—Todo tiene un motivo, jamás ponemos en marcha una acción, sin un detonante. Marie ¿qué ocurrió? Cuenteme a detalle. Así lograré comprender el porqué de la pregunta.

Trago sin saber cómo empezar. Motivo por el cual, jalo mi pelo trasero, cuando los nervios de no saber qué decir afloran, por inercia poseo ese tic. Mi jefe, retira mi mano. Con solo ese gesto entrelazo mis manos.

—El padre de mi hijo. —Me cuesta un tanto decir eso tan natural —.Se-e... llevó a Matt de mi lado, sin mi consentimiento llevo a mi hijo con su familia —de reojo veo el señor aprieta los puños, sin embargo, no me interrumpe, escucha atento —. Ese hombre, año atrás, me rompió el corazón, me dejó claro que no era nada para él. Me pidió que abortara cuando le conté de mi estado. Ahora vino, como si jamas paso nada, a pedir derechos sobre Matteo. Me puso una demanda de custodia. —digo con rabia, con un ardor en el pecho, al evocar el recuerdo de los sucedido en ese jardín —. Le seré honesta, a mi favor no tengo nada, ni el dinero, medios o poder, para enfretarme a él y su familia. Ellos cuentan con los recursos para alejarme de mi cielo.

Rompo a llorar.

Este peso duele. Mi alma está desmoronada, los pedazos sangran cada instante por la lejanía de mi Matteo.

Pese a todo, sacaré fuerza de donde sea para luchar hasta al final, sin caer a la deriva. Tomaré el control de mis emociones negativas, ellas no pueden dominar mi vida. Limpio mis lágrimas con brusquedad.

—Se lo suplico, señor. Si debo arrodillarme...

—Alto ahí, Marie Harrison, eso nunca lo permitiré —gruñe con algo de enojo en su rostro, espero no se por mi —. Ante todo, una rabia me cubre, quisiera poner lugar a ese sujeto, me sobran ya motivos, aunque desconozco de él. ¿Cuándo sucedió todo?

—Con hoy, son dos días.

Suspira. Su mirada es de decepción pura. Un nudo aprieta mi garganta, esa mirada de tal forma, sacude mi corazón, pero no como algo positivo, más bien, doloroso.

—¿Por qué me mintió? ¿Cuál fue el motivo de no confiar en mí, cuando te rogué que me dijera que sucedía? —suena dolido, provoca que me sienta mal. Evitaba involucrarlo en mis asuntos, tienes sus problemas de seguro, no tenía derecho de agobiarlo con los míos, es cierto me reiterado confiara y, cadiera a él si lo necesitaba, no obstante, mi lado orgulloso quería resolverlo por su cuenta.

—No tenía, porque involucrarse en mi asuntos señor, no tenía derecho, usted también debe tener sus pendientes y...

—Por ayudarte, lanzaría todo de lado —el corazón se me estremece por sus palabras determinadas. Sacudo la cabeza, mi bobo corazón no debería entusiasmarse... no debe —. Marie, si me necesita, nada más acuda a mí, yo... la aprecio mucho, en este poco tiempo de convivencia a su lado. —Toma mi mano, salté un poco, no me lo esperaba —. ¿Por qué la proposición de matrimonio? O sea se que debe recuperar a su hijo, sin embargo, de leyes se poco. Sobre todo, es algo que hoy no me esperaba.

—Consulte con un abogado, me dijo que era complicado recuperar a mi hijo dada mi situación, sin casa propia, un trabajo de empleada doméstica, también mi estado civil, influye en la decisión del juez.

El señor suspira, mientras sigue con mirada atenta postrada sobre mi. Aprieta los labios, luego despacio suelta mi mano, tan lento como si deseara mantenerla por un largo tiempo, entrelazada con la mía. Algo se remueve en mi estómago y, está lejos de ser un malestar.

—En este mismo instante, no dire mi respuesta, sin embargo, sea cual sea a tu disposición esta mi ayuda en todo sentido. Lo primordial es el matrimonio, para convencer mejor al juez. Por ello con tranquilidad sopesar mi respuesta, una apresurada no es conveniente dada la situación. Pronto sabrás de mi contesta. Vaya a casa, Marie, tiene el día libre.

Enzo Vitale |Vitale 1|Where stories live. Discover now