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Karina

Tres.

Tres chicos han estado mandándome mensajes y a pesar de ignorarlos, continúan.

Cuando se empezó a difundir mi fama de rechazar a gente pensé que no sería del todo malo. Si me volvía en la persona que rechazaba a todo el mundo la gente dejaría de intentarlo por el simple hecho de no hacer el ridículo, pero no. Me equivocaba. A la gente aquello de la dignidad le importaba tres pepinos.

Además, súmale a eso que el día de hoy estaba siendo agotador. El entrenador me ha pedido que consiga que todo el equipo se aprenda tres coreografías completas para mañana. Son casi las dos del mediodía, a penas hemos llegado a la mitad de la primera y yo solo quiero tomarme una pastilla para el dolor de cabeza y pedir que me dejen tranquila.

Pero eso no podía ser.

—Vale chicos, vamos a hacer una pausa de media hora para comer y seguimos. Quedamos aquí —dio una palmada.

Todos asintieron mientras iban a por las toallas o bebían agua de las caltimploras.

Fui hasta mi toalla y me sequé el sudor de la nuca. Suspiré. Apenas tenía hambre, solo ganas de que ni un solo ser de la tierra le hablara. Solo queria paz y volver a casa cuanto antes.

—¿Vienes a la cafetería? —preguntó Ningning sacándome del trance. La miré seria—. Es solo una pregunta, no hace falta que me fusiles con la mirada —rió.

—Sí, claro. Vamos —sonreí restándole importancia.

—¿Todo bien? —me dio una breve mirada.

Ambas sujetamos nuestras mochilas y salimos de la sala.

—Sí, bueno, no lo sé. Hoy esta siendo un día agobiante, encima me ha bajado la regla esta mañana.

—Eso explica lo irritada que estás—rió.

—¿Estoy irritada?

—Deberías haberte visto en el entrenamiento.

—Vaya... Perdón por eso, es solo qué... Hoy no es mi día.

—Todos tenemos dias malos Jimin.

Asentí sonriendo.

Estabamos a punto de entrar a la cafetería cuando alguien se puso frente a nosotras cerrandonos el paso. No por favor, ella ahora no.

—¿Qué quieres? —respondí borde, fue tanto que Ningning me dio un codazo.

—Dinos Minjeong —respondió Ning sonriendo.

—Yo... A ver, estoy un poco nerviosa —se rascó la nuca, yo sin embargo estaba comenzando a irritarme. De esos 30 minutos para comer, ya solo quedaban 25, quizá 20–. Te conozco desde hace meses.. ¿6 meses? No, más aún, casi un año —rió nerviosamente—. Desde la primera vez que cruzamos palabra tenias algo que me hizo quedarme sorprendida y sigo haciéndolo a día de hoy con solo verte, me encantaría conocerte de verdad, me pareces una persona interesante, decidida, con una personalidad increíble... Eres una persona que me gustaría tener en mi vida. No te estoy pidiendo una cita ni nada, simplemente... ¿Me dejarías conocerte? Si me dices que no prometo no volver a decirte nada más, no quiero molestar.

Noté como al acabar tragaba saliva del nerviosismo. Sentí algo extraño en mi interior mientras hablaba, pero probablemente fuera el hambre que tenia en esos momentos.

Mientras Ningning la observaba con ojos de cachorrito muriéndose de la ternura, yo no pude evitar soltar una risa.

—Ahora te preocupa.

—¿Cómo? —preguntó ella confundida.

—Ahora te preocupa molestar cuando llevas haciéndolo... mmm —hice el gesto de pensar— tú misma lo has dicho, un año. Y estas volviendo a hacerlo.

—Oh... Yo no pretendía... Pensaba que con el tiempo me habías cogido cariño, aunque sea un ápice—rió.

—Si pues sorpresa, no es así —suspiré—. No voy a tener una cita contigo, ni quiero conocerte ni que me conozcas. Solo quiero que me dejes en paz de una vez y que desaparezcas de mi vida.

—Pero Jimin...

—¡Déjame ya! —grité captando la atención de casi toda la cafetería—. Ten un poco de dignidad, lo único que haces es hacerme sentir acosada.

—¿De verdad piensas eso?

—¡¿Es que no lo ves?! —grité. Ningning me agarró del brazo.

—Jimin, ya vale... —me dijo mi amiga intentando sacarme de allí.

—¡No, no vale! ¡Me tiene harta! No soporto tus chistes, ni tus bromas, ni siquiera que pronuncies mi nombre —le grité—. Esto es ridículo. Me das pena, desaparece de mi vista y déjame almorzar tranquila que ya me has hecho perder diez minutos.

Minjeong salió de allí en segundos, ni siquiera se atrevió a mirarme. Mi pecho iba a toda velocidad, no sabía cuantas pulsaciones exactamente pero aseguro que sano no era. No entendía por qué me sentía así, la rabia estaba a punto de estallarme y no supe por qué. Tal vez me pasé, tal vez aquella chica no merecía todo lo que le dije, y tal vez casi nada de eso que dije era cierto, al fin y al cabo sabía que de todos los que intentaron algo conmigo era la unica decente.

Pero me había cansado, me había hartado. Hoy no era el día.

—Jimin, te has...

—Cállate por favor —lo sabía, pero no quería escucharlo—. Vamos a comer.

***

Narrador

Minjeong, con los ojos cubiertos de lágrimas apunto de ponerse a llorar, ni siquiera se atrevió a mirarla a la cara. Simplemente se giró y caminó hasta la salida.

Aeri, que había visto todo lo ocurrido, no tardó en ir tras ella.

—Minjeong...

—No. No digas nada —dijo mientras caminaba sin mirarla. Por la voz pudo notar que estaba llorando.

—Minjeong... —Aeri la agarró del brazo frenandola y la trajo a ella en un abrazo.

Minjeong comenzó a llorar sobre su hombro.

—Shhhh... Tranquila. Ya está. No te merece.

Minjeong sorbió la nariz y alzó la mirada a ella.

—¿Sabes? —una lagrima cayó—. Siempre pensé que me tenía cariño, al final había pasado un año y yo lo único que he hecho ha sido ser buena con ella... Pero que piense eso de mí... —sollozó.

—Min, sabes que no es cierto.

—Cree que soy una acosadora, le doy pena y no me soporta. Wow —se secó las lagrimas con la manga de la sudadera—, qué manera de empezar el día.

Aeri la abrazó de lado mientras caminaban hacia la salida. Ninguna de las dos tenia ganas de continuar las clases.

—No se merece a nadie que la quiera —comentó Minjeong dejando a Aeri sorprendida—. Si trata así a la gente, con ese desprecio y creyéndose la mismísima reina... No se merece a alguien que la quiera si le va a tratar así.

—No le des más vueltas, Min...

—Tranquila... No pienso acercarme más a ella, lo último que quiero es que me odie más de lo que ya lo hace.

—Pero... ¿la odias después de esto? ¿O sigues empatizando con ella? —preguntó confusa.

—Dime, ¿cómo hago para odiar a alguien que me gusta?

—¿Aún después de esto?

—Supongo que por eso duele tanto.

Te quiero (lejos) | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora