26. El regreso a Hogwarts

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Cassiopeia corrió abrazar a su tío.

—Claro que lo haré.

Callie sonrió con ternura al ver la relación que tenía los dos y decidió dejarlos solos.

—Te voy a extraña, pulgoso —musitó Cassiopeia.

—Yo igual, estrellita —le dijo Sirius mientras le regalaba un abrazo—. Mátenme informado y avisarme si alguien te molesta, Cassie y para darle un susto.

—Gracias, lo tendré en cuenta —contestó con una risita—. Además, no creo que alguien se quiere meter con la sobrina consentida de Sirius Black.

Sirius sonrió.

—Así se habla —chocaron los puños—. Cuando todo esto acabe, estaremos juntos como una gran familia —aseguró Sirius despeinando su cabello.

—¿Quieren bajar ahora mismo, por favor? —gritó la señora Weasley desde la planta de abajo.

Cassiopeia salió a toda prisa de la habitación, arrastrando su baúl. El retrato de la señora Black lanzaba unos furiosos aullidos, pero nadie se molestó en cerrar las cortinas; de todos modos, el ruido que había en el vestíbulo la habría despertado otra vez.

Un perro negro que parecía un oso había aparecido detrás de Cassiopeia mientras éste trepaba por los baúles amontonados en el vestíbulo para llegar a donde estaba la señora Weasley.

—En serio... —dijo la señora Weasley con desesperación—. ¡Está bien, pero allá te las compongas!

Tardaron veinte minutos en llegar a King's Cross a pie, y en ese rato no ocurrió nada digno de mención, salvo que Sirius asustó a un par de gatos para distraer a Harry y Cassiopeia. Una vez dentro de la estación, se quedaron con disimulo junto a la barrera que había entre el andén número nueve y el número diez hasta que no hubo moros en la costa; entonces, uno a uno, se apoyaron en ella y la atravesaron fácilmente, apareciendo en el andén nueve y tres cuartos, donde el expreso de Hogwarts escupía vapor y hollín junto a un montón de alumnos que aguardaban con sus familias la hora de partir.

—Cuídate, Cassie —le dijo Amabel.

—Lo haré, tía.

—Chiquita, te voy a extrañar —murmuró Callie, abrazándola.

—Yo también, mamá —sonrió—. Las extrañaré a las dos.

—Tu y Harry son... ¿novios? —le preguntó Callie en voz baja, sonriendo.

—No, mamá —respondió, sonrojada.

—¿De qué me perdí? —preguntó Amabel, también con una sonrisa.

—Tu sobrina está que comparte babas con Harry —le explicó Callie.

—¡Mamá! —la regañó Cassiopeia, verificando que nadie la haya escuchado. Para su suerte, todos estaban ocupados escuchando a la señora Weasley—. ¿Acaso quieres que se enteró todo el mundo? Mejor grítalo.

—Yo le estoy contando a Amabel las cosas como son —se escusó la madre.

—¿En serio, Cassie? ¿El niño que vivió? —Amabel sonrió y apretando los cachetes rosados de la joven—. Cariño, déjame decirte que serán la gran noticia en todo Hogwarts.

—Que no somos novios —murmuró Cassiopeia, sonrojada.

—Por ahora —comentó en voz Callie.

Cassiopeia estaba muerta de la pena, su madre debería estar regañándola por tener novio, en cambio la está incitando a que ya sean novios oficialmente.

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