20. the superhero

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      Ben se dirigió hacia donde estaba Rosie sentada arriba de unas colchas. Se tiró a su lado y la envolvió con los brazos. Su cuerpo tembló de emoción, había soñado con volver a sus brazos y poder besarlo. Lo extrañó tanto, muchísimo.

      —Dios mío, no sabes cuánto te extrañé Ben —Suspiró la joven tomándolo de los mofletes—. Te necesito mi amor, ha sido un infierno sin ti —murmuró luchando entre besar sus labios o besar toda su cara—. Todo el mundo me trató mal: los oficiales no me dejaban hacer nada, los soldados tenían miedo que los intoxicara, no se me querían ni acercar. He estado muy sola, no quiero separarme de ti jamás. ¡Jamás! —Rosie lo abrazó tan fuerte que sus brazos comenzaron a quemar y su corazón retumba a punto de explotar—. Te amo.

      —¿Me extrañaste? —Le preguntó besando sus labios—. ¿Pensaste en mí todos los días?

      —Por supuesto que sí, cada día.

      —¿No te dejaste encantar por un idiota, no?

      —¡¿Cómo puedes siquiera insinuarlo?! —Rosie se separó un poco para mirarlo a los ojos—. Soy toda tuya desde el día en que me besaste —dijo con una boba sonrisa—. ¿No conociste a otra chica, no? —De solo decirlo sus ojos se habían puesto cristalinos. Pensar que Ben podría dejarla la aterraba.

      —No hay mujer en el mundo que pueda lidiar conmigo como tú lo haces Rosie, yo te amo a ti—.Las mejillas de Rosie se pusieron totalmente rojas por el aire que sostuvo con miedo al engaño—. ¿Creíste que yo...?

      Ben dejó la frase a la mitad, los gritos de un General lo llamaban por el campo

      —Ve —dijo Rosie viendo que su momento de privacidad terminaba. Se sentó sobre lo que se suponía era una cama y recogió su cabello en un moño.

      —No, no tengo ganas de aguantar estupideces, quiero estar con mi chica —Ben la tomó con fuerza de las caderas y la sentó sobre su regazo—. Estúpidos peones, no me dejan en puto paz.

      —¿Peones? —Preguntó graciosa—. Extraño jugar ajedrez contigo.

      —Si, todos ellos son simples peones insignificantes, nosotros somos las piezas importantes cariño. No puedo seguir pretendiendo que ellos nos pueden controlar —A Ben le tembló ligeramente el labio, en la comisura derecha, solo lo hacía cuando estaba muy preocupado por algo.

      —¿Qué ocurre? —Ella le dio un suave beso en los labios y acunó el rostro de su amado entre manos para calmar sus preocupaciones alterando los niveles hormonales—. Dime Ben, somos pareja nos contamos todo.

      —Estos locos... Hicieron una bomba, una llamada nuclear. No tienes ni idea del daño que pude causar, destruye ciudades, destruyen todo. Si nos la tiran a la cabeza no hay poder que nos salve. La mierda de Vought ya me amenazó con tirarme una si no me comporto.

      —¿Pero es verdad? —interrumpió incrédula.

      Ben la tomó de la cintura, sus dedos traspasaron el uniforme de soldado clavándose en un asomo de pie. El dolor no le dio el mismo asombro que encontró en los ojos verdes del hombre. Rosie nunca lo había visto asustado. Su labio temblaba al hablar, como el baile de las gelatinas que hacía los martes. La tomó del mentón para que lo mirara fijamente, más allá del amor que sentía

      —No dudes de mí, no estoy bromeando.

      —No estoy dudando, te creo —se apresuro a decir, poniendo más intensidad en las hormonas de relajación.

      —¡Soldier Boy! —gritaban afuera.

      —Ve, te llama el deber —dijo con un pequeña sonrisa; la verdad era que se moría de ganas por seguir besándolo envuelta en sus brazos. Deseaba que no la volviera a dejar sola, sin él todo era peor, pero el deber era el deber y nadie podía ignorarlo.

TOXINA | THE BOYS  //  SOLDIER BOYWhere stories live. Discover now