〔 Capítulo 10 〕

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-Un poco, tengo que hablar con su padre de algo importante.

-¿¡Os váis a casar!?- Ollie casi tira su cuaderno de la felicidad cuando escuchó aquello, haciendo que Juan sintiera su corazón estrujarse un poco. Quería a esos niños, pero no podía renunciar a su vida para cumplir una fantasía que de cualquier manera sabía que no iba a durar.

-No Ollie, no van a casarse.

-¿¡Por qué no!? Estoy seguro que tú también lo quieres.

-No importa aquí lo que tú y yo queramos, bobo. El señor Juan no puede quedarse más tiempo aquí.

Juan miró a la chica, sorprendido por las duras palabras dichas a su hermano. Ella pareció notarlo, por lo que acarició la mano del castaño con cariño y volvió a hablar.

-Mayichi me contó un poco sobre lo que pasa, por eso me pidió venir. Y bueno, no puedo dejar a estos dos solos así que también vinieron como apoyo moral.

-Creí que tú querrías que me quedara.

-Al principio si, pensé que sería lindo ver a papá sonreír más. Pero cuando me explicaron el peligro que corrías estando aquí supe que no es lo correcto, y estoy segura que él también va a entenderlo.- La chica le sonrió con cariño, logrando transmitirle calma a Juan.- No es un monstruo, sé que las cosas que ha hecho no ayudan a que esa imagen disminuya, pero es alguien bueno; te va a escuchar y va a tomar la mejor decisión.

Al momento de decir aquello, los cuatro escucharon la puerta de la oficina abrirse, y de su interior vieron salir a un molesto Carola.

-¿Carola?

-¿Todo en orden, señor Carola?

Pero el vikingo no respondió, parecía que estaba tan metido en su propia rabia que ni siquiera notó cuando la pelirroja se acercó a él, lo suficiente como para poder gritarle en la oreja.

-¡Pelotudo, te estamos hablando!

-¡Me cago en Dios niña!- El vikingo se alejó, y la chica rió por el truco que siempre le funcionaba.- Pequeña malcriada.

-¡Ejem!- Juan intervino, no gustándole nada el tono del vikingo dirigido hacia la chica.- Elisa por favor deja de gritarle a Carola, el pobre ya debe tener suficiente lidiando con un montón de cosas de la ciudad.

-Si, ya oíste al hechicero-

-Y tú tampoco le hables así, que es una niña Carola, no mames. No la puedes tratar así.

Tanto el vikingo como la pelirroja se sintieron regañados, y la severa mirada de Juan sólo fue interrumpida cuando Ollie puso frente a su cara el dibujo en el que había estado trabajando.

-¡Mire señor Juan!, somos nosotros, papá y usted en el restaurante.

Juan sonrió, logrando liberarse un poco de la tensión que sentía por tener que hablar con el empresario, si los niños entendían que tenía que irse nada le decía que el híbrido fuera a tomar una mala actitud ante la noticia.

-Carola, ¿podemos pasar a ver a Spreen?

-Oh, si, pueden ir.- Apenas escucharon la afirmación, los tres hijos del argentino corrieron dentro de la oficina, sin embargo Juan sintió que era detenido por el vikingo, quien mantenía una mirada bastante preocupada.- Si llegaís a necesitar ayuda o algo, estaré afuera ¿de acuerdo?

Juan asintió, y le dio un pequeño apretón en el hombro, queriendo transmitirle que todo iba a estar bien.

Una vez avanzó hasta la oficina, cerró la puerta detrás de sí, encontrándose con la imagen de Spreen teniendo a Ollie y Dynamo sentados en sus piernas, el pequeño alíen le mostraba el dibujo que había hecho en su tiempo de espera mientras el pequeño Dynamo jugaba con las orejas de su papá.
Era realmente una bonita escena familiar, pero Juan sabía que él no pertenecía a esa familia, y tenía que hacérselo entender al híbrido.

〔Why'd It Have To Be Him?〕; SpruanWhere stories live. Discover now