Luego de todo el desastre que fue para Juan el enterarse que era hijo del Profeta, sus poderes lo llevaron a otra dimensión.
¿Cuál es el problema de esto? Que en su mundo dejó a otro Juan, uno que está ahí para sembrar el caos.
『 - Se shipean cubito...
-Bueno y si a eso quiere volver él ¿a ti qué más te da? No es tu decisión.
-¡Pero le podría dar una mejor vida acá!, ¿qué podría tener allá por lo que quiera volver?
-Tal vez a su propio Spreen. ¿Jamás pensaste en la posibilidad de que así como aquí tú perdiste a Juan, si él se queda aquí otro Spreen podría pasar por el mismo dolor por el que tú pasaste?
La expresión sorprendida del híbrido le dejó saber a Mayichi que no, ni siquiera había pensado en esa posibilidad. Soltó un suspiro pesado, pidiendo la mano del oso, quien algo extrañado se la dio.
-Escúchame, sé que la muerte de Juan fue algo terrible para todos, en especial para ti; pero tienes que aceptar que él se fue. Murió para salvarnos a todos, para que tuviéramos vidas largas y felices, ¿tú te crees que a él le daría gusto ver en lo que te has convertido?
-Cállate, no necesito que me digas que él estaría decepcionado.
-Spreen, Juan no estaría decepcionado de ti, estaría triste.- El oso levantó la mirada, encontrándose por primera vez en años la misma mirada dulce y serena de su mejor amiga. Y ella, luego de muchos años, volvía a ver en ese empresario dictador al mismo híbrido bobo y trágico que convirtió en su mejor amigo.- Significabas para Juan tanto que no es posible de explicarlo; te amaba, tal vez no de la misma forma en que amaba a su esposa, pero lo hacía. Él querría que tuvieras la mejor vida posible, pero verte así... Esto le rompería el corazón.
Mayichi esperaba cualquier reacción del híbrido, un grito, una maldición, una orden de que se callara; esperó todo menos que el argentino se le tirara encima, buscando un abrazo lo suficiente fuerte para evitar destruirse ahí mismo. Y ella no se quejó. Le brindó ese abrazo y esas palabras que el argentino tanto necesitaba escuchar, lo escuchó romperse y llorar todo lo que no había llorado en años.
En ese mismo bar, Spreen volvió a sentir las cálidas manos de su amiga acariciar su cabello, algo que pensaba no volvería a sentir. Y ella podría jurar que era la primera vez que lo abrazaba mientras lo escuchaba tan roto, y verlo sin la máscara le daba un plus que realmente no esperaba llegar a ver alguna vez.
Lo tenía que admitir, toda la escena le había partido el corazón, pero ahora mismo no se podía permitir llorar, sería fuerte por lo que su amigo necesitaba de ella.
-Tienes algunas cosas que resolver, pollero; pero esta vez voy a estar ahí para evitar que lo arruines de nuevo.
Y Spreen sonrió en medio de su llanto, habían pasado años desde que la castaña le llamaba "pollero".
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-¿Pero de verdad nadie sabe a dónde se peló el Patrón?
Habían pasado un par de horas y Juan ya se encontraba mejor, aunque permanecía sentado a petición de los niños, quienes no querían que volviera a experimentar dolores y volviera a caer desplomado al suelo.