Vuelvo mis pensamientos al presente. Debajo de mí, una criatura con una cola larga sin pelo que se arrastra en la tierra, se desliza por el suelo. Por un momento, pienso que es un trabajador de la cocina. Pero el bolso que lleva está demasiado sucio, y hay algo sutilmente incorrecto en su andar. Además no está vestido como un sirviente de Taeil, y tampoco su uniforme coincide con el de los demás trabajadores.

Miro al Fantasma.

—Bien —dice— Ahora dispara.

Mis manos sudan mientras saco el pequeño arco, buscando estabilizarlo contra mi brazo. He crecido en una casa llena de matanza. Me he entrenado para esto. Mi recuerdo más temprano de la infancia es del baño de sangre. Ya he matado hoy. Y aun así, por un momento, no estoy seguro de poder hacerlo.

No eres un asesino.

Respiro hondo y suelto la flecha. Mi brazo tiembla por el impacto. La criatura cae, agitando los brazos en el proceso y enviando una pirámide de manzanas rodando al suelo. Me presiono contra unas raíces gruesas, escondiéndome como me enseñaron. Los sirvientes gritan, buscando al perpetrador por todos lados.

A mi lado, el Fantasma tiene una sonrisa en su boca.

—¿Fue esta tu primera? —me pregunta. Y cuando lo miro me aclara: ¿Alguna vez habías matado antes?

Y que la muerte sea tu única compañera.

Sacudo la cabeza, sin confiar en ser capaz de decir la mentira de manera convincente.

—A veces los mortales se enferman. O lloran —dice, claramente satisfecho de que no esté haciendo ninguna de esas cosas— No debería avergonzarte.

—Me siento bien —digo, respirando hondo y poniendo una nueva flecha en el arco.

Me siento en cierta manera nervios, listo y lleno de adrenalina. Parece que he pasado alguna especie de umbral. Antes, nunca sabía cuán lejos llegaría. Ahora, creo tener la respuesta. Llegaré tan lejos como haya que llegar. Iré demasiado lejos.

Alza ambas cejas.

—Eres bueno en esto. Buena habilidad y un estómago para la violencia.

Estoy sorprendido. El Fantasma no es uno que suela dar cumplidos.

He prometido volverme peor que mis rivales. Dos asesinatos en una noche marcan un descenso del que debería sentirme orgulloso. Madok no podría haberse equivocado más respecto a mí.

—La mayoría de los niños de la Aristocracia no tienen la paciencia — dice— Y no están acostumbrados a ensuciarse las manos.

No sé qué responderle, con la maldición de Jungwoo fresca en mi mente. Tal vez algo en mí se rompió cuando vi asesinados a mis padres. Tal vez mi vida tan retorcida me volvió alguien capaz de hacer cosas retorcidas. Pero otra parte de mí se pregunta si fui criado por Madok en este negocio del derramamiento de sangre. ¿Soy así debido a lo que le hizo a mis padres o debido a que fue mi padre?

Y que tus manos siempre estén manchadas de sangre.

El Fantasma se estira para agarrar mi muñeca, y antes de que pueda retirarla, señala las medias lunas pálidas en la base de mis uñas.

—Hablando de manos, puedo ver lo que has estado haciendo en la decoloración de tus dedos. El tono azul. Puedo olerlo en tu sudor, también. Te has estado envenenando a ti mismo.

Trago saliva, y luego, porque no hay razón para negarlo, asiento.

—¿Por qué? —Lo que me gusta del Fantasma es que puedo decir que no me está tendiendo una trampa para regañarme. Solo parece curioso.

🦋 JaeYongWhere stories live. Discover now