✩▸ 𝟬𝟬𝟭. 𝗱𝗼𝗻'𝘁 𝗻𝗲𝗲𝗱 𝗻𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆

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¿Cómo podría decirle nuevamente que había perdido a su madre? ¿Cómo le explicaría a sus tres hijas desamparadas que su madre y su hermano habían muerto?.

La sola devastada mirada que Daemon le otorgó a la hija de Vysena, fue suficiente para hacerle saber a la chica que algo malo había pasado. Sacó a sus hermanas de sus camas y siguieron a su padre de cerca, las dos aferrándose a la platinada con fuerza.

La mañana era fría, los primeros rayos de sol estaban asomándose por el horizonte y lo primero que percibió Alessanya, fue el olor a quemado. A la lejanía vio a Vhagar decaída, acostada sobre el césped.

—Padre...— susurró Alessanya, sabiendo que su mirada dolida y la pena del dragón de Laena solo podían significar una cosa.

—¿Dónde está mamá?.— se atrevió a preguntar Rhaena, luciendo inocente.

—¿Ella está bien?.— cuestionó Baela, la inseguridad tiñendo su voz con amargura.

Daemon las miró unos minutos, las tres sentadas frente a él, una de ellas parecida al amor de su vida y las otras dos un reflejo de su compañera de aventuras. Cuánto dolor albergaba el corazón del príncipe canalla, que parecía haber perdido todo nuevamente y quedado desamparado solo con sus hijas en el juego de tronos, aquel cruel y despiadado juego que pronto les tocaría ser partícipe.

—Su madre... Ella...— las palabras no salían de su boca y eso le dejó en claro de inmediato a Alessanya que la tragedia nuevamente había azotado a su familia. No hizo falta continuar cuando sus ojos se cristalizaron y lágrimas cayeron sobre las mejillas de las niñas, que confundías abrazaron a su hermana mayor.

Alessanya no se creía capaz de darles aquella noticia, tan cruda e irreal, tan repentinamente habían perdido todo lo que creían conocer. La descendiente de Maegor miró por sobre su hombro, como su padre titubeaba con angustia y supo que debía hacerlo ella.

—Lo qué pasa es, mamá ya no podrá volver con nosotras.

—¿Por qué?.

—Mamá ahora es una estrella, está con los dioses en este momento, al igual que nuestro hermano.

El llanto desesperado de Baela y Rhaena se escuchó al instante después de que ella formulara la respuesta, Alessanya corriendo inmediatamente hasta ellas cuando una tocó su corazón con desesperación y la otra caía de rodillas al suelo en busca de aire.

—Rhaena, pone toda tu atención en mí.— murmuró, tomando gentilmente el rostro de su hermana cuando su propio corazón dolía como el infierno.

Sabía que debía ser fuerte, ella era la mayor, sentía que era su deber cuidarlas y mantenerlas a salvo de lo que fuera, incluso de ellas mismas.

Las niñas saltaron en brazos de Alessanya, que las recibió soltando sus sollozos retenidos. Se mantuvieron unidas un buen rato hasta que unos brazos más grandes y fuertes las rodearon, Daemon estaba agachado junto a la familia que le quedaba, abrazándolas e intentando darles el consuelo que a él le hubiera gustado cuando perdió a su madre y el que le otorgó a su primogénita cuando le contó la verdad.

—Todo estará bien.— comentó luego de un tiempo, secando las lágrimas de las menores y besando sus frentes con cuidado.— Ahora vayan a dormir, se que están cansadas y necesitan reponer energías para todo lo que se viene.

Ellas asintieron cabizbajas y abrazaron al hombre antes de hacer lo mismo con la chica.

—¿Vienes?.

—Hablaré un poco con Alessanya.

Baela miró a su hermana no tan segura, pero se fue en compañía de Rhaena cuando ella le asintió con la cabeza.

𝐓𝐄𝐀𝐑𝐒 𝐑𝐈𝐂𝐎𝐂𝐇𝐄𝐓, 𝗮𝗲𝗴𝗼𝗻 𝘁𝗮𝗿𝗴𝗮𝗿𝘆𝗲𝗻Where stories live. Discover now