Era la antítesis de Jungkook: pálido y pecoso donde Jungkook era bronceado, cabello castaño claro y desordenado mientras que el de Jungkook era de un color negro azabache, de huesos pequeños y delicados en oposición directa a la musculatura de nadador que Jungkook poseía. Lo más probable es que no fuera mucho más joven que Jungkook. Parecía tener unos veinte pasados.

El muchacho, quienquiera que fuera, nunca antes había empuñado un arma, eso estaba claro por su postura y la forma en que su mano temblaba. Pero la forma en que su dedo flotaba por sobre el gatillo significaba que Jungkook tenía que darle el mismo trato cuidadoso que le daría a cualquier otro depredador.

—Muy bien, me tienes. ¿Y ahora qué? —preguntó Jungkook.

—Bájate la capucha —exigió el chiquillo, moviendo el arma en la mano, mientras que hablaba.

Jungkook arrugó el ceño por la petición tan extraña. —¿Por qué?

El muchacho pareció dudar, como si no hubiese esperado que Jungkook le discutiera. Él pensaba que el arma le daba ventaja sobre Jungkook. Probablemente pasaría así con la mayoría de las personas, pero no con Jungkook.

Él sacudió el arma. —No hagas preguntas, solo hazlo.

Jungkook dio un solo paso hacia adelante, observando con interés como el chico retrocedía. —No.

Sus ojos se abrieron de par en par, se veía al borde de las lágrimas. —¿No? Te voy a disparar en la cara.

Mentiroso. —Hazlo, entonces.

Jungkook observó el dedo del chico temblar en torno al gatillo. Oh, él quería hacerlo. Quería ver muerto a Jungkook. Interesante. Quizás, todo esto fuera un malentendido. No había escasez de criminales en el área. Muchas personas a las que guardarles rencor.

—Yo sé quién eres. —dijo el chico, la confianza estableciéndose en su voz.

Jungkook no pudo evitar soltar una risa. —¿Ah sí? ¿Y quién crees que soy?

El muchacho entrecerró los ojos con una sonrisa de dolor formándose en su rostro. Estaba sudando a pesar del frío, pero Jungkook ahora estaba seguro que no se trataba de un adicto a las drogas. Se encontraba aterrorizado, pero sus ojos estaban enfocados y su piel impecable. No, el chico no era un drogadicto.

—Jeon. Jungkook. —pronunció cada sílaba como si la mención del nombre en voz alta pudiera invocar alguna clase de ira supernatural.

El sonido de su nombre en los labios del chico limpió cualquier rastro de sonrisa en el rostro de Jungkook. Si no tenía que esconder su identidad, entonces también debería mostrarle el rostro. Eso quizás le daría al muchacho una impresión de control sobre la situación. Se sacó la capucha de la cabeza. —¿Y tú quién eres?

No hubo duda en su voz. —Yoongi.

Jungkook articuló con la boca el nombre del chico. No esperaba una respuesta. Las personas que tenían la intención de dejar vivas a sus víctimas por lo general no daban sus nombres. Eso no presagiaba nada bueno para el pobre Yoongi, quién parecía que la vida ya lo había arrollado en más de una ocasión.

—Okey. ¿Y qué es lo que quieres, Yoongi? ¿Dinero en efectivo? ¿Drogas? Solo llevo cien dólares encima, pero si tomas mi tarjeta de débito puedes tener mucho más. Incluso puedo darte la clave.

El rostro del chico se contrajo por una furia que parecería casi cómica en esa inocente carita repleta de pecas. Casi. —Es así de fácil para ti, ¿no? Arrojar dinero para cubrirlo. ¿Cómo lo haces?

—¿Hacer qué? Solo intento asegurarme de que todos regresemos a casa esta noche. Tengo dinero y tu pareces necesitar ayuda. Nadie te está culpando por hacer lo que necesites para sobrevivir.

M.N. (1-7) pt 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora