Luego de todo el desastre que fue para Juan el enterarse que era hijo del Profeta, sus poderes lo llevaron a otra dimensión.
¿Cuál es el problema de esto? Que en su mundo dejó a otro Juan, uno que está ahí para sembrar el caos.
『 - Se shipean cubito...
Realmente no sabía qué cosa ponerse, casi todo su guardarropa eran camisetas amarillas y pantalones negros, y la ropa azul con la que había llegado no era la apropiada para el evento que estaba atendiendo el pirata. Pensó que tal vez tendría que pedirle algo de ropa a Carola o Génesis, hasta que entre el montón de ropa desordenada que tenía se encontró una camiseta azul bastante elegante, de cuello alto y botones. Le servía para darle un respiro al amarillo.
Se cambió de ropa, acomodó su cabello en una coleta y fue directo a los portales, esperando al resto de sus amigos ahí.
Si era sincero la fiesta no era algo que le emocionara, sobre todo ahora que estaba el tema de la guerra y, cómo no, el hecho de que Juan estaba perdido en quién sabe dónde, y varios responsables de su quiebre estarían ahí. No quería verles la vara realmente, pero no podía fallarle a su amigo.
Su plan era simple, llegar y darle sus felicitaciones y buenos deseos a Marius, pasar un rato con sus amigos y luego irse a seguir construyendo. Sentía realmente que iba a aburrirse en un evento tan formal, si pudiera armar un poco de caos tal vez le emocionaría más pero no iba a hacerlo, iba a comportarse por su amigo.
Aunque algo cruzó por su mente al momento de pensar aquello; si, tal vez él no iba a causar ningún destrozo, pero ahora había una nueva pieza, y esa llevaba el nombre de Juan Qubico. Había olvidado por un momento que ese chico era mucho más desastroso que el Juan que conocía, y una pequeña mala sensación recorrió por su espalda.
No, solo estaba exagerando, el tipo no podía causar tanto desastre si estaba rodeado de un montón de gente que lo detendría.
Cuando sus amigos llegaron al lugar de encuentro, todos fueron directo hacia el barco de Marius, donde la música ya comenzaba a escucharse, seguido de varias voces de vecinos y amigos.
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—¡Spreen hombre!— El pirata se acercó para darle un corto abrazo a su amigo, seguido del recibiendo amistoso de todo el grupo que le acompañaba.— Me da mucho gusto que todos hayan podido venir.
—Claro capo, no íbamos a perdernos esto.
—El barco te ha quedado precioso Marius.— Halagó la chica, sacándole una sonrisa al pirata.
—Muchas gracias May. Pasen hombre, sirvanse de comida y bebida que hoy invito yo.
Pareciera que aquello fue la señal que tanto Carola como Mariana estaban esperando para ir corriendo a la mesa de los bocadillos, haciendo reír a quienes quedaron atrás.
Marius siguió atendiendo su fiesta, Génesis fue arrastrado por el vikingo para que conviviera con los demás, seguidos por Mayichi quien no quería perderse la oportunidad de reírse un poco de lo poco receptivo que era Carola ante el evidente nerviosismo del pelinegro. Spreen terminó quedándose solo con su bebida en una esquina del barco, mirando a todos los demás divertirse mientras él solamente vigilaba que a nadie se le ocurriera hacerse el gracioso en el barco.
