La sangre del dragón. ─═✧Visemon [INCONCLUSA]

11

El tiempo pasó y Daemon había llevado casi su embarazo a término, recordando que, en el último mese, Viserys había mantenido a un grupo de maestres sobre su omega, preocupado de que el parto se complicara.

El omega no tenía otra opción que dejarse hacer, con la pelea que habían tenido lunas atrás, se había dado cuenta del terror que era para Viserys verlo embarazado, incluso si las dos historias tenían muchas diferencias, sin embargo aceptó cada revisión y cuando un maestre le dijo que en el mes nueve no intentara ir muy lejos de la Fortaleza sin que alguien lo supiera, Daemon había acatado la orden sin problemas.

La noche había caído en la ciudad hace unas horas y ambos reyes ya se encontraban en la cama, Viserys abrazaba el abultado vientre de su esposo desde atrás, ya que Daemon tenía que dormir de lado luego de que su vientre fue lo suficientemente como para hacerle imposible dormir boca arriba o boca abajo, extrañaba esas posiciones.

Los ojos de Daemon veían a la luna moverse de su posición desde la ventana que le había pedido a Viserys que no cubriera, seguro era bien entrada la noche pero el omega no podía quedarse dormido, como si algo lo alertara y le dijera que era mejor permanecer despierto. Daemon suspiró, aceptando que esa noche no dormiría, entonces se dispuso a salir de la cama, llevándose demasiado tiempo intentando quitar los brazos de Viserys sin que el alfa se despertara y lo regañara por no estar dormido.
Daemon había logrado quitar uno de los brazos de Viserys cuando algo mojado había bajado por sus muslos.

"¿Qué?" Susurra Daemon al llevar una mano hacia abajo, ahí encontró la abertura que los maestres le había explicado que tendría cuando su labor de parto iniciara, no tenía la forma de una vagina ya que los omegas no necesitan toda su estructura exterior, pero el canal y su capacidad de expandirse era igual a la de una. Ya que los omegas macho no contaban con una abertura para expulsar a los cachorros, sus cuerpos se había adaptado para crear él mismo una cuando el momento llegara, también le habían explicado que ésta desaparecería cuando la placenta y demás fluidos fueran expulsados. Daemon deseó haber puesto atención a las clases que lo obligaban a tomar de niño.
"Oh, dioses. Aegon, ¿ahora?" Daemon reniega, era tarde en la Fortaleza, todos estaban preparándose para el parto del consorte con días de anticipación, pero las contracciones ya estaban comenzando como para que Daemon fuera a la sala que estaba destinada para que tuviera a Aegon.

Daemon quitó las sábanas qué cubrían su cuerpo y se dispuso a caminar por los aposentos, los maestres le dijeron que era bueno caminar y respirar hasta que el momento llegara, aunque los partos de los omegas macho no duraban tanto como los de las omegas hembras, el dolor era el mismos.

Viserys había sentido el movimiento de la cama, luego la falta de las sábanas, entonces tanteó el lugar donde se suponía que estaba su omega pero lo único que recibió a su mano fue una mancha de agua en las sábanas, entonces abrió los ojos cuando un gemido apretado se dejó escuchar. Tomó su espada en un rápido movimiento y se levantó de la cama. "Daemon, ¿qué ocurre?" Dice a la oscuridad.

"Baja esa espada a menos que quieras recibir a Aegon apuntándole con ella." Jadea Daemon con los dientes apretados, haciendo lo posible para inhalar y exhalar.

Viserys deja caer la pesada espada con un ruido sordo, procesando lo que su esposo acaba de decirle. "Daemon..."

El gemido fuerte de Daemon mientras apretaba su vientre hizo que Viserys saliera de su impacto, no era tiempo de asimilar nada, tenía que llamar a los maestres y damas de compañía de Daemon. Corrió hacia la puerta y la abrió, viendo a los dos guardias de turno quienes rápidamente le hicieron una reverencia, tratando de no ver hacia adentro con el fuerte olor del consorte sumado a sus gritos.
"Llamen a las damas de compañía, a los maestres, ¡maldita sea, despierten a todo el reino si es necesario!" Viserys demandó.