a prueba.

No obstante, Yuna no se rendiría con tanta facilidad. Era una reina después de todo. Y una reina era capaz de dar la vida por su corona.

Forzándose a sí misma a relajarse, plasmó sobre su boquita una sonrisa nerviosa, pero letalmente coqueta. Disimulando un malestar que se extendía como veneno por su ser. 

Recurriendo a sus técnicas de seducción pasiva en las que a mí tanto me gustaba caer.

- Chishiya. - pronunció mi nombre con una sorpresa terriblemente fingida, letra por letra, encantándome como a las serpientes. - ¿Qué estás diciendo? -  añadió de pronto, mirándome demasiado cerca y con una leve esperanza de victoria. Queriendo hacerme dudar, como si acabase de decir alguna locura.

Intentando mantenerse firme en el proceso, fingiendo una confusión y una inocencia, que me prendían como el fuego que ella encendió dentro de mí desde el primer día que nos vimos.

Sin poder evitarlo, mi mirada se desvió al suelo por un mísero segundo, esbozando una tierna sonrisa sobre mis labios al ver sus intentos por mantenerse fuerte. Por intentar mentirme una vez más, por engañarme... No obstante, pronto volví a alzarla, enterrando mis ojos en los suyos a través de nuestra exquisita conexión una vez más.

Mis labios exhalaron un pesado y cálido suspiro, acostumbrándose a la pesadez del ambiente que, poco a poco, se sentía más intenso a nuestro alrededor. Como si las calles de Tokio comenzasen a estrecharse en torno a nuestra presencia.

Con las manos en los bolsillos, sonreí suave y comencé a caminar a su alrededor. Analizando sus expresiones, su sorpresa... Despistando a la mujer por medio de un ligero paseo circular que le obligaba a seguirme con la mirada.

- Cuando llegaste conmigo al Terreno de Juego, Banda no fue el único que se quedó embelesado contigo. - comencé, caminando lento y pausado a su alrededor. - Matsushita no te sacó el ojo de encima ni un solo momento. Llegué a pensar que, como a Banda, quizás habías despertado su interés, pero... Al ver cómo le correspondías, cómo le hacías señas con la cabeza y cómo le fulminabas con tus ojos de gata... No fue muy difícil averiguar que ambos os conocíais de antes. - proseguí, observando cómo la respiración se volvía nerviosa sobre su pecho y como su sonrisa apenas era perceptible sobre su boca. - Y esa idea no hizo más que verificarse al ver cómo te entrometiste entre él y Banda, como si quisieras brindarle una muerte sin dolor. - acuchillé finalmente, llegando a abandonar la chulería en el tono de mi voz, para dotarlo de un leve retro de empatía. Frenando mi caminar para detenerme frente a ella una vez más. - Te conozco demasiado bien como para saber que eso no es propio de ti.

La respiración nerviosa dentro de su pecho hacía que éste se agitase temblorosamente, casi de una forma errática, lo que provocaba una ligera vibración sobre cada una de sus tetas. Todavía cubiertas, apresadas por la elástica tela de su ropa y con las puntas firmes de sus pezones marcadas sobre cada uno de ellas, creando un perfil suculento a lo largo de su cuerpo.

Su boca se partió en dos, abriéndose de forma insegura para boquear hasta dos veces, mientras buscaba de una forma casi desesperada qué decir para convencerme de que, todo lo que yo había averiguado, no era más que una mentira.

Pero, por muy débil que la Dama de Picas me hiciese sentir, no pensaba ceder. Ya no.

Yuna deslizó una mano a lo largo de su cabello liso y de color azabache, relamiéndose los labios al mismo tiempo. Aclarando su voz a través de un ligero carraspeó, antes de abrir su boca brillante y jugosa para pronunciar:

- Chishiya... - intentó hablar fallidamente, callando casi al instante al no saber siquiera qué decir al respecto. Soltando una amarga risa completamente descolocada, mientras su mirada escapaba de la mía propia hasta un total de tres veces. - ¿Me estás hablando en serio? - comenzó a reír una vez más por medio de un suspiro ahogado.

DAMA DE PICAS; ChishiyaWhere stories live. Discover now