〔 Capítulo 13 〕

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No había nada que lo detuviera, y usando como último recurso del que disponía la dinamita que con tanto recelo guardó el primer día que llegó, la puerta del lugar desapareció y con ello Juan logró llegar hasta el tan mencionado dedo.

Era bastante extraño, pero tenía que admitir que se veía poderoso, no estaba seguro de por qué pero el aura que emanaba aquel extraño objeto era de puro poder. Justo lo que estaba buscando en esos momentos.

Pensó primero en usarlo como si de una varita se tratase, pero al no ver resultado en aquello, comenzó a variar en las formas en las que aquel dedo podría desatar poder.
Y fue entonces que una idea retorcida cruzó por su mente.

¿Y si aquel misterioso dedo solo podía activar su poder si era ingerido?, ¿acaso eso tenía algo de lógica?
Realmente no, pero fue un movimiento desesperado por parte suya cuando comenzó a escuchar la voz del científico cerca del santuario, y no señor; no había llegado tan lejos como para que ahora tuviera que rendirse.

Sin siquiera pensarlo un poco, Juan se tragó aquel pedazo de carne humana sin quejarse, y lo siguiente que sintió fue un inmenso poder recorrer sus venas.

Comenzó a sentir un ardor terrible por todo el cuerpo, cosa que lo hizo gritar del dolor; pero aquella sensación no duró demasiado, pues casi al instante el repentino dolor se disipó hasta no hacerle nada más que cosquillas, cosquillas que juraba le estaban dejando un camino de tatuajes negros por todo el cuerpo.
Miró sus manos, sintiéndose asombrado no sólo del cambio de color en estas, sino también de sentirse lo suficiente poderoso como para vencer a Dios si se lo proponía.

Era demasiado, y le gustaba el poder.

De repente el espacio del sótano se sentía muy reducido, como ahogado, por lo que salió disparado hacia el cielo del santuario, llevándose consigo varias capas de techo y suelo.
Miró el cielo, se estaba tornando de un tono grisáceo y la lluvia parecía anunciar que la obtención de su poder no era nada para tomarse a juego.

Su mirada viajó entonces a las personas que habían corrido al santuario en cuanto escucharon sus gritos, Zorman y Ari; no tenía motivos para lastimarlos, pero no les iba a permitir entrometerse, ni a ellos ni a nadie, por lo que, probando el poder que ahora poseía, se dio cuenta que ahora era capaz de producir rayos con las manos y lanzarlos a voluntad.

El ruido de todo el alboroto comenzó a alertar a más gente, pero fueron más listos al mantenerse lejos de todo el desastre que se estaba formando ahí; claro, todos menos tres hombres provenientes del Pueblo Naranja, quienes no podían creer lo que sus ojos miraban cuando notaron al colombiano flotando en el cielo, con la piel rojiza y creando un caos peor de lo que habían visto antes.

-¿¡Pero qué cojones ha pasado aquí!?- Preguntó alterado Tanizen, logrando llegar hasta el científico y su hija.

-¡No sabemos!, escuchamos gritos y vinimos a ver qué pasaba, ¡pero cuando llegamos el tío rompió el techo y comenzó a atacarnos!

-¡Los estoy escuchando, amigos!- La conversación se vio interrumpida por un disparo del de lentes, el cuál se sorprendió bastante al notar que su arma también estaba potenciada por el poder del dedo; las balas ahora parecían misiles y también contaban con un color rojizo brillante.- ¡'Ingatumadre, esto está potente!

Poco a poco más personas llegaron al santuario, quedando atónitos ante la escena y el poco control que se veía en el panorama. Algunos en desesperación corrieron hasta el Profeta, implorando que el hombre estuviera ahí para brindarles ayuda, mientras que los que se quedaron resolvieron que lo mejor sería ganar tiempo hasta que la ayuda llegara, y eso significaba pelear con aquel falso Juan.

Pero antes de poder atacar al colombiano, todos pudieron ver cómo un híbrido de oso, potenciado con sus elitras y sin armadura volaba directamente hacia él; estaba loco.

〔Why'd It Have To Be Him?〕; SpruanWhere stories live. Discover now