〔Why'd It Have To Be Him?〕; Spruan

〔 Capítulo 9 〕

Así siguió durante un rato hasta que escuchó que Marius hablaba por unas bocinas que había colocado especialmente para aquella noche.

—¡Hola Tortillaland!, ¿la estáis pasando bien?— Recibió una afirmación colectiva, con gritos incluidos de varios graciosos.— Me alegra que así sea. Les quiero agradecer a todos por haber venido, significa mucho para mí ver todo vuestro apoyo. Pero ahora llegó un momento más de relax para todos— Spreen escuchó como la música comenzaba a ser remplazada por una más suave, una que servía perfectamente para un vals.—, así que agárrense los huevos y saquen a bailar a alguien.

El argentino miraba desde su lugar a varias personas caminando por su propia cuenta hacia la pista, así como a algunas otras intentando tomar valor para invitar a alguien a hacerlo. Entre esas personas estaba Génesis, su empleado, quien sabía estaba luchando con su propia vergüenza para invitar al vikingo a bailar.
Rodó los ojos, divertido por la falta de valentía de su empleado que se hacía ver como el más intimidante ante todos los demás.

Caminó despacio hacia él, donde también vio a Mayichi intentando converserlo de tomar valor y sacarlo a bailar.

—¡Que no mujer, entiende!, me va a mandar a la mierda.

—Nunca lo sabrás si ni siquiera le preguntas, ¿qué tal y dice que si?

—Si capo, ¿y si acepta?— Ambos chicos miraron al híbrido, el cual puso una mano en el hombro del de cabellos negros en señal de apoyo.— Escucha una cosa capo, te lo digo yo que tampoco tuve huevos antes y todos acá sabemos con qué. Invitalo, total si dice que no bailamos nosotros contigo.

—¿De verdad Patrón?

—Obvio, no hay drama.

Aquello pareció ser suficiente para motivar al hombre de acercarse a paso lento al vikingo, el cuál al principio pareció confuso por la propuesta, pero luego de pocos segundos aceptó con gusto la invitación del hombre, logrando poner su rostro rojo, y tanto el híbrido como la castaña sólo podían reír desde su lugar.

—Míralo, tan bocazas y ahora tan cohibido por invitar a alguien a bailar.

—Ya sé, míralo al pobre, se va a desmayar.— Ambos rieron, no notando que a pocos pasos de ellos se encontraba cierto castaño que no le había quitado la mirada de encima al híbrido desde que lo vio llegar. Si pensaba que el amarillo se le veía bien, el azul definitivamente era su color.

Juan había querido acercarse a él desde el principio, pero los hombres con quién llegó acompañado no lo habían soltado ni por un segundo, alegando que no confiaban en que no iría a asaltar a alguien en el barco.
Y si, podía pasar, pero ahora mismo tenía otras cosas más importantes en las que pensar.

Por ejemplo en cuál era su relación con toda la gente con la que había llegado, sabía que eran sus empleados, pero no estaba seguro de qué tanta cercanía había entre ellos o si solamente era un trato jefe-empleado.

De la única persona de quien tenía una confirmación de su relación era de Mayichi, por el resto no tenía ni idea.

Supuso que no debía preocuparse en gran parte por el chico de gafas cuando lo vio irse a su propio asunto lejos de él, seguido de esto vio al de cabellos negros rojo como tomate bailando con el vikingo, así que también estaban descartados a ser algo más que una posible amistad del híbrido.