» 𝐔𝐍𝐎 «

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La tarde llegó más rápido de lo que el rizado pudo darse cuenta, así que tomó los expedientes que se hallaban sobre el escritorio y los colocó en su mochila para emprender el camino hacia el estacionamiento. Una vez allí abrió la puerta de su coche y se metió dentro, apoyó su frente en el volante soltando un largo bostezo; estaba exhausto y esto le hacía sentir que su trabajo no era más que una especie de callejón sin salida, pero él amaba lo que hacía y no lo abandonaría ahora que estaba tan cerca de capturar a uno de sus objetivos.

El móvil dentro del bolsillo de su chaqueta comenzó a vibrar, rápidamente lo tomó en sus manos y observó la pantalla encontrándose con un mensaje de su informante.

“Nos vemos hoy, William Lewis... 23:45
900 West Olympic Boulevad.
CÓDIGO DE VESTIMENTA FORMAL”.

Al parecer esas ansiadas horas de descanso que tanto necesitaba todavía estaban muy lejos de su alcance. Después de pasar veinte minutos conduciendo finalmente llegó a su destino, entró al departamento dejando las llaves del coche sobre la mesada de la cocina y se dirigió a la habitación en busca del atuendo perfecto para la velada. Encendió la laptop y buscó la dirección que le habían enviado, varias páginas aparecieron al escribirla.

Era uno de los hoteles más lujosos en Los Ángeles, el cual solía ser alquilado para todo tipo de eventos, pero un solo día llegaba a costar miles de dólares y no cualquiera podía darse el gusto de gastarlos o incluso entrar en esa lista tan exclusiva de invitados. Se dispuso a tomar una relajante y larga ducha intentando liberar la tensión que sentía en cada músculo de su cuerpo. El agua corría sobre Harry logrando despejar su mente de tantos pensamientos, sin embargo, aquellos informes no tardaron mucho en volver a golpearlo y por más que quisiera ya no podía sacarlos de su cabeza.

Salió del baño minutos más tarde rodeando su cuerpo con la toalla y caminó por el dormitorio hasta llegar a uno de los rincones más importantes del pequeño apartamento. Acarició con sus dedos una sábana que cubría una especie de pizarra y jaló con fuerza dejándola a la vista, luego encendió la lámpara que había junto a ella.

—¿Con quién de ustedes me encontraré hoy? —dijo tomando un marcador y escribiendo un círculo alrededor de las fotografías de tres hombres. Los mismos que tanto había perseguido en estos últimos dos años de investigación.

El viento sopló haciendo que varias de las imágenes cayeran al suelo y la piel desnuda de su espalda se erizara, se acercó a la ventana cerrándola nuevamente con seguro. No recordaba haberla dejado abierta por la mañana, así que podía suponer que su mente estaba tan agotada que le costaba recordar algunos de esos pequeños e insignificantes detalles. Recogió las fotografías para guardarlas en el cajón de su mesa de noche, en donde se encontró con otra de sus armas.

Harry la tomó y dejó la pistola sobre la cama, una vez que terminó de vestirse la escondió dentro de su traje. Él no pensaba arriesgarse esa noche, pero de todas formas no quería tentar al destino e ir desarmado. Cualquier cosa podría pasar en el camino, sin embargo, estaba seguro de que todo acabaría pronto y esos malditos estarían detrás de las rejas en cuestión de días.

[...]

Movió su cuerpo al escuchar una de sus canciones favoritas sonar a través de los parlantes, los movimientos eran lentos y provocativos mientras que su mirada estaba fija en el gran espejo que se hallaba delante suyo. Se detuvo por un momento para poder acomodar su camisa blanca doblando un poco las mangas y dejándolas a la altura de los codos. De repente sintió una mano apoyarse en su hombro y un vaso de whisky apareció delante de sus labios.

𝐋𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎, 𝐇𝐀𝐑𝐑𝐘 » 𝐋𝐀𝐑𝐑𝐘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora