Él le da media sacudida de la cabeza.
—No. Seremos llamados cuando llegue el momento de tomar nuestros juramentos. Hasta entonces, debo estar junto al Príncipe SiCheng. El resto de ustedes debería ir a disfrutar hasta que suenen las campanas y Val Moren comience la ceremonia. Luego, vengan a la sala del trono para presenciar la coronación. Deben estar cerca del estrado, donde mis caballeros puedan cuidarles.
Me vuelvo hacia Oriana, esperando otro discurso sobre no meterme en problemas o incluso un nuevo discurso sobre cómo mantener las piernas cerradas cerca de la realeza, pero está demasiado ocupada rogándole a Oak que salga del camino.
—Vamos de fiesta —dice Ten, mientras nos lleva a Wonyoung y a mí. Nos escapamos hacia la multitud, y momentos después, nos estamos sumergiendo en ella.
El Palacio de Elfhame está lleno de cuerpos. Las hadas salvajes, cortesanos y monarcas socializando juntos. Selkies de la Corte de Bajo el Mar de la Reina Orlagh hablan juntos en su propio idioma, pieles colgadas de sus hombros como capas. Veo al señor de la Corte de Termitas, Lucas, quien se dice que mató a su propio amante para ganar un trono. Está parado cerca de una de las largas mesas de caballete, e incluso en el estrecho pasillo, hay espacio a su alrededor, como si nadie se atreviera a acercarse demasiado. Su cabello es del color de la sal, sus prendas completamente negras y una espada curva mortal se asienta en su cadera. Incongruamente, junto a él, una chica pixie de piel verde está vestida con lo que parece ser un vestido gris perla y pesadas botas con cordones, obviamente ropa mortal. Y a ambos lados de la pixie hay dos caballeros con su librea, una con el cabello escarlata trenzado en una corona sobre su cabeza. Dulcamara, quien nos regañó en la corona.
Hay otras, figuras de las que he oído hablar en las baladas: Rue Silver de New Avalon, que cortó su isla de la costa de California, está hablando con el hijo exiliado de Alderking, Chenle, que podría tratar de aliarse con el nuevo Rey Supremo o podría unirse a la Corte de Lord Lucas. Está con un chico humano pelirrojo de mi edad, lo que me hace detenerme a estudiarlos.
¿El chico es su sirviente? ¿Está encantado? No puedo notarlo solo por la forma en que mira alrededor de la habitación, pero cuando me ve mirando, sonríe.
Me alejo rápidamente.
Mientras lo hago, los selkies se mueven y veo a alguien más con ellos. De piel gris y labios azules, el cabello colgando alrededor de su cara de ojos hundidos. Pero a pesar de todo eso, la reconozco. Minie. Había escuchado historias sobre los mágicos del agua de Bajo el Mar que guardaban a los marineros ahogados, pero no las creía. Cuando su boca se mueve, veo que tiene dientes afilados. Un escalofrío recorre mis hombros.
Me tropiezo con Ten y Wonyoung. Cuando miro hacia atrás, no veo a Minie y no estoy del todo seguro de no haberla imaginado.
Nos deslizamos más allá de un shagfoal y un barghest. Todo el mundo se ríe demasiado fuerte, bailando ferozmente. Cuando paso a un juerguista con una máscara de duende, la levanta y me guiña un ojo. Es Cucaracha.
—Oí hablar de la otra noche. Buen trabajo —dice— Ahora mantén tus ojos abiertos para ver cualquier cosa que parezca incorrecta. Si Taeil va a moverse contra SiCheng, lo hará antes de que comience la ceremonia.
—Lo haré —le digo, liberándome de mis hermanos para quedarme con él un momento. En una multitud de este tamaño, es fácil perderse brevemente.
—Bueno. Vine a ver cómo el príncipe SiCheng gana la corona con mis propios ojos—Mete la mano en su chaqueta marrón, saca un frasco plateado, quita la tapa y toma un trago— Además de ver las cabriolas de la Aristocracia y verlos hacer el ridículo.
Me alcanza el frasco con una mano con garras verde grisácea. Incluso desde ahí, puedo oler lo que hay dentro, picante, fuerte y un poco pantanoso.
—Estoy bien —le digo, negando con la cabeza.
